Lenin, 150 aniversario de su nacimiento
Rob Jones, Sotsialisticheskaya Alternativa, ASI en Rusia, (21 de abril de 2020)
Vladimir Ilyich Ulyanov, más conocido por su alias revolucionario,
Vladimir Lenin, nació en la ciudad de Simbirsk, ahora conocida como
Ulyanovsk, a unos 900 km de Moscú sobre el río Volga en Rusia, hace un
siglo y medio. A la edad de 30 años, se había ganado la reputación de
ser uno de los principales marxistas del mundo y sólo diecisiete años
más tarde, junto con Lev Trotsky dirigió la primera revolución
socialista del mundo.
Si un gobierno rompiera hoy todos los acuerdos internacionales que
restringen los derechos de la gente común, asumiera el mando de la
economía, introdujera un sistema de control de los trabajadores en la
industria y apelara a los trabajadores y campesinos de todo el mundo a
cooperar en beneficio de todos, se ganaría el apoyo entusiasta de los
trabajadores y los pueblos oprimidos. Esto es precisamente, y sólo una
parte, de lo que el primer gobierno Soviético en noviembre de 1917,
dirigido por los bolcheviques, implementó.
El nuevo gobierno soviético fue revolucionario no sólo a grandes
rasgos – transformó casi todos los aspectos de la vida de la gente
trabajadora rusa ordinaria.
Se retiró inmediatamente de la Primera Guerra Mundial, una guerra
imperialista. Concedió el derecho a la autodeterminación a aquellas
naciones que querían abandonar el antiguo imperio ruso. Se hizo cargo de
las grandes propiedades y dio a cada campesino el derecho a usar la
tierra. Le negó a la Iglesia Ortodoxa Rusa y a otras religiones el
derecho a participar en el estado.
Cuando, en las democracias burguesas como la británica, el derecho al
voto se limitaba a los hombres mayores de 21 años, la nueva Rusia
soviética concedió a todos los ciudadanos, hombres y mujeres mayores de
18 años, el derecho al voto, a menos que estuvieran involucrados en la
explotación de otros. Un sistema de Soviets compuesto por representantes
electos de los trabajadores, soldados y campesinos dirigía la
sociedad.
El gobierno Bolchevique declaró que las mujeres debían tener los
mismos derechos, introdujo un programa generalizado para reducir el
analfabetismo femenino, estableció cocinas sociales, lavanderías y
guarderías para disminuir la presión sobre las mujeres. Las leyes de
matrimonio y divorcio se modificaron para permitir a la mujer abandonar
el matrimonio en cualquier momento si así lo deseaba, se introdujo el
derecho al aborto. Alexandra Kollontai se convirtió en la primera mujer
ministra de Gobierno del mundo.
La homosexualidad fue despenalizada y, de hecho, varios de los
principales partidarios culturales y políticos eran homosexuales, entre
ellos Georgy Chicherin, Comisario de Asuntos Exteriores.
La educación, incluida la educación superior, se hizo gratuita para
todos. Se lanzó una campaña de alfabetización masiva. Se impartieron
nueve años de educación básica y todo aquel que obtuviera un certificado
escolar a los 16 años tenía derecho a estudiar en la universidad. En
1921 se habían creado más de 200 nuevas universidades, triplicando el
número en tres años. Se establecieron cientos de escuelas especiales
para enseñar los idiomas de las minorías no ruso parlantes.
La atención sanitaria también se hizo gratuita para todos, y todas
las instituciones médicas se incorporaron al sistema estatal. La
ideología médica cambió radicalmente: en lugar de estar dirigida a
tratar a los más necesitados de enfermedades y lesiones crónicas, el
enfoque soviético se dirigió a eliminar las enfermedades infecciosas
que, en aquel momento, mataban a cientos de miles e incluso millones de
personas pobres. La esperanza de vida, que era menor de 30 años en 1913,
aumentó a 44 en 1926, y al final de la Segunda Guerra Mundial a 60.
A pesar de todo esto, y de la guerra civil lanzada por las potencias
imperialistas después de la revolución, el partido bolchevique de Lenin
consiguió modernizar el alfabeto ruso, introducir lenguas escritas en
varias regiones, poner el reaccionario calendario Juliano en línea con
el resto de Europa. Algunos conservadores, revolcándose en el pasado,
todavía se confunden y utilizan las fechas del calendario Juliano hoy en
día. Se abolieron los pasaportes internos.
Y por supuesto, Lenin fue fundamental en el establecimiento de la
Tercera Internacional, la Comintern, que se encargó de construir
movimientos revolucionarios en todo el mundo.
Los primeros años de vida
Muchas de las ideas de Lenin se formaron durante sus primeros años de
vida en la provincia de Simbirsk. Viviendo en una cómoda pero modesta
casa construida en madera, su padre era un inspector escolar local, un
puesto que usaba para impulsar la reforma educativa. Los tres chicos
Ulyanov se beneficiaron de la atmósfera en la que se fomentaba la
lectura. Alexandr, el mayor, estaba imbuido del espíritu revolucionario,
uniéndose a la “Voluntad del Pueblo”, que creía que el terrorismo
individual llevaría a la revolución. En 1887, fue ejecutado por su
participación en un complot para asesinar al zar. Esto dejó en Vladimir
la convicción inamovible de que tales métodos eran perjudiciales, que
sólo la clase obrera organizada y políticamente consciente podía
completar la revolución.
Expulsado de la Universidad de Kazán después de ayudar a organizar
una manifestación estudiantil, Vladimir se trasladó a San Petersburgo
donde se unió al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, que se había
formado en 1898 para promover los puntos de vista de Marx y Engels
dentro del movimiento revolucionario y obrero ruso. Fue arrestado,
enviado al exilio y, tras su liberación, viajó a Europa, donde desempeñó
un papel importante en los círculos marxistas de allí. Fundó un
periódico, Iskra (la Chispa), que era ingresado ilegalmente a Rusia.
El movimiento socialdemócrata en Europa, originalmente basado en las
ideas de Marx y Engels había crecido enormemente. En Alemania, contaba
con el apoyo masivo de los sindicatos y los representantes electos.
Inicialmente Lenin tenía un gran respeto por los gigantes de la
socialdemocracia europea como Karl Kautsky y Wilhelm Liebknecht, así
como por Georgi Plejánov, el fundador de la socialdemocracia rusa. Pero
la antigua socialdemocracia se había transformado, dominada por aquellos
más interesados en las carreras en el parlamento que en el marxismo
revolucionario.
¿Qué hacer?
Un punto de inflexión en el desarrollo político de Lenin se produjo con la publicación de su folleto ¿Qué hacer?
en 1902 y los debates del Segundo Congreso del POSDR en 1903. Lo que
aparentemente parecía ser una disputa sobre cuestiones de organización,
en realidad fue la división del movimiento socialista de Rusia en dos
alas, reformista y revolucionaria.
Lenin argumentó que el POSDR debía ser un partido de revolucionarios
profesionales, disciplinado, unido y que actuara de acuerdo con el
programa del partido. Sus oponentes, dirigidos por Julio Mártov,
argumentaban que el partido debía ser más amplio. Bastaba, decía, que
mientras un miembro estuviera de acuerdo con el enfoque general del
partido, no era necesario participar en sus actividades. Lenin obtuvo la
mayoría de los votos, su facción se convirtió así en los “bolcheviques”
(mayoria) contra los “mencheviques” de Mártov (minoría).
1905
Dos años después, a principios de 1905, estalló la primera revolución
rusa. El padre Gapon, un sacerdote ortodoxo y probable agente de
policía, tratando de desviar la ira de los trabajadores dirigió una
masiva manifestación al Palacio de Invierno del Zar en San Petersburgo
para entregar una petición pidiendo reformas. La policía zarista abrió
fuego, provocando una oleada de huelgas masivas en todo el imperio ruso,
que entonces incluía Polonia y Finlandia. Los trabajadores formaron los
Soviets por primera vez. A finales de año, Trotsky fue elegido
Presidente del Soviet de San Petersburgo.
Aunque muchos de los Bolcheviques fallaron esta prueba, el mismo
Lenin no lo hizo. Uno de los principales Bolcheviques de San
Petersburgo, Alexandr Bogdanov, representaba a aquellos que habían
trabajado conspirando para construir un partido clandestino, pero se
mostró incapaz de hacer el cambio hacia el trabajo de masas. Murmurando
que el Soviet, que representaba a cientos de miles de trabajadores, era
una maniobra de Trotsky, propuso que los Bolcheviques le dieran un
ultimátum: o adoptaban el programa Bolchevique, o se retiraban. Lenin,
sin embargo, comprendió el significado de los Soviets. Argumentó que el
partido debía abrirse a una masa de jóvenes trabajadores para superar la
influencia conservadora de los “hombres del comité”.
Lenin llegó a la clara conclusión de que no debía haber confianza en
la burguesía liberal, que intentaba llegar a un compromiso con el
zarismo para conceder una asamblea constituyente. Los Mencheviques les
ayudaron. Argumentó que la clase obrera debía trabajar con el
campesinado pobre en un bloque revolucionario para derrocar al zarismo,
para establecer una auténtica democracia revolucionaria. Aunque esto
sería burgués, permitiría a la clase obrera dirigir a todo el pueblo, y
en particular al campesinado, hacia la “¡libertad total, por una
revolución democrática consecuente, por una república! A la cabeza de
todos los trabajadores y los explotados ¡por el Socialismo!” Trotsky fue
más lejos, argumentó que como la burguesía liberal en Rusia, como en
otros países atrasados, era demasiado débil e incapaz de llevar a cabo
su propia revolución, como lo habían hecho la burguesía francesa e
inglesa, la clase obrera tendría que hacerlo por ellos, e ir más lejos
para implementar la revolución socialista.
En los años de reacción que siguieron a 1905, Lenin libró una lucha
por mantener un partido, contra las tendencias de extrema izquierda,
entre ellas Bogdanov, que sostenía que los revolucionarios no debían
participar en el trabajo parlamentario. Pero había grandes desafíos por
delante.
La traición socialdemócrata
La Segunda Internacional siempre había aceptado que la clase obrera
de cada país tenía intereses comunes. Fue una gran conmoción cuando, en
1914, los socialdemócratas alemanes, con las honrosas excepciones de
Karl Liebknecht y Otto Rühle, votaron en el Bundestag para financiar la
máquina de guerra del Imperialismo Alemán. Cuando Lenin se entero por
primera vez, descartó la noticia como una mentira. El menchevismo, al
parecer, no era sólo reformista, sino que inherente a su política era la
traición al internacionalismo. Se dejó a 38 delegados de 11 países
viajar en cuatro autobuses a la Conferencia de Zimmerwald en 1914 para
mantener en alto el estandarte del socialismo internacional.
En la propia Rusia, la organización revolucionaria fue muy difícil,
debido a la guerra y las actividades de la policía zarista. En los
primeros meses de la guerra, el partido bolchevique se redujo a un
puñado de miembros. Todos los miembros femeninos fueron arrestados.
Gradualmente, se construyeron nuevas fuerzas pero apenas estaban listas
para el estallido de la nueva revolución. Cuando una delegación de
mujeres trabajadoras acudió a los Bolcheviques en busca de ayuda para
preparar una huelga para el Día de la Mujer de 1917, se les dijo que
esperaran una decisión del Comité Central. Los Bolcheviques no tenían
una imprenta para producir un folleto para la huelga. Fue el grupo más
pequeño de Mezhraiontsii, un grupo de socialdemócratas revolucionarios
anti-guerra, que más tarde, bajo la influencia de Trotsky, se fusionó
con los Bolcheviques, quienes proporcionaron folletos contra “la guerra,
los altos precios y la falta de derechos de las mujeres trabajadoras”.
Muchos de los líderes Bolcheviques en Rusia habían sido desdeñosos de
las luchas ideológicas que habían tenido lugar, principalmente entre
los socialdemócratas en el exilio europeo, y no entendían el significado
de las diferencias entre los Bolcheviques y los Mencheviques. Incluso
en abril de 1917, en 54 de las 68 regiones rusas, los Bolcheviques y
Mencheviques todavía funcionaban como un partido unificado.
El rearme del partido
Sin embargo, la revolución se estaba gestando. A principios de 1917,
el partido bolchevique estaba creciendo – tenía hasta 2,000 miembros en
Petrogrado. Después de la revolución de febrero, cuando el gobierno
provisional burgués llegó al poder, la dirección local, incluyendo a
Kamenev y Stalin, apoyó al gobierno provisional. Cuando Lenin regresó
del exilio, en abril, se enfrentó a la tarea, como la llamó Trotsky, de
“rearmar el partido”.
Nikolai Sukhanov era un Menchevique que estaba en la estación de
Finlandia cuando Lenin regresó a Rusia. Un testigo hostil, pero honesto,
describió lo que pasó.
“Cuando escriben sobre el entusiasta encuentro con Lenin en la estación
de Finlandia, no hay exageración. Las masas de soldados y proletarios
que llegaron a la estación convocada por los Bolcheviques estaban llenas
de alegría… La llegada del líder Bolchevique estuvo marcada por su
declaración audaz “las llamas de la revolución socialista mundial ya
están ardiendo”… La preocupación de los socialistas, incluyendo a los
Bolcheviques sobre el discurso del recién llegado Lenin no era difícil
de entender. Todos habían estudiado a Marx y Engels, los socialistas
occidentales y todos entendían la secuencia de pasos a seguir de la
misma manera… En primer lugar, la revolución democrático-burguesa y sólo
entonces, utilizando las libertades democráticas y a medida que el
capitalismo se desarrolla y surge una clase obrera, una lucha por el
socialismo… los socialistas rusos no preparaban la lucha armada por el
poder, sino los futuros debates parlamentarios en la Asamblea
Constituyente. Lenin, como un tornado, regresó a Rusia, desbarató sus
planes, decidiendo iniciar los preparativos para la revolución
socialista durante la cual el poder debería ser transferido a las manos
del proletariado y el campesinado pobre, a los Soviets. “
Lenin entonces escribió sus famosas Tesis de Abril. “Pravda”
las publicó sólo después de añadir una serie de comentarios sobre
ellas, señalando que era la opinión personal del autor. Cuando habló en
el Comité Central Bolchevique dos días después, perdió la votación.
Zinoviev, Shlyapnikov y Kamenev se opusieron a él, este último diciendo
que “Rusia no está preparada para la revolución socialista”.
Dzerzhinskiy atacó a Lenin, exigiendo hablar en nombre “de los camaradas
que han pasado por la revolución en la práctica”. Lenin, sin embargo,
se mantuvo firme y a finales de abril se había ganado el apoyo del
partido. Ese fue el momento, dice Sujanov, en que “el calendario
político ruso se aceleró y pasó de febrero a octubre”.
Lenin había confiado en que la clase obrera y en particular la
juventud le apoyaría. El partido Bolchevique creció enormemente durante
1917 al madurar la condición para la victoria de la revolución de
Octubre, en noviembre, alcanzando casi 350.000 miembros a finales de año
cuando se hizo evidente que los liberales y los socialistas moderados
no lograban terminar la guerra, permitir la liberación nacional,
convocar la asamblea constituyente ni tomar ninguna medida para mejorar
la suerte de las masas. Uno de cada cinco miembros del partido tenía
menos de 26 años, la mitad menos de 35.
Cuando Trotsky regresó a Rusia unas semanas después de Lenin, los dos
se volvieron inseparables, dirigiendo conjuntamente la revolución. Sus
diferencias anteriores, que fueron dramáticamente exageradas por sus
enemigos, sobre la necesidad de un partido revolucionario unido y sobre
la naturaleza permanente de la revolución se resolvieron en la práctica:
Trotsky se convenció de que Lenin estaba en lo cierto en el primer
punto, y Lenin pensó que Trotsky estaba en lo cierto en el segundo.
Ambos entendieron que una revolución en Rusia sólo podía tener éxito si
era parte de una revolución mundial más amplia.
A Lenin le gustaba citar a Fausto: “La teoría, amigo mío, es gris,
pero verde es el árbol eterno de la vida”. Lo utilizó cuando explicó por
qué había cambiado su anterior posición de llamar a la “dictadura
democrática revolucionaria del proletariado y el campesinado”. Dijo que
aquellos que aprendieron la frase de memoria estaban ahora atrasados:
“se han pasado a la pequeña burguesía contra la lucha de clases
proletaria… y deben ser consignados al archivo de antigüedades
“Bolcheviques” pre-revolucionarias (puede ser llamado el archivo de los
“viejos bolcheviques”)”.
De hecho, son cuestiones como esta las que demuestran el verdadero
carácter de Lenin, no el que es demonizado por sus oponentes o deificado
por aquellos, que prefieren presentarlo como invencible. Lenin cometió
errores, o podría equivocarse en sus evaluaciones. Pero cuando lo hacía,
podía cambiar de opinión, normalmente después de discusiones vigorosas
con sus camaradas.
Fue este enfoque, combinado ahora con su estrecha alianza con
Trotsky, el que permitió al partido Bolchevique ganar el apoyo de las
masas trabajadoras y de los soldados representados por los Soviets y
conducir la revolución en noviembre a la victoria. El nuevo gobierno
soviético se movió para transformar a Rusia en líneas socialistas.
Pero los imperialistas correctamente vieron a la Rusia socialista
como un faro para los trabajadores de otros lugares. Lanzaron una brutal
guerra civil, al menos 14 ejércitos imperialistas- incluyendo los
británicos, alemanes, estadounidenses, japoneses y franceses- apoyaron a
los antiguos grupos zaristas y de la Guardia Blanca para tratar de
derrotar la revolución. Los heroicos sacrificios realizados por la
clase obrera durante la guerra la dejaron exhausta y agotada. El retraso
en la revolución mundial, particularmente después de la traición de la
revolución alemana por los socialdemócratas, vio aislada una economía
atrasada. Esto condujo a una reacción, una degeneración de la
revolución.
La última batalla de Lenin
Se hicieron dos intentos de asesinar a Lenin. El segundo, más
exitoso, de Fanny Kaplan, una socialrevolucionaria de izquierda, en
1918 lo dejó con una bala alojada en su cuello, lo que contribuyó al
infarto que sufrió más tarde antes de morir en 1924. En este período,
sin embargo, se dio cuenta de que las fuerzas de la reacción estaban
cobrando fuerza dentro del nuevo estado soviético en torno al
triunvirato Zinoviev-Kamenev-Stalin. Lenin lo describió como “ser
absorbido por un pantano burocrático asqueroso”. Para contrarrestar esto
propuso un pacto con Trotsky para luchar contra la burocracia en
desarrollo, pero desafortunadamente la situación objetiva estaba en
contra de ellos. Durante la década siguiente se desarrolló una
contrarrevolución política burocrática que culminó en la horrenda
dictadura estalinista, que, al tiempo que mantenía la propiedad estatal
de los medios de producción, anuló muchos de los logros sociales y
democráticos de la revolución.
El legado de Lenin
Además de ser, con Trotsky, el líder de la revolución rusa, Lenin nos
ha dejado un enorme legado teórico y práctico. Demostró por qué es
necesario construir una organización revolucionaria fuerte con un
programa claro, capaz de unir a la clase obrera en la lucha por el
socialismo. Un partido así, advirtió, no se construiría de la misma
manera en todos los países. Los revolucionarios, argumentó, deben estar
preparados para intervenir en todos los “campos, esferas y aspectos de
la vida pública, y trabajar en todos ellos de una manera nueva, de forma
comunista”.
Su análisis del Estado como instrumento de represión en la sociedad
de clases es de inmensa relevancia hoy, cuando los gobiernos
capitalistas tratan de convencernos, durante la crisis del COVID19, de
que estamos todos juntos en esto, para que la clase obrera cargue con el
costo del colapso económico.
El enfoque de Lenin sobre la cuestión nacional basado en el
reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación es
revolucionario incluso hoy en día, cuando muchos gobiernos capitalistas
rechazan este derecho, ya sea en el Kurdistán, Cataluña, el Tíbet o en
el norte de África.
Y por supuesto está la experiencia del enfoque de frente único de los
Bolcheviques, que les permitió, a través de los Soviets, construir un
movimiento poderoso y unido capaz de derrocar al capitalismo.
Pero, sobre todo, quizás sea el enfoque de Lenin sobre el marxismo
revolucionario, que nunca trató como un dogma sino que desarrolló de
acuerdo con la experiencia de la vida, ya que comentó:
“Quien espera una
revolución social ‘pura’ nunca vivirá para verla. Esa persona habla de
la revolución de boquilla sin entender lo que es la revolución”.