FEMINISMO SOCIALISTA: ANDREW TATE Y EL PELIGRO DE LA MISOGINIA VIRAL
Muchos se alegrarán de saber que Andrew Tate fue arrestado en Rumanía a finales de diciembre. Él y su hermano se enfrentan a cargos relacionados con violación y trata de personas. Este artículo de octubre demuestra que el tema es más profundo que simplemente dos horribles misóginos.
Por Greyson Van Arsdale, Socialist Alternative (ASI en Estados Unidos)
Si has estado en TikTok o Twitter en los últimos dos meses, o si conoces a alguna persona menor de quince años, sabes exactamente quién es Andrew Tate.
El salto a la fama de Tate ocurrió cuando fue expulsado del reality show Big Brother UK, después de que un video de él abusando brutalmente de una mujer se hiciera público, junto sus tweets racistas y misóginos. Desde entonces, Tate se ha aferrado a la viralidad justo como lo hacen los grandes estafadores mediáticos: alimentando a su fandom y a sus críticos en igual medida, reivindicando una base de hombres principalmente jóvenes que se sienten deficientes para la escena moderna de citas y necesitan justificar su deseo de subyugar a las mujeres.
El alcance de Tate ha crecido dramáticamente en los últimos meses, con millones de visitas en TikTok y un gran número de seguidores en Twitter. Sus fans lo defienden a capa y espada de toda crítica, ya que afirma que las mujeres merecen violencia y secretamente anhelan la dominación masculina. Al igual que otros medios de derecha —como Fox News e InfoWars— Tate utiliza la controversia como una máquina para hacer dinero, desviando toda su fuerza mediática a su curso en línea sobre cómo controlar a las mujeres.
Aunque Tate no es una figura ampliamente popular en la sociedad, ha tenido un impacto entre muchos niños y jóvenes en edad escolar. Esto ha hecho que varios maestros informen que algunos de sus estudiantes varones se han negado a aceptar tareas que asignen mujeres en sus escuelas, como este profesor, que explicó todo en un hilo de Reddit. Esto ha conmocionado y aterrorizado a un sector de la juventud, especialmente las mujeres jóvenes y las personas queer que tienen que compartir aula con estos sujetos.
Andrew Tate, no es el único responsable de esta normalización de la misoginia. Aunque ciertamente tiene mucha responsabilidad por el cambio tangible en la política de las aulas escolares, las universidades y los lugares de trabajo.
Los movimientos sociales masivos de los últimos cinco años —tanto #MeToo como Black Lives Matter— lamentablemente no lograron producir victorias concretas. El resultado natural a la traición de los demócratas, cuyas consignas “woke” no significaron cambios sustanciales, fue empoderar la reacción de la derecha. La promoción constante por parte de los liberales hacia la cultura de cancelación, además de las políticas tóxicas de identidad, crearon un espacio para que los reaccionarios vendieran la narrativa de que los hombres blancos y cisgénero están siendo atacados. Este mismo es un principio que sustenta la nueva ola de lo que solía ser el ‘sexismo de chiflidos callejeros’, que ahora ha alcanzado niveles todavía más cínicos de violencia.
La derecha se ha aprovechado de que la clase obrera es consciente de que sus derechos son vulnerados, así intentan construir su propia comunidad reaccionaria cuya estrategia es el “divide y vencerás”. La derecha se ha apoderado del temor que la gente tiene de que el mundo “se está yendo por la borda”, pues es un medio para construir su propia autoridad.
La fama de Tate es un efecto dominó de este amplio empuje de derecha. Es el mismo empuje que derrocó a Roe v. Wade y que está aprobando prohibiciones dentro del deporte a personas trans y erradicando la atención médica para jóvenes trans; así como está prohibiendo la “teoría crítica de la raza” dentro de las escuelas.
Alto a la influencia de Tate
La izquierda y el movimiento obrero tienen que proporcionar un verdadero contrapeso a la derecha. Necesitan decir la verdad sobre por qué las cosas se han vuelto tan malas para los trabajadores. Deben dar a conocer que todas las décadas que hemos vivido en el neoliberalismo nos han dejado con salarios abismalmente bajos, servicios públicos deficientes, y, generalmente, luchando por migajas.
El trabajo organizado debe tomar una postura en la construcción de la unidad de los trabajadores. Esto significa que los sindicatos deben ser firmes y críticos en la lucha contra los ataques hacia las mujeres, las personas homosexuales y los inmigrantes procedentes de la derecha. Los sindicatos de docentes deben rechazar y movilizarse contra los ataques hacia los trabajadores de la educación, así como de estudiantes lgbtq+; los sindicatos de enfermeras deben organizar el incumplimiento masivo de la prohibición del aborto. Estas acciones deben basarse en la construcción de movimientos de masas que busquen atender los intereses de la gran mayoría de las personas que quieren luchar contra la opresión. En realidad, la política que ofrece el Partido Republicano es profundamente impopular, aunque personajes como Tate hacen que la virulenta minoría parezca más grande.
El hecho de que la ideología de Tate y de las personas que reivindican sus ideas estén asociadas con la derecha, significa que los movimientos para defender el derecho al aborto y defender a los estudiantes trans y los servicios de salud que otorgan afirmaciones de género, se ven vulnerados y son impopulares entre ellos. Los estudiantes, los jóvenes y los trabajadores deben movilizarse para luchar por estas causas, para así ganar victorias en estos ámbitos —como las victorias del santuario del aborto en Seattle y Madison— que son el alto para la proliferación de la intolerancia.
Este año ha demostrado claramente que la lucha contra la intolerancia y los prejuicios no muestra una solución concreta o un progreso histórica para llegar del punto A al punto B; ya que puede haber enormes retrocesos en la normalización de conductas sociales, que resultan en una amenaza real para la seguridad de las personas que pelean por sus derechos. Derrotar a los Andrew Tates del mundo, así como a la ideología que pretenden que los sustenta, es una batalla activa que debe ser impulsada por las masas de trabajadores, la construcción de movimientos multirraciales y multigénero basados en la unidad de clase.