Discusión sobre Feminismo Socialista en el Comité Ejecutivo Internacional del CIT
18/09/2019, Anne Englehardt, SAV (CIT en Alemania). Original publicado el 03/09/2019 en http://worldsocialist.net/, web internacional del CIT.
En la reunión del CEI del 12 al 16 de agosto, camaradas de 25 países diferentes examinaron los orígenes y el impacto de las luchas feministas en todo el mundo, y su conexión con los cambios en la clase obrera y su movimiento, en una sesión animada sobre el feminismo socialista.
Mujeres en lucha alrededor del mundo
Mientras que el movimiento #metoo descubrió las estructuras de poder misógino en la cultura, los deportes, la ley, etc., también dio paso a paros liderados por trabajadoras de McDonalds y Google contra el acoso sexual en todo el mundo. Además, se debatió como las crecientes protestas contra la violencia de género en Argentina, Italia, España y otros lugares están vinculadas a las luchas sociales y económicas de la clase obrera, por un lado, pero también a una creciente mentalidad anti-machista y a la necesidad y deseo cada vez mayor de las mujeres de liberarse de la violencia machista, por el otro.
Las huelgas en el sector educativo en los Estados Unidos, Brasil, Polonia y el Reino Unido, entre otros, también fueron llevadas a cabo principalmente por mujeres, que representan la mayor parte de los trabajadores de este sector. También se han visto con frecuencia en los dos últimos años huelgas en el sector de la salud por la igualdad salarial, como en Glasgow el año pasado, o en el hospital Charité de Berlín para conseguir más personal y subidas de salarios, donde las mujeres también han estado en primera línea.
Las luchas feministas inspiran las luchas de los trabajadores
En cuanto a las retrógradas y peligrosas restricciones al acceso al aborto, vimos que se desarrollaban protestas en Alabama (EEUU), Brasil, Polonia y movimientos exitosos en Corea del Sur y el año pasado en Irlanda, donde nuestros camaradas del Partido Socialista desempeñaron un papel importante en el movimiento para “Derogar la 8ª enmienda” (antiguo artículo de la constitución que prohibía el aborto hasta que se votó su derogación por referéndum – NT). Los lemas, estrategias y el espíritu de esos movimientos fueron asumidos por otros trabajadores en lucha, lo que demostró cómo el movimiento de mujeres puede inspirar las luchas de la clase obrera tanto en las comunidades como en los centros de trabajo.
De la misma manera, la idea de una «huelga mundial de mujeres» ha sido planteada por muchas activistas del movimiento feminista y se están llevando a cabo debates sobre cómo puede tener éxito una huelga de este tipo y el papel que deben desempeñar los sindicatos y los partidos de izquierda y revolucionarios. Un punto de referencia clave en la discusión fue el rechazo de la actitud conservadora y recelosa hacia las nuevas y crecientes luchas de masas de las mujeres que mostró el antiguo Secretariado Internacional (SI) del CIT, ahora escindido del CIT.
Con el fin de profundizar nuestra comprensión teórica, nuestras perspectivas para las luchas de las mujeres en todo el mundo, y nuestro trabajo práctico socialista feminista e intervenciones en el movimiento, el CEI discutió la formación de una Comisión Internacional de la Mujer provisional para impulsar y coordinar la discusión e intervenciones internacionales. También se propuso una iniciativa global conjunta el 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género. En el Congreso Mundial de enero de 2020 se debatirá una propuesta para una nueva Comisión Internacional de la Mujer.
La sesión de la reunión del CEI sobre Feminismo Socialista fue introducida por Laura Fitzgerald del Partido Socialista, CIT en Irlanda. Se refirió al reciente caso del multimillonario financiero Jeffrey Epstein, que había creado toda una red para abusar sexualmente de mujeres y niños. Se dice que incluso uno de sus aviones privados tenía el aberrante nombre de «Lolita». Sus estrechos vínculos con la familia Clinton y otros representantes de la clase dominante indican la cultura de la explotación y la opresión a las mujeres que reina entre las élites alrededor del mundo. Este caso, el caso de Harvey Weinstein, y muchos otros, muestran que la opresión y la violencia machistas está profundamente vinculadas con las estructuras del capitalismo.
La cuestión de cómo analizamos los movimientos contra el machismo está estrechamente relacionada con la cuestión de cómo intervenimos en estas luchas. Elin Gauffin, de Suecia, resumió el argumento en su discurso de clausura diciendo que el machismo no es como un grifo que se abre y se cierra, como si la clase dominante pudiera simplemente orquestarlo. Es un rasgo estructural cotidiano del capitalismo, con características diferentes en las diferentes regiones y países, y tiene que ser discutido de manera muy concreta.
Un compromiso político positivo y enérgico, aunque crítico, con los movimientos feministas a nivel global ayudará a aumentar la confianza y la capacidad política de todos los miembros del CIT para intervenir en estas luchas. También ayudará a los camaradas a desempeñar un papel decisivo en estos movimientos en el futuro, introduciendo el marxismo revolucionario y la idea del poder obrero democrático independiente en las luchas de masas, que pueden romper con el feminismo liberal y de la clase dirigente. De esta manera podemos construir un movimiento socialista feminista que una sus fuerzas con todas las demás luchas contra la opresión y el movimiento de la clase obrera en general contra el capitalismo.
Una clase obrera cambiante
Desde los años 70, junto con un crecimiento general del tamaño de la clase obrera a nivel mundial, los salarios en el sector industrial se han reducido cada vez más debido a los ataques neoliberales y a la subcontratación. Esto destruyó el modelo de “un único sostén de la familia», en las regiones donde existía. Por lo tanto, más mujeres se ven obligadas a trabajar a tiempo parcial y cada vez más a tiempo completo, además del trabajo doméstico no remunerado.
Al mismo tiempo, se encontraron nuevas estrategias de acumulación de capital en la privatización del «sector reproductivo» (es decir, educación, sanidad, limpieza y producción de alimentos frescos, etc.). Esta mano de obra no puede automatizarse fácilmente, lo que significa que la productividad es muy baja en comparación con los sectores industriales y tecnológico. También significa que estos sectores abarcan una fuerza de trabajo comparativamente enorme, compuesta en su mayoría por trabajadoras y trabajadores migrantes. Para aumentar la productividad, los trabajadores de estos sectores son objeto de constantes ataques a través de los intentos de introducir “producción ajustada», vigilancia, recortes salariales, aumento de la jornada laboral, etc.
Esta es la razón por la que vimos a los trabajadores de cadenas alimentarias precarias como McDonalds y Kentucky Fried Chicken y de cadenas de distribución de alimentos, como Deliveroo, entrar en huelga. Además, especialmente los maestros y enfermeras han visto el constante empeoramiento de los niveles de vida de la clase trabajadora en sus relaciones con los estudiantes o los pacientes y sus familias. Por lo tanto, no es de extrañar que observemos luchas en la educación, la atención sanitaria y la asistencia social en todo el mundo. En 2018 y en lo que va de año, hubo huelgas en la educación en Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, Polonia y muchos otros países, enfrentándose a los nuevos planes de pensiones e impulsando el aumento de los salarios.
Al frente de estas batallas, pasando por nuevas e importantes experiencias de lucha bajo el capitalismo, está un proletariado mayoritariamente femenino y migrante. Los sindicatos han empezado a cambiar drásticamente en lo que respecta a sus miembros. Si bien el tamaño de los sindicatos en los sectores privado e industrial, más dominados por los hombres, ha disminuido, ha crecido en los sectores público y de servicios, organizando la nueva mano de obra activa de mujeres y migrantes. Desde esa perspectiva es más comprensible que este sector de la clase obrera también esté más involucrado no sólo en la lucha contra los problemas en el lugar de trabajo, sino en la lucha contra la opresión de todo tipo.
Jane Barros de LSR (CIT en Brasil) informó que en Brasil, los movimientos contra la reforma de las pensiones, la destrucción de la tierra y el hábitat de los pueblos indígenas, los recortes en la educación y la violencia sistemática contra la población afrobrasileña estaban dirigidos principalmente por mujeres. En algunos casos, han sido las mismas mujeres que participaron en las huelgas de maestros contra la reforma laboral y de pensiones. Antes de la elección del presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, fueron principalmente las manifestaciones masivas de mujeres las que salieron a las calles contra él bajo el lema #elenao (no él).
En Estados Unidos, en Virginia Occidental y en otros estados, los maestros organizaron huelgas ilegales para desafiar los bajos salarios. Muchos de ellos, antes o después, también asistieron a las marchas de mujeres contra Trump o se inspiraron en ellas. En Polonia, los maestros se declararon en huelga, también parcialmente inspirados por el movimiento de huelga de mujeres contra los ataques al derecho al aborto en octubre de 2016.
En muchos ejemplos recientes, las direcciones sindicales fueron desafiadas en el curso de estas disputas. En la huelga de enfermeras de guarderías en Alemania en 2015, en Brasil, Polonia, Estados Unidos y en la huelga de universidades en el Reino Unido el año pasado, la burocracia sindical se vio superada, ya sea por una militancia que rechazó audazmente los ridículos «resultados de la negociación» y huelgas ilegales, o por organizar sus protestas independientemente de las direcciones sindicales. Este es un desarrollo que veremos incrementarse en las luchas del futuro cercano, y del cual tendremos que aprender. Muestra que la audacia de una nueva capa de activistas ha comenzado a dejar huella en la situación.
Mametlwe Sebei, de Sudáfrica, señaló que tanto el racismo como el machismo son pilares centrales del capitalismo y que esto también es evidente en la sociedad sudafricana. Utilizando el ejemplo de una huelga minera contra el acoso sexual, explica que la conciencia de la clase obrera en su conjunto sobre la cuestión del machismo ha cambiado considerablemente. También ha habido un enorme progreso en las industrias pesadas y mineras dominadas por los hombres, con un mayor rechazo al machismo, que se expresó recientemente en esta huelga.
Esto también cuenta para el desarrollo de levantamientos masivos. Cédéric Gerome, de la minoría del anterior SI, analizó el papel de la mujer en las protestas de la Primavera Árabe en Túnez y Egipto y en el actual movimiento de masas en Sudán, donde alrededor del 70% de las activistas eran mujeres jóvenes. También señaló que la élite saudita en particular se estaba beneficiando masivamente de la opresión a la mujer y que una relajación de las leyes contra la mujer también podría desestabilizar el régimen de ese país, que se basa en la represión dictatorial, y que cualquier desviación de ello sería una señal a las masas de que el régimen puede ser desafiado. En el Estado español, desde hace dos años, el 8 de marzo se organizan huelgas masivas contra la violencia sexual y el machismo, cada vez más numerosas y fuertes bajo el impacto de las medidas de austeridad y de los ataques autoritarios y de derechas contra los movimientos de protesta.