COLOMBIA 2022: UNA VICTORIA HISTÓRICA DE LA IZQUIERDA
Las elecciones legislativas del pasado 13 de marzo ponen de manifiesto un país distinto a aquel dominado por la derecha uribista por más de veinte años. Representan, a día de hoy, un rayo de esperanza para el ascenso de un gobierno de izquierda por primera vez en toda la historia de la República.
Por David Quintana, simpatizante ASI Colombia
La izquierda colombiana, encabezada por la figura del ex militante del movimiento M-19, Gustavo Petro y la activista ambiental afrodescendiente Francia Márquez ha conseguido resultados hasta ahora completamente inesperados para una coalición de izquierda en un país tradicionalmente considerado de ‘derechas’ y un bastión del imperialismo estadounidense.
El éxito del Pacto Histórico es en últimas un producto de la lucha social y enfrentamientos de clase titánicos por parte de la clase trabajadora y las masas oprimidas, en particular los paros nacionales de 2019 y 2021.
Con cerca de 4.5 millones de votos, Petro consiguió la máxima votación en las consultas presidenciales realizadas en conjunto con las elecciones al congreso. Márquez por su parte, y en un movimiento cargado de emotividad, llegaría al segundo lugar de la consulta de izquierda (que compartió con Petro) y a un tercer lugar si extrapolamos los resultados en una clasificación general, superando incluso a Sergio Fajardo, el candidato oficial de la coalición ‘moderada’ o de ‘centro’, El Centro Esperanza, por cerca de 60 mil votos. Su votación total, de 783 mil votos es mayor, incluso, que la de 2 importantes precandidatos de la derecha cuyas redes de corrupción electoral son bien conocidas alrededor del país.
A nivel legislativo—que es la cuestión que nos atañe en este instante—el conteo, a 16 de Marzo, se encuentra enlodado por un presunto caso de fraude electoral, de una magnitud inimaginable, incluso para los estándares de la célebre ‘democracia más fuerte del continente’. Cerca de 29.000 de las mesas de votación habilitadas, casi un cuarto del total, presentan un curioso patrón de votación: el sector opositor del Pacto Histórico, con la mayor votación parlamentaria del país, no registró ni un solo voto en dichas mesas. Un hecho sospechoso que ha llevado a un enorme revuelo a nivel nacional, y cuyas consecuencias aún están por verse.
Aún así, la bancada de izquierda de la que estaríamos hablando, incluso si los votos robados no llegan a ser recuperados, giraría en torno a poco más de 40 congresistas; un número que casi quintuplica la cantidad actual, si se nos permite sacar a la centro-izquierda más ‘moderada’ de la ecuación. Aún así, obtener 40 escaños en un sistema bicameral de 283 curules complicaría un futuro gobierno de Gustavo Petro, que se encontraría presionado a pactar con partidos derechistas atiborrados de corrupción y con sectores de centro-izquierda que están dispuestos a oponerse a él antes de mancomunar esfuerzos con un ‘radical’.
El escenario de la derecha
Hemos visto un reagrupamiento de los partidos de derecha tradicionales en la coalición de Equipo por Colombia, que ha gozado de ganancias significativas. Mientras que algunos dentro de la coalición le abrieron sus brazos al Centro Democrático, otros reconocieron la histórica pérdida de credibilidad del partido de Uribe y les impidieron la unión, prefiriendo presentar una imagen más moderada.
Pero la clase dominante encontró a un candidato ideal para llevar a buen puerto sus intereses: Federico ‘Fico’ Gutiérrez. Exmiembro del concejo municipal y exalcalde de la ciudad más importante después de Bogotá, Medellín. Su carrera política se caracterizó por su aparente eficiencia a la hora de administrar los recursos públicos, haberse portado “como debía” con el poderoso sector empresarial de la ciudad, y, al menos a día de hoy, por representar a la desprestigiada corriente derechista en el país, que ha empezado a cerrar filas en torno a él. Aunque ‘Fico’ también intentó distanciarse del Uribismo, él tiene lazos históricos con Uribe y pasado un día de los resultados el candidato presidencial del Uribismo Oscar Iván Zuluaga anunció que abandonaría la carrera presidencial y lo apoyaría.
Ahora mismo, lo mejor sería realizar un breve análisis de los propuestas Fico, y de cómo estas pueden representar, como ya es común, un riesgo para los escasos avances en materia de paz y derechos a las mayorías oprimidas del país. Pero eso es imposible.
¿Por qué? Porque su candidatura carece de cualquier discurso más allá que el que su propia imagen puede proporcionar, y esta afirmación va cobrando aún más fuerza cuando nos enteramos que gastó la astronómica cantidad de 130 mil millones de pesos (monto cercano a los 34M USD) en publicidad desde su alcaldía, que se caracterizó por múltiples deficiencias relacionadas con mala planeación, una creciente inseguridad y su negativa por reparar a las víctimas del conflicto armado.
Sus palabras giran más bien en torno al riesgo que representa Gustavo Petro para la democracia colombiana, la empresa privada y, lean bien, por ser una suerte de ‘Putin colombiano. El porqué se tiene que recurrir a un personaje tan particular está en la crisis de la derecha colombiana.
Uribismo y gobierno Duque
La situación actual refleja una situación que ya se tuvo que vivir en el pasado, en la forma de una férrea competencia entre la derecha uribista, fortalecida por los resultados finales del No en el plebiscito por la paz, y rejuvenecida por la imagen de Iván Duque; un buen muchacho capaz de sacar el país de la amenaza del acuerdo de paz con las FARC, que según se decía ‘le había entregado el país a la guerrilla’. Los resultados de su administración fueron más bien desastrosos.
Su negativa a tratar la pandemia como emergencia humanitaria llevó al hambre a millones de colombianos y colombianas, incrementando la pobreza urbana a niveles no vistos desde hace por lo menos 15 años. Su reforma tributaria de 2019, que pretendía ‘generar empleo’ a través de las gigantescas exenciones tributarias a las grandes riquezas generó un déficit fiscal que aún pone en riesgo la débil economía nacional, incluso en tiempos de ‘recuperación’.
Todo esto y mucho más, desde el asesinato sistemático de líderes sociales hasta la cada vez más precaria situación de los ‘clase media’ llevó a una tormenta perfecta que estallaría en Abril de 2021, mes en el cual el gobierno se propuso presentar una nueva reforma tributaria que castigaba a los más pobres.
El movimiento de masas que allí se derivó alentaba la imagen de un país distinto, donde los oprimidos gozaran por fin de la libertad que merecían. El antiuribismo se apoderó de las masas, y la imagen de una derecha degradada, corrupta y sanguinaria logró apreciarse como nunca antes. Hoy estamos viendo las consecuencias directas de un fenómeno que cambió al país para siempre.
El Programa de Petro
Sin embargo, cabe plantearse la pregunta sobre qué tan radical es realmente el futuro programa de Petro. Aunque la derecha sigue acusándolo de comunista, lo que él plantea es un programa socialdemócrata muy moderado que busca ‘renovar’ un capitalismo atrasado que mantiene al país amarrado al petróleo y a la minería. Además de buscar reemplazar el aparato productivo, desea incrementar la paupérrima inversión en ciencia, educación y bienestar social, en un proceso que, como él mismo denomina, es más ‘democrático’ que ‘socialista’.Es preciso mencionar que, de hecho, el grupo guerrillero al que Petro perteneció se autodenominaba “nacionalista” y que su carácter fue siempre mucho más moderado que el de las guerrillas comunistas, quizá en cuanto herederos de la dictadura paternalista de Rojas Pinilla.
Hay que reconocer que incluso este programa tan limitado, pero a la vez tan terrorífico para la clase dominante colombiana es insuficiente en todo sentido. Un capitalismo cada vez más débil no es capaz de ofrecer concesiones significativas a la clase trabajadora. Eso sí, la campaña de Petro podría desencadenar un proceso de radicalización que vaya mucho más allá que lo que propone el Pacto Histórico actualmente. El matiz, aunque pequeño, nos ayuda a indagar mucho mejor una situación que los capitalistas parecen haber entendido hace mucho. Esta nueva ‘ola rosa’, que nace al borde de un nuevo posible colapso económico representa una gran oportunidad para que las masas logren apreciar conclusiones cada vez más drásticas. Ya sea empujando a los líderes reformistas mucho más a la izquierda, o mediante el desarrollo de movimientos y organizaciones más radicales que busquen una alternativa a todas las configuraciones imaginables de un sistema que nos está llevando a nuestra extinción.
Aunque perdió con un margen cerrado las elecciones presidenciales de 2018, la campaña de Petro había canalizado el ardiente descontento y la voluntad de cambio, animando a millones de trabajadores/as y jóvenes en Colombia. De la misma manera, su campaña de este año ha ganado un impulso significativo con los mítines, llenando plazas enteras a lo largo y ancho del país con las masas de Colombianos/as de a pie.
La Moderación de Petro no Derrotará a la Derecha
Sin embargo, Petro y el liderazgo del Pacto Histórico han virado a la derecha y adoptado un acercamiento más conciliador. De hecho, esto pudo verse durante el levantamiento de masas del año pasado donde Petro se retrasó significativamente respecto a las secciones más avanzadas y combativas de los trabajadores y jóvenes. En aquel momento, él hizo llamados a la moderación y buscó desviar la energía revolucionaria de las calles hacia los canales electorales.
Ahora, el Pacto Histórico se ha abierto a figuras cuestionables que incluyen al pastor evangélico reaccionario Alfredo Saade y al ex-presidente César Gaviria, un arquitecto clave del neoliberalismo en Colombia. Al mismo tiempo, el liderazgo del Pacto Histórico ha maniobrado contra su base popular, dejando a un lado a candidatos más militantes que están vinculados cercanamente con movimientos y luchas sociales.
Pero todo esto no ha pasado desapercibido. El impresionante conteo de votos para Francia Márquez es una expresión del descontento con la dirección de Petro, y un deseo de una dirección más de izquierda. Márquez, quien en el pasado ha recibido amenazas de muerte y sobrevivido intentos de asesinato por su activismo ambientalista, tiene una conexión más orgánica con los movimientos de masas y los sectores mas combativos que protaganizaron el Paro.
Se espera que Petro busque ahora hacer alianzas con sectores del establishment para poder formar una coalición de gobierno y ganarse al ‘centro’. Sin embargo, esto se lograría con el alto costo de descafeinar su programa, algo que ya hemos observado.
No obstante, las alas más truculentas de la clase dominante Colombiana, una de las más despiadadas en el mundo, harán todo lo necesario para sabotear un proyecto de izquierda. Además del fraude electoral, también podríamos ver el uso de violencia e intimidación contra la izquierda. Todo esto demuestra la poca capacidad de maniobra que Petro, y más importante aún, la fuerza más radical detrás de Francia Márquez posee en caso de llegar a gobernar.
Las elecciones presidenciales presentan una oportunidad de profundizar y extender las organizaciones políticas de la clase trabajadora, las mujeres y los oprimidos a través de una campaña radical de movilizaciones, mítines y asambleas populares: una campaña que fortalezca y conecte las luchas populares y que vaya más allá que el electoralismo de Petro.
De hecho, esto es la mejor manera de combatir el fraude electoral, la violencia política y todas los demás trucos sucios de la clase dominante colombiana. Sólo una lucha popular desde abajo puede conquistar estos derechos democráticos, y en el contexto colombiano, esto choca con los límites del propio capitalismo. Por lo tanto, la lucha por los derechos democráticos debe estar ligada a la lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad y por eso desde ASI planteamos que El Pacto Histórico se debe armar con un programa socialista que busca romper con el capitalismo y el imperialismo.
Además es crucial la democratización del Pacto Histórico, dándole a las bases populares control real sobre la dirección del movimiento, para así detener la desviación a la derecha y las maniobras burocráticas del liderazgo.
Por ahora es crucial que rechacemos alianzas con los partidos y políticos pro-capitalistas. Aquellos activistas en el Pacto Histórico que busquen una alternativa más radical, en particular las casi 800.000 personas que votaron por Francia Márquez, deben permanecer atentas a posibles traiciones. Por ello es necesario retomar la organización de base que encontramos durante el Paro Nacional y retomar una agenda por el verdadero cambio, no solo para nosotros, los obreros y oprimidos de Colombia, sino del mundo entero.
Y he aquí la parte más importante: sin un proceso revolucionario, solidario y verdaderamente democrático alrededor del globo, jamás podremos triunfar.
¡Aún tenemos un mundo por ganar!