AMÉRICA LATINA EN LA ERA DEL DESORDEN
En meses recientes, hemos visto una nueva serie de estallidos sociales en nuestra región. Desde Panamá hasta Perú, pasando por Ecuador, han experimentado grandes explosiones populares, que sólo pueden ser entendidas como producto de la crisis económica que se siente a nivel mundial, la crisis alimentaria y la crisis en los precios de los combustibles. Esta situación ha provocado una caída en las condiciones de vida de nuestra clase, que ha motivado que nuevamente el movimiento social tome las calles.
Por Alternativa Socialista, ASI en México
Estos estallidos que atraviesan la región comparten una característica con los grandes movimientos de 2019 en Colombia, Ecuador y Chile. Nuevamente, si bien las movilizaciones han comenzado por algunos sectores en específico de la clase trabajadora, en este caso los transportistas, han sido capaces de terminar agrupando a diversos sectores del proletariado. E incluso, esta coordinación entre sectores de nuestra clase, ha ayudado a conseguir que los gobiernos de estos países hayan terminado por dar marcha atrás con las medidas antipopulares, de momento.
Desde Alternativa Socialista Internacional hemos hablado de la nueva Era del Desorden. Esto implica el fin de la era de la hegemonía neoliberal y una nueva reorganización en el dominio de la burguesía. Este proceso no es algo automático, sino que se irá desarrollando gradualmente y justo en ese proceso de reordenamiento se abren nuevas oportunidades. Las movilizaciones recientes y aquellas acontecidas en 2019 nos demuestran que la burguesía tendrá cada día más complicaciones para aplicar medidas de corte neoliberal. Al mismo tiempo, nos muestra que la reactivación del movimiento nos da un mayor margen para intervenir con un programa socialista y revolucionario.
Sin embargo, así como en 2019, la realidad nos vuelve a arrojar la gran lección que debemos asumir los revolucionarios. Un gran estallido social no es capaz por sí mismo de abrir una brecha para dar paso a un momento revolucionario. Sin la dirección revolucionaria y sin un programa político con demandas transicionales que logren vincular estas reivindicaciones populares con la necesidad de organizarse y luchar por una revolución socialista, el movimiento se estanca e inevitablemente retrocede y se termina dispersando.
El ejemplo perfecto de esa situación es Ecuador. En el país sudamericano, la CONAIE, en conjunto con los principales sindicatos y el apoyo de sectores campesinos, han sido capaces de paralizar al país y volcar a nuestra clase a las calles en la lucha contra las medidas del reaccionario Guillermo Lasso, así como lo hizo contra Lenin Moreno. Sin embargo, a pesar de ahora contar con una dirección más a la izquierda que en 2019, ha sido incapaz de llevar al movimiento más allá y terminó por conformarse con la conquista de algunas demandas inmediatas y sin traducir la lucha en un proceso de organización de nuestra clase hacia una perspectiva revolucionaria..
Pero estos no son los únicos procesos que han sacudido a América Latina, la reactivación del movimiento obrero en México y la lucha contra Bolsonaro en Brasil, han abierto dos procesos importantes para la izquierda marxista. La lucha por sindicatos combativos y democráticos y la lucha sí contra la ultraderecha, pero también contra el cortoplacismo reformista, nos permiten plantear también la necesidad de que nuestra clase cuente con organizaciones independientes de combate desde la cuál pueda organizarse para las batallas venideras.
La nueva Era del Desorden es una ventana para tener una participación más activa en la lucha por la reconstrucción de la izquierda socialista y revolucionaria. Dicha tarea no será fácil, pues así como se abren oportunidades para nuestras fuerzas, los errores del reformismo y la desmoralización del movimiento de la clase trabajadora pueden abrir un espacio también en el otro extremo, el de la reacción. Ejemplos como el de Bolsonaro en Brasil, José Antonio Kast en Chile, Rodolfo Hernández en Colombia o Javier Milei en Argentina nos dan prueba de ello. Nuestra tarea es entonces tener una aproximación hacia estos movimientos de masas y vincularnos con el gran conjunto de la clase trabajadora. En este esfuerzo habrá que tener flexibilidad en cómo buscamos ganar a nuestra clase para la causa socialista, pero sin que ello conlleve a que se oculten las banderas o se rebajen las ideas de nuestra causa.
¡Luchemos por una América Latina socialista!