Artículo de Izquierda Revolucionaria en Euskal Herria, publicado originalmente el 27/12/2016.


¡Hay que volver a tomar las calles! ¡Ningún acuerdo fraudulento contra la mayoría puede resistir la fuerza de la movilización!

El nuevo Gobierno dirigido por Urkullu y, nacido de la coalición entre PSE y PNV, tiene poco o más bien nada de nuevo, empezando por los propios consejeros que repiten en el cargo uno tras otro: Arantza Tapia como Consejera de Economía, Jon Darpón en la Consejería de Salud, Cristina Uriarte en Educación y Josu Erkoreka de portavoz y responsable de Gobernanza Pública y Autogobierno. Precisamente las políticas que fueron más contestadas en la calle en la anterior legislatura – Economía, Sanidad y Educación – son revalidadas, dejando claro que los planes del PNV no han cambiado lo más mínimo.

A cambio de que el PSE se entregue a los deseos del PNV y la burguesía vasca, éstos han recibido tres consejerías a su cargo que no representan más que el 3,6% del presupuesto general (400 millones de euros de los 11.000 millones) y que otorgan el control sobre más del 90% restante directamente al PNV. Igual que hace unas semanas el PSOE escenificaba en Madrid una bochornosa traición a los trabajadores, regalándole el gobierno a Mariano Rajoy a través de su abstención, ahora el PSE, afín, a Pedro Sánchez sigue exactamente la misma senda. Si bien criticó la abstención socialista en Madrid, aquí no tienen problema en ofrecerse voluntarios para garantizar el control del gobierno vasco a la derecha, al PNV. Así cerraba el trato Iñaki Arriola, el representante socialista en el Gobierno de Urkullu, llamando a aparcar diferencias “ideológicas” para gobernar en común.

Y es que el vuelco a la izquierda y las grandes movilizaciones generales de los últimos años, también en Euskal Herria, no han dejado a nadie indiferente. Esto no ha pasado inadvertido para el PNV que ha buscado la pirueta perfecta para mantener el control del Parlamento Vasco. Buscar al PSE como socio de gobierno responde únicamente a esta estrategia: la de bloquear cualquier iniciativa de carácter social que con los votos de EH-Bildu (18), Podemos (11) y el propio PSE-PSOE (9) podría haber sido aprobada por mayoría del parlamento como le está ocurriendo al Gobierno de Rajoy con la LOMCE o la Ley Mordaza.

La rebelión social de los últimos años ha dejado huella en las formaciones de la izquierda, empujadas a explotar su discurso más social y combativo. Basta recordar la salida de Otegui de prisión cuando públicamente se reivindicaba marxista y hacía referencia a la lucha contra los desahucios y otros movimientos sociales. También en los meses previos a las elecciones vimos movilizaciones importantes convocadas desde organizaciones de la Izquierda Abertzale para acercar a su base más ligada a la lucha en la calle entre la juventud, por los derechos de la mujer, por los derechos de los trabajadores… Sin embargo desde la dirección de EHBildu no han perdido ocasión para ofrecerse a colaborar con el PNV, desde la propia campaña electoral hasta después de la noche de las elecciones. Es imposible servir a dos amos a la vez: o se defiende a los trabajadores o a la burguesía vasca. Esa es la contradicción en la que se ha visto implicado EH Bildu con su discurso: mientras trataban de recuperar el discurso social y de clase, le tendían la mano amablemente al PNV, a quienes han aplicado los recortes en sanidad y educación, a los responsables de los desahucios, de la privatización de Kutxabank, de quien utiliza a la Ertzaintza para reprimir la movilización y a quien ha dicho claramente que no les interesa el derecho de autodeterminación, sino más autogobierno para amasar más privilegios para la burguesía vasca.

Una parte importante de la juventud y los trabajadores vieron en Elkarrekin Podemos una vía para expresar su descontento en las pasadas elecciones, votando a la nueva formación aupada y gestada en el espíritu de las grandes movilizaciones. Pero la ausencia de un planteamiento de lucha social en la calle, vinculado al giro a la derecha y el tono cada vez más light utilizado por la candidata Pilar Zabala y los dirigentes estatales en la campaña también tuvieron su peso y un efecto negativo e incluso desmoralizador entre algunas capas. Hay que decir, sin embargo, que la negativa de la formación morada a entrar parte de un gobierno de coalición con el PNV y EH-Bildu ha dinamitado por la izquierda la tentación de la Izquierda Abertzale de implicarse a un nivel superior en el plan de gobierno del PNV, y han colocado a la Izquierda Abertzale en posición de ejercer como primera fuerza política de la izquierda vasca desde la oposición. Sin embargo desde la sesión de investidura Elkarrekin Podemos se mostraban a favor de dialogar y negociar también con el PNV, algo completamente contrario a la fuerza que les ha impulsado a obtener los resultados que han cosechado en las últimas citas electorales. Igual de contradictorio que la actuación los dirigentes más afines al sector de Errejón en Álava, que no dudaron en abrir expediente disciplinario a la mayoría del Grupo Juntero de la Diputación Foral que quiso votar NO a los presupuestos liberales y antisociales del PNV. La razón fue que estos junteros se abstuvieran ante unos presupuestos que ellos mismos han calificado de liberales y votar a favor de una enmienda a la totalidad de los presupuestos del PNV presentada por Izquierda Unida. Las propias luchas internas de Elkarrekin Podemos reflejan también las presiones de la derecha por un lado y de la clase trabajadora por otro a las que se enfrentan.

El PNV no defiende los derechos democráticos sino “su derecho” a hacer grandes negocios a costa de la mayoría

La primera iniciativa común de la nueva coalición de gobierno PSE – PNV es el debate sobre el autogobierno con el objetivo de consensuar una nueva redacción del Estatuto de Guernica. El texto registrado por los jeltzales y el PSE plantea afrontar “un proceso de actualización del autogobierno que garantice el encaje jurídico-legal” de la reforma del sistema de autogobierno. Esto deberá realizarse “de acuerdo con las normas y procedimientos legales vigentes, con el propósito de profundizar en la convivencia democrática, y avanzar en la cohesión y la justicia social”. En este sentido las declaraciones de los dirigentes del PNV han sido muy clarificadoras. Urkullu en la sesión de investidura prometió “no caer en planteamientos irrealizables o insostenibles, Andoni Ortuzar habló de avance gradual hacia el reconocimiento de la nación vasca “Este partido no va a prometer asaltar los cielos ni alcanzar cimas que se saben inexpugnables”.”No hay peor veneno que generar ilusiones con mentiras” y Joseba Eguibar desechó la vía unilateral catalana. “Este partido jamás llevará a este pueblo a un callejón sin salida”. En la lucha por los derechos democráticos nacionales como en la lucha por los derechos sociales, la burguesía vasca agrupada en torno al PNV ha estado, está y estará en la barricada de enfrente de cualquier avance democrático y social, como nos demuestran cuando reprimen la movilización y el ejercicio de nuestros derechos democráticos. Por mucho que agiten la ikurriña, con su habitual demagogia no pueden esconder la realidad del día a día que sufrimos los trabajadores vascos a consecuencia de sus políticas liberales. De hecho, el PNV se ha convertido en una pieza clave para sostener al debilitado Gobierno de Mariano Rajoy, como ha quedado demostrado también al aprobar en el parlamento español junto al PP, PSOE y Ciudadanos, el techo de gasto preparando el terreno para aprobar los presupuestos de 2017.

Ningún pacto con el PNV; la lucha es el único camino

El PNV se las da de buen gestor y de ser muy dialogante pero los hechos dejan ver con claridad qué intereses defienden. Mientras que la riqueza en el último lustro en Hego Euskalherria ha crecido en más de 1.600 millones de euros, la clase trabajadora vasca ha perdido 1000 millones de euros. Los datos aportados por ELA, revelan que en las dos últimas legislaturas se han perdido 142.000 puestos de trabajo en la CAV y Navarra y hay 78.000 parados más. Hego Euskalherria está también a la cabeza de Europa en cuanto a empleo de baja calidad. “Tenemos los terceros peores niveles de temporalidad y desempleo juvenil siendo las mujeres y los jóvenes los más afectados por la precariedad laboral y el desempleo”. ¿Qué sentido tienen entonces seguir dialogando con el PNV – responsable de esta situación cada vez peor para la mayoría – en vez de luchar contundentemente contra sus políticas, por la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora, la dignidad de la mujer y el futuro de la juventud?

La solución a nuestros problemas y el ejercicio genuino del derecho de autodeterminación nunca vendrán de la mano de quienes emplean todos sus esfuerzos en mantener la explotación y precariedad para la mayoría. El PNV y la burguesía vasca no tienen ningún interés en que los trabajadores y la juventud podamos decidir absolutamente nada. Todo lo contrario. Prefieren dejar esas decisiones, a las élites, a los banqueros y grandes empresarios que nadie ha votado. Por mucho que intenten ocultarlo, es evidente que no tienen ningún reparo en aliarse con el PP o con quien haga falta, cuando se trata de defender sus negocios. La única forma de conseguir nuestras demandas, el derecho a decidir, de acabar con los recortes, los desahucios y con el paro no es pactando con sus responsables, sino con la lucha y la movilización en la calle. Unificando las luchas de los trabajadores y de la juventud en Euskal Herria y llevándolas con contundencia a la calle, uniéndolas también a las luchas y los movimientos sociales en los Estados español y francés e internacionalmente, e integrando en esta lucha las reivindicaciones por los democráticos para Euskal Herria podríamos lograr un giro de 180º. Nuestro aliado nunca será la burguesía vasca sino los trabajadores y oprimidos del mundo. La lucha por los derechos sociales y democráticos es una sola: la lucha por una Euskal Herria Socialista.

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