Acceso, Libertad y Organización en las Artes
04/08/2016, original del número cero de la revista BadArt (en inglés).
El escultor Rob MacDonald analiza en este artículo la triple lucha por
el arte: acceso a los recursos y el tiempo necesario para hacer y apreciar
arte; libertad del control político y del estado, y de la interferencia de los
intereses comerciales; y organización, para unir a artistas y conseguir mejoras
vinculadas con el resto del movimiento obrero y la lucha por el socialismo.
El “establishment” a menudo
vende la ilusión de las personas que se dedican al arte como excesivas, poco
prácticas, diletantes mimadas. En París en los años 1920 tomaban absenta para alterar su mente, bailaban desnudas alrededor de hogueras en los 60, o
lanzaban televisores desde habitaciones de hoteles en los 70.
Muchas de nosotras somos
extravagantes – y orgullosas de serlo – pero el estereotipo es parte de un
esfuerzo consciente para separar a la clase trabajadora de las artes. Siempre
ha habido personas adineradas y manirrotas en las artes. Pero también ha habido
una larga historia de artistas de la clase trabajadora. Hoy, lo más probable, y más que en ningún otro momento de la historia, es que la persona artista sea de clase trabajadora, en lugar de rica y holgazana.
La percepción de los excesos
del arte todavía existe. Pero se expresan más hoy por la obscena desigualdad
entre celebridades y artistas de la clase trabajadora y jóvenes que a menudo están en
trabajos inseguros y mal pagados. Luchamos por espacios para desarrollar
nuestra creatividad, y después nos enfrentamos a la explotación, presión hacia el conformismo y a un sistema que quiere nuestros talentos sin pagarnos.
En los países capitalistas
avanzados, las artes se han desarrollado más que nunca anteriormente en cuanto
al número de personas que participan en ellas o las disfrutan. En teoría
existen todas las herramientas y opciones para que la clase trabajadora y la
juventud puedan expresarse artísticamente. En comparación con el resto de la
historia humana, la sociedad tiene mucha más educación, tiempo libro y
recursos.
Pero la realidad para muchas
personas es muy diferente. Las que han pasado del total anonimato a estrellas
del rock, novelistas de éxito o artistas de talla internacional son casi tan
poco comunes como un unicornio. La mayoría de esta minúscula élite nació ya en
ella, ya que provienen de familias muy ricas o bien conectadas. Pero para el
resto de nosotras, incluso con el mejor de los talentos, no es posible ni siquiera
ganarse un sueldo digno en las artes.
Alrededor del mundo la pobreza
extrema es la norma para grandes secciones de la sociedad. Incluso en los países
más ricos los recortes presupuestarios y las privatizaciones han desencadenado
una inseguridad sin tregua en cuanto a trabajo y vivienda para la clase
trabajadora y para una parte importante de la clase media. En este ambiente, el
arte de y para la clase trabajadora y jóvenes se queda al final de
la lista de prioridades. En su lugar, se ofrecen rebajas fiscales para las
grandes fortunas que pueden permitirse el disfrute de las artes privatizadas.
Pero alrededor del
mundo la gente está luchando contra este sistema. Está creando nuevas organizaciones para avanzar en esta
lucha, con diferentes grados de éxito. Movimientos sociales como la campaña
contra las tasas de agua en Irlanda, sindicales como la lucha por un salario
mínimo de 15 dólares la hora en EEUU, políticas como la ola de apoyo a Bernie
Sanders… Estamos en una nueva era política donde han desaparecido las viejas
certidumbres de relativa estabilidad económica y política.
El capitalismo no puede
resolver estos problemas, que son inherentes al propio capitalismo, como discutimos
en más profundidad en el artículo “¿Qué
es el capitalismo? ¿Qué es el socialismo?”. La tarea de socialistas en las
artes es ayudar a dirigir la lucha para defender y extender el acceso y la libertad en las
artes para la clase trabajadora y la juventud. Pero vinculamos cada paso de esta lucha con la necesidad de cambiar el sistema, con la de arrebatar el
poder económico y político al capitalismo y sus políticas.
La única manera de hacer esto
es proponiendo un programa, una serie de demandas alrededor de las cuales se
puedan organizar a artistas y a otras trabajadoras para ganar. Luchando
por estas demandas esperamos aprender a construir este
movimiento con otras personas, y ayudar a la clase trabajadora y jóvenes a descubrir su poder colectivo
para cambiar la sociedad.
Este artículo es parte de
nuestra contribución para desarrollar ese programa y construir la lucha por el
socialismo.
Acceso
El arte es esencial en la
actividad humana y signo de la salud de una sociedad en un momento
determinado. La clase trabajadora tiene tanto derecho al arte como el 1% más rico. La expresión artística sirve a la humanidad para entenderse a
sí misma y romper la barrera entre individuos y culturas. Este efecto es
difícil de cuantificar, pero los estudios realizados demuestran que la
inversión en las artes tiene un impacto positivo en la salud mental y física de
la población.
Frenar la posibilidad de que
una sociedad comparta y refine ideas y experiencias contribuye a su aislamiento
y desesperación. Esto, conscientemente o no, es exactamente lo que quiere la
patronal. Especialmente en un periodo en el que la clase trabajadora y jóvenes
están empezando a buscar maneras de desafiarla.
Para crear arte, o simplemente
disfrutarlo, se necesitan las instalaciones y el tiempo para hacerlo. En caso
contrario solamente puede participar la élite rica. Esto está vinculado con la
necesidad de educación gratuita y de calidad para todas las personas. El
aprendizaje debería ser un proceso creativo que empiece el día que naces y
termine el día que mueres. También está vinculado con la necesidad de subidas
de salarios y jornadas laborales más cortas, para dar a todas las personas el
tiempo y la energía para participar en las artes.
Sin embargo los gobiernos están
haciendo recortes en bibliotecas, museos, centros de arte, escuelas y
universidades, centros juveniles y otros servicios. Están vendiendo bienes
públicos a especuladores privados. Y todo esto está incrementando la pobreza
cultural. Si se añade a esto la falta de espacios asequibles para ensayos y talleres
artísticos es fácil entender por qué muchas personas están buscando formas de luchar
por la defensa de las artes y la cultura.
No se trata solamente de
mantener y extender instituciones artísticas y culturales, sino de cómo las
utiliza el capitalismo. Los políticos del sistema ven las artes y la cultura no
como la propiedad de las sociedades que las crearon sino como puntos de venta. Por ejemplo, en Barcelona se
están levantando apartamentos de lujo y grandes hoteles. Los viajes y el
turismo son esenciales a la experiencia humana pero la patronal está
canalizando turistas a determinadas zonas de una forma abusiva, favoreciendo los excesos
para maximizar los beneficios que puedan obtener. Conscientemente atraen a la
clase adinerada a estas nuevas casas, haciendo que suban los alquileres y el
valor de las viviendas en estas zonas y expulsando de ellas a la clase
trabajadora, jóvenes y artistas. Todo esto tiene un impacto negativo en estos barrios
y el arte que creamos.
Todos estos temas están
relacionados. Un acceso al arte universal, pleno y sano no es posible bajo el
capitalismo: sus motores son la explotación para la maximización de los
beneficios empresariales, en lugar de para cubrir las necesidades humanas.
Solamente hay que ver las enormes ganancias en la cúspide de las industrias
artísticas, en oposición a los recortes y cierres que sufrimos.
Cuando necesitamos un centro
cultural y se nos dice que no “hay dinero” para eso, debemos construir una
campaña para obtener este dinero de los beneficios de la patronal y el gobierno.
Las artes y la cultura deberían ser de dominio público y no estar en manos
privadas. Artistas, trabajadoras y barrios deben poseer y controlar
democráticamente los centros artísticos y culturales para mantenerlos para
todas y no para el beneficio de la patronal.
Libertad
El acceso es solamente el
punto de partido, pero este acceso necesita libertad creativa para tener
significado.
El sistema capitalista
entiende el poder del arte y lo usa cada día. La publicidad lo utiliza para
vendernos productos que son innecesarios o duplicados innecesariamente por
empresas que compiten entre ellas.
En muchos países alrededor del mundo se encarcela, prohíbe y oprime a artistas y sus visiones alternativas. Esto por sí mismo es prueba del poder del arte. Estas violaciones directas de los derechos de artistas son parte de la respuesta de la clase dirigente a problemas sociales más amplios que está creando el capitalismo para la mayoría. Luchar contra la opresión a artistas significa luchar para erradicar el sistema que lo causa.
Las actitudes cambiantes del
público significan que se está desarrollando un ambiente anticapitalista en
parte del arte comercial. Por ejemplo, el villano de La LEGO Película era el dictatorial Señor Negocios (traducido en
España como “Megamalo”). Pero en general, el arte que el capitalismo propone afirma
activamente, o acepta pasivamente, la supremacía de las grandes empresas, los
estereotipos racistas y de género, etc.
Las socialistas debemos también involucrarnos con el
arte desde un punto de vista político para luchar contra estas ideas. El verdadero
arte debe ser ganado para la revolución. Pero para nosotras, el arte no puede
reducirse a una herramienta de propaganda. Para la mayoría, el arte debe ser
libre de existir puramente por sus propios méritos, en cualquier género, para
promover la verdadera libertad de expresión.
En muchos de los países capitalistas avanzados hay
una aparente libertad artística y se difunde una gran variedad de arte,
incluyendo arte de protesta. El capitalismo, al permitir selectivamente algunas
visiones alternativas, puede mantener bajo su control otras y marginar otras
ideas más peligrosas para su posición de poder.
No existe la completa objetividad. Toda la información tiene una opinión: lo que incluyes, como lo incluyes y lo que dejas fuera. Bajo el capitalismo, los medios de información, las compañías discográficas, las galerías de arte y un largo etcétera son negocios. Las personas que los poseen obtienen beneficios de ellos y no tienen interés en distribuir ideas que puedan ayudar a alterar este orden de cosas. Internet ha abierto algunas oportunidades para un mayor acceso y libertad. Pero al final, no ha ganado la batalla por la libertad, sino que ha abierto otro campo de batalla a controlar por el capitalismo.
Los poderes establecidos tienden a dividir las artes en “mayores” y “menores”. Se trata de ofrecer una simplificación paternalista que puedan digerir las masas, o una exquisitez intelectual exclusiva
para las altas esferas.
El capitalismo ve el arte como un símbolo de estatus
para los ricos, como una mercancía que explotar. Generalmente, solamente está
interesado en financiar expresiones artísticas que son comercial y
políticamente ‘seguras’. Las artistas sufren presiones económicas inmensas
hacia el conformismo, o se enfrentan a vivir en la pobreza. Bajo estas
condiciones la verdadera libertad de expresión a gran escala es imposible.
Esta falta de libertad y control aliena a artistas.
Las ‘contraculturas’ se crean como alternativas al arte popular, pero al
hacerlo corren el riesgo de aislarse de la lucha para cambiar la sociedad.
Esto es un problema porque el capitalismo siempre intenta coaptar los
movimientos alternativos con más éxito.
El
jazz, el hip hop y el grafiti comenzaron como movimientos artísticos de
protesta entre la juventud negra y trabajadora. Todavía hay artistas que hacen
obras de arte políticamente progresistas en estos géneros, especialmente en los
dos últimos. Sin embargo, el jazz es ahora mayormente visto como la reserva de
una intelectualidad blanca y rica, el hip hop popular produce parte de la
propaganda más ultra-capitalista y sexista, y agentes como Steve Lazarides hacen
fortunas del apetito de los superricos por el arte callejero ‘transgresor’.
Necesitamos
nuestro propio arte. La clase trabajadora y la juventud y todas las personas
que se enfrentan a la opresión necesitan una manera de expresar
constructivamente su frustración y rabia, entender sus sentimientos y
enfrentarse a sus causas. Pero también necesitamos acceso a todos los tesoros
artísticos que la clase dirigente encierra fuera de nuestro alcance con cadenas financieras y educativas.
Necesitamos
defender nuestro derecho a que existan todas las formas de expresión artística. Al
mismo tiempo, tenemos que explicar que dentro de un sistema social basado en la
división por clases, como el capitalismo, el arte políticamente retrógrado es
un producto inevitable de presiones económicas y sociales. Pero los comentarios
reaccionarios no pueden esperar no tener una respuesta.
Ofrecer
a artistas una visión de libertad del control y las distorsiones del
capitalismo en nuestro pensamiento y trabajo es central para popularizar el
socialismo.
El
socialismo podría liberar a la humanidad de trabajos inútiles e ingratos.
Podría acortar la jornada laboral y mejorar salarios y condiciones a través de
la propiedad pública y la planificación democrática de la economía. Podría
liberar el enorme potencial de las tecnologías modernas para aumentar el tiempo
libre y liberar la búsqueda artística de factores económicos. Sobre esta base, las
pasiones y talentos individuales y colectivos pueden florecer para el disfrute
de toda la sociedad.
Esto
significa la libertad para el arte. Pero debemos luchar por ella.
Organización
Para
empezar a luchar por estos cambios necesitamos organizarnos. Para algunas
artistas este puede parecer un tema espinoso pero hay que coger el toro por los
cuernos. El talento, la creatividad y la dedicación de las artistas son más que
suficiente para organizar la lucha por el arte.
Los métodos de organización tradicional del
movimiento obrero son claves. Los sindicatos pueden jugar un papel fundamental,
especialmente para organizar a trabajadoras creativas. Los sindicatos de las
artes y la cultura necesitan llegar a aspirantes a artistas, no solamente a las
personas que ya trabajan. A menudo los sindicatos no tienen una agenda radical
para apelar a artistas noveles y aspirantes.
Las
campañas locales y movimientos sociales también son lugares para organizar la
resistencia a los ataques al arte y la cultura. Estas campañas unen a
las comunidades afectadas. A menudos sus objetivos son defensivos,
como intentar salvar un servicio. Pero también necesitamos campañas ofensivas para
luchar por más centros y servicios, más y mejores empleos, y para ganar a las
generaciones más jóvenes para la lucha.
Si
los sindicatos y las luchas sociales no construyen una voz política unitaria
para la clase trabajadora y la juventud, explicando la necesidad de cambiar la
sociedad de abajo a arriba, las victorias de estas campañas serán temporales.
Es
cierto que algunas artistas tendrán dificultades para organizarse.
Especialmente ‘artistas conscientes’ que priorizan producir arte sobre sus
necesidades de seguridad financiera. Algunas personas no pueden ver la
necesidad de luchar más allá de sus dificultades personales inmediatas.
Para alcanzar a estar personas necesitamos explicar que luchar para cambiar la
sociedad es la manera de superar de forma permanente estas dificultades
personales. Necesitamos ser creativas, construir campañas que tiendan puentes
entre artistas y el movimiento obrero más amplio.
Existen
‘colectivos de arte radical’ que se enfrentan al sistema actual, ya sea creando
nuevas formas de arte o produciendo obras políticas. Aplaudimos los instintos
correctos que tienen estos grupos para organizarse y trabajar por el cambio. Pero
algunos de estos grupos también tienen debilidades en sus enfoques.
Algunos
están conectados directa o indirectamente a las grandes empresas para su
financiación. Esto les lleva finalmente a rebajar su tono político, o a ofrecer
críticas del estado actual de las cosas sin concluir que debemos organizarnos
para cambiarlo.
Otros
se basan en métodos inspirados en el anarquismo de acción directa en los
barrios. Esto a menudo es muy positivo pero no siempre consigue un vínculo con
residentes y trabajadoras o explican la necesidad de organizar una lucha
política unitaria.
El
arte puede ayudar a cambiar y desarrollar la visión y el entendimiento de
la gente de cuestiones sociales. Esto es positivo pero no va a cambiar por sí
mismo la forma en la que se rige la sociedad.
Existe
un espacio para desarrollar grupos de artistas y trabajadoras culturales que
puedan proponer una agenda para una lucha socialista en las artes que a su vez
una otras luchas. Queremos construir este movimiento y ayudarle a
desarrollar las ideas y estrategias políticas más efectivas.
Más allá de esta
triple lucha
El
arte por sí solo no puede cambiar el mundo. Solamente la clase trabajadora, a
través de su organización política independiente, puede realizar un desafío a
la forma capitalista de organizar la sociedad. Pero el arte tiene un papel
fundamental en esta lucha, ya sea pintando flores o diseñando panfletos
revolucionarios.
Las demandas esenciales de acceso y libertad están atadas
a cada nivel a la necesidad de cambiar la sociedad. Las campañas son más
efectivas cuando se vinculan estas luchas diarias con su causa última, el
verdadero enemigo del arte: el sistema capitalista.
Los
movimientos obreros necesitan la inspiración y el talento creativo para ayudar
en la lucha contra el capitalismo. Las artistas necesitan el movimiento obrero
como fuerza con el poder económico y social para cambiar la sociedad.
El
arte por sí solo no puede cambiar el mundo.
¡Pero
no podemos cambiar el mundo sin el arte!
Rob MacDonald es parte del equipo editorial de BadArt. Email: rob@badartworld.net.