23/04/2012, Roberto Mérida. Socialismo Revolucionario, Sevilla 

A medida que la lucha de clases se recrudece, esta tiene un impacto cada vez más fuerte en el seno de IU. Se trata de un partido sacudido por fuertes contradicciones internas, donde los intereses de la dirección, entran a menudo en contradicción con los intereses de la militancia activa de base y de los votantes.

Tras haber sabido capitalizar la crisis del gobierno de Rajoy y sus políticas antisociales de recortes, tras menos de 100 días de gobierno, siendo la única fuerza parlamentaria que ha aumentado en número de votos hasta obtener 12 diputados –frente al hundimiento del PSOE, con la pérdida de 400.000 y un estancamiento y hundimiento parcial del PP, con la pérdida de 90.000 votos– y una de las claves en haber frenado el avance del PP en Andalucía, la dinámica de crisis salta ahora al seno de IU ante la cuestión de si participar o no en la composición del gobierno autonómico.

Ahora, en un último abceso de arrogancia, previamente a la consulta vinculante a las bases que planea llevar a cabo la dirección de la federación este Martes, 24 de Abril, y a tónica con la postura del Equipo de Negociación de IU, encabezado, entre otros, por Diego Valderas y Centella, el Comité Central del Partido Comunista en Andalucía (PCA) «ha decidido este domingo apoyar que IU entre a formar parte del próximo Gobierno andaluz tras haber debatido esta misma mañana sobre el acuerdo programático-político alcanzado entre la coalición de izquierdas y el PSOE-A para gobernar durante los próximos cuatro años, así como cuál es el procedimiento más adecuado para el desarrollo de su contenido, si formar parte del Gobierno o alcanzar un acuerdo de legislatura.» O dicho de otro modo: «no podemos dejar al PSOE solo en la Junta de Andalucía»; así lo ha expresado José Manuel Mariscal, secretario general del PCA, quien ha apostado este domingo por que IU forme parte del Gobierno autonómico (Europapress, Sevilla, 22-Abr).

Es ya un hecho que dicho referéndum vinculante se plantea en los términos de apoyar, o no, “el acuerdo político-programático alcanzado con el PSOE-A y cuál es el procedimiento más adecuado para el desarrollo de su contenido, si formar parte del Gobierno o alcanzar un acuerdo de legislatura.” En ningún momento se contempla la posibilidad de un apoyo de investidura, y si debe ser éste condicionado o no al cumplimiento de determinados puntos del programa, y de ejercer la oposición parlamentaria, ni tampoco la abstención. Hecho este que ha sido censurado por las llamadas asambleas de base críticas, entre las cuales figuran no sólo aquellas en las que el CUT-BAI, de Gordillo, tiene mayoría, sino todo un amplio sector de la base del PCE e IU que, a lo largo de los últimos meses, y azuzadas por los últimos acontecimientos de la lucha de clases, han comenzado a posicionarse rotundamente en contra de la política de pactos de legislatura o de gobierno con el bipartidismo (PP y PSOE). No existe, pues, para las bases de la coalición y del «comunismo oficial», posibilidad alguna de refrendar o plantear alternativas a las prerrogativas de la dirección de llegar a compromisos políticos, al precio que sea, junto con el PSOE, en la composición del gobierno.

Consecuencia de esto ha sido la iniciativa de las Asambleas de bases de IU, de organizar un referéndum alternativo al de la dirección y rechazar un acuerdo programático. Lideradas por Sánchez Gordillo, quien “advierte de que se declararán «insumisos» a un posible pacto de gobierno o de investidura” con los socioliberales. Según agencia EFE  (5/04/2012 – 15:58) «treinta y dos asambleas locales de IU en Andalucía han asistido hoy a una reunión en Paradas (Sevilla) donde han descartado por unanimidad un pacto de gobierno o de legislatura con el PSOE y han admitido un posible apoyo a la investidura de José Antonio Griñán (PSOE) con cinco condiciones.”

Es necesario refundar la izquierda desde abajo

Si los dirigentes reformistas, conciliadores con los intereses de partidos pro-capitalistas como el PSOE, al uso de un Diego Valderas, consienten solventar la discusión siendo partícipes de un golpe de Estado «suave» contra las propias bases de su partido, valiéndose de su control sobre el aparato de IU, estarán cavando su propia tumba política. El problema es que en esta disyuntiva, la dinámica amenaza con arrastrar a buena parte del partido bajo el peso muerto de su liderazgo. Imponiendo decisiones unilaterales a las bases, sesgando la pregunta del referéndum, condicionando de antemano el planteamiento de dicha pregunta y por ende el resultado, excluyendo a amplias capas de la filiación de la votación por no hallarse al día en el pago de cuotas o haberlo hecho por medios informales… Diego Valderas, Centella, y demás sabuesos de la dirección amenazan con liquidar la coalición como referente de los trabajadores en la política de oposición frontal a los recortes, precisamente en su mayor momento de ascenso electoral desde la época de Julio Anguita, al pretender contraer unos pactos con el PSOE que no obligan a nada, no desafían, en términos generales, las actuales políticas regresivas y de recortes en curso por parte del gobierno central.

Frente a esto, nuestra misión es bien clara: refundar la izquierda desde abajo. Si desea tener éxito, la clase trabajadora no puede seguir coexistiendo con los oportunistas al uso de Llamazares o Diego Valderas bajo las siglas de un mismo partido. La burocracia post-staliniana del aparato del PCE y los políticos de clase media con ilusiones democráticas en el sistema hace tiempo que creen que pueden reformar el capitalismo, a través de un inversionismo de Estado, legislando desde cómodos ministerios dentro de un gobierno burgués, y sin dar verdadera participación a sus propias bases y al pueblo. Más allá de la teoría, eso se traslada en los hechos en que los actuales dirigentes del Equipo de Negociación de IU aprovechan la menor oportunidad para llegar a participar en cualquier formación de gobierno: lejos de toda perspectiva de llegar a formar gobierno en solitario a través de un trabajo concienzudo y paciente de oposición en la base, a lo más que aspiran en los hechos es a repartirse cuatro prebendas y ministerios en un gobierno de coalición con el ala “progre” de los partidos burgueses, en un alarde de oportunismo. Creen que pueden reformar el capitalismo desde dentro, haciendo las veces de “sostén menor” o “muletilla” del ala “light” del neoliberalismo. Una política así, sólo puede conducir a la clase trabajadora de ideas comunistas y socialistas revolucionarias a la pérdida de independencia política y a la renuncia a su propio programa de transformación social en los crudos hechos de la real-politik.

Así las cosas, la clase trabajadora debe reagruparse, unirse y ganar en independencia organizativa, sobre la base de un programa socialista, no de la traición a dicho programa. La unión no se efectúa sobre la nada, sobre la demagogia, sobre una base electoralista, de afinidades incoloras, vacías de contenido político, sobre una base de «mal-menorismo». No queremos decidir entre qué brazo queremos amputarnos: no queremos elegir un “mal menor”. La tarea de la izquierda en esta época de crisis y decadencia estructural del capitalismo es pelear por una alternativa social a los recortes y políticas antiobreras, y basarse en las luchas a pie de calle para defender los intereses de nuestra clase, utilizando como poco más que un mero altavoz el parlamento: empoderando poco a poco a la clase obrera a través de nuestras propias organizaciones de masas. Esto no se hace pactando ‘recortes andaluces’ en vez de recortes del PP. Se hace oponiéndose de forma frontal y sin posibilidad de negociación a toda forma de recortes y luchando para que la riqueza se invierta en mejorar nuestras condiciones de vida en lugar de invertirlas en evitar o amortiguar las pérdidas de beneficios del gran capital y en pagar la crisis de los ricos. Finalmente, el objetivo de la izquierda, es plantear una alternativa internacional del socialismo al capitalismo y a la actual dictadura de los organismos macroeconómicos de los mercados, la Unión Europea, y el FMI.

La unión se garantiza sobre la unidad de clase, y sobre la unidad basada en el programa (nacionalización de banca y grandes sectores de la economía bajo control obrero, inversión masiva de capital estatal en tejido público productivo y servicios sociales, participación colectiva de los trabajadores en la dirección de la empresa, y de la sociedad en la gestión de la economía, etc.). Con los Valderas, los Llamazares, los Centella y los Willy Meyer, esa unidad de programa está poco menos que abocada al fracaso, porque supone que la clase obrera debe renunciar a su programa revolucionario en favor de que la burocracia del aparato y los políticos pequeñoburgueses con ilusiones democráticas en un “capitalismo menos malo” impongan de manera torticera y déspota, como estamos viendo, su programa de reformar y gestionar la crisis del capitalismo desde dentro, sin acabar con las contradicciones de clase, sin que el asalariado, deje de ser asalariado, el patrón patrón, y el político burgués político burgués. Participar en el gobierno con el PSOE le llevará a los Valderas y Centella a hacer de peón menor del capitalismo, de “muletilla” del socioliberalismo, de PSOE II. Les llevará a un intento desesperado y vano de co-gobernar el Estado capitalista en crisis, de ayudar a gestionar un sistema que da síntomas de hundimiento, en una época en que la clase capitalista tiende a sacrificar todas las regalías y migajas, tales como ciertas subvenciones o el micro-crédito bancario, con las que durante décadas ha tratado de domesticar, adocenar, apaciguar, calmar y silenciar la rabia y rebeldía del proletariado, en toda la época del crecimiento de post-guerra y de expansión imperialista, corrompiéndolo, aburguesándolo, etc. Las conquistas sociales, a su vez, como la sanidad o educación, y políticas como la libertad de reunión, que el proletariado se ha ganado a pulso mediante el sudor de su lucha, están condenadas a desaparecer. El capitalismo en crisis ya no admite términos medios, no admite fórmulas intermedias como la paz social, no admite amortiguadores ni colchones de aire. La burguesía se enfrenta a destruir todas las regalías, migajas, concesiones que ha hecho al proletariado, o a renunciar a su estrecho margen de beneficios. Para sobrevivir, el capitalismo destruirá lo que ha creado.

Si ante tal panorama, IU se aferra al pacto de gobierno con PSOE, en un interés estrecho de miras, de repartirse su dirección democrático-burguesa corrupta cuatro prebendas, sillones y ministerios, actuando como los antiguos mencheviques y eseristas en la Revolución de 1917, siendo el segundón menor del capitalismo… no sólo estará dándole la espalda al proletariado, sino que mañana, cuando el FMI, el BCE, y los organismos macroeconómicos empiecen a recetar recortes que serán aceptados de buena gana por sus socios del PSOE, en mayoría en tal gobierno, IU terminará enfrentándose a la misma clase obrera, que saldrá a la calle para enfrentar esos recortes. ¿De qué lado estará, entonces, del de los gobernantes o los gobernados, del de las víctimas o los verdugos, de los esclavos que luchan por quebrantar sus cadenas, o el de los capataces de los esclavistas, que arrojan aceite hirviendo a los plebeyos y siervos desde las almenas del castillo del amo? Si IU se aferra al pacto de gobierno, en menos de dos años estará enfrentándose a la clase obrera en Andalucía; esa será su sentencia de muerte, su harakiri. Si no queremos ver a la clase trabajadora privada de referente y ver cómo avanza impunemente el bipartidismo; cómo el socioliberalismo sigue allanándole el camino a la derecha reaccionaria, y ésta a su vez a la extrema derecha, es necesario refundar la izquierda desde abajo, mediante bases nuevas, reorganizando al elemento proletario y combativo comunista y emancipándolo de su dirección oportunista, amarillista y vendida, de políticos profesionales (demócratas burgueses). Llegado el caso, apostando por la escisión, como ha amenazado ya en varias ocasiones Sánchez Gordillo, desde que Valderas anunciara hace más de un año la posibilidad del pacto de gobierno con el PSOE; abogando por la refundación del comunismo democrático y la izquierda sobre las bases de un nuevo partido. No existe término medio: o Lenin o Kautsky, o la bolchevización o el oportunismo político.

Apoyamos la lucha del compañero Sánchez Gordillo y la CUT para frenar maniobras criminales por parte de la dirección y de su ‘Equipo de Negociación’. El referéndum vinculante de las bases debería haber sido convocado antes de alcanzar un acuerdo. La pregunta planteada en el referéndum también debería reflejar las opciones de apoyar la investidura sin pactar la legislatura con o sin condiciones, e incluso (aunque no la compartamos) de la abstención. En las preguntas formuladas, todavía hay la opción de rechazar el acuerdo programático, votando NO a la pregunta «¿Das tu conformidad al acuerdo político-programatico alcanzado en el trabajo de la comisión de dialogo, entre IULV-CA y PSOE-A?»

Es necesario organizar todos los esfuerzos de la izquierda para lograr este resultado. La alternativa a la crisis capitalista no la vamos a conseguir en el parlamento andaluz con su actual composición, sino en la lucha. La perspectiva es de una dinámica de lucha ascendente: el Estado está dispuesto a responder, ante una perspectiva tal, armándose con sus actuales leyes represivas y de disuasión. La clase trabajadora tiene el deber de responder. Socialismo Revolucionario y la izquierda consecuente estaremos con las luchas, planteando una alternativa a la dictadura de los mercados, esté IU o no en el gobierno.

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