Entrevista con José S. Badillo, combatiente republicano.
Roberto Mérida. Socialismo Revolucionario, Sevilla
Nacido en 1917. Vivió la proclamación de la II República, en 1931. Afiliado en 1933 a las Juventudes Comunistas, organiza su primera huelga como obrero metalúrgico en la CNT, a los 16. Es despedido, y sigue trabajando como panadero, desde donde ejerce su labor como dirigente sindical. Tras el golpe de Franco, participa en los primeros repartos de armas, en la Alameda, antes de ser detenido por los golpistas. Fue desertor del ejército de Franco: “Nosotros no teníamos armas, republicanos y socialistas se asustaron, cuando vieron al pueblo de Sevilla que se lanzó a la calle esperando armas en el 36, tras el golpe. […] No le dan armas al pueblo, porque el pueblo con armas es peligroso.” (J. Sánchez Badillo)
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Iniciamos este ciclo de entrevistas sobre memoria histórica, con esta primera entrega de la Entrevista a José Sánchez Badillo, combatiente republicano, que reseñamos en nuestro nº de Diciembre-2011 del Boletín de Socialismo Revolucionario.
Badillo: “Franco fue el pacificador de Asturias.” Arranca a hablar Sánchez Badillo. “Se cargó a 30.000, no creas tú que se andó por las ramas, pero luego continuó siendo general y lo mandaron a las Canarias.”
S. R.: – ¿Se puede decir que la República era un proyecto burgués?
Badillo: Completamente burgués. Además, todos eran abogados. Nombrar presidente de la República a Niceto Alcalá-Zamora, eso fue un crimen de Lesa Humanidad, hijo de un terrateniente de Priego. Un criminalista como abogado, y católico de confesión diaria, y para INRI, una hija de él se casa con un hijo de Queipo de Llano. Por eso le dieron a Queipo de Llano la dirección del cuerpo de carabineros. Y cuando el movimiento, Queipo, para demostrar que no era republicano, se hartó de matar, y lo enterraron en la Iglesia de la Macarena, ¡que ya no es iglesia, ahora es Basílica! Y los hermanos de la Macarena, no han dicho «ni pío».
1917. El nacimiento de un comunista
– ¿En qué año comienza Vd. a militar por las causas de izquierdas?
A mí siempre me ha gustado el jaleo. Yo empecé en las Juventudes Comunistas.
En 1917, aquí había mucha hambre, muchas mujeres tenían que prostituirse para poder comer. Dio un militar un golpe de Estado, Primo de Rivera. La UGT lo apoyó, el gallego que la fundó, Pablo Iglesias, colaboró. Con la exposición de Sevilla entra un aire nuevo, de color rojo, con la venida de tantos obreros a trabajar en la exposición.
El Partido Comunista de aquella época estaba formado por gente del Norte. Yo asistí al congreso en el pabellón de los EE.UU., en la exposición iberoamericana, cuando elevaron a Pepe Díaz a la secretaría general de Partido. Pepe Díaz no estaba capacitado para ser secretario general del Partido Comunista de España. Luego le siguió Carrillo. La política, se hace en el sitio del que es uno. Si vives en París, no puedes gobernar en Sevilla.
Ingresé en las Juventudes Comunistas en 1933. ¡Y [todavía] no me he borrado!
– ¿Qué edad tenía Vd.?
Pues 16 años. Entonces era yo obrero metalúrgico. Estaba de aprendiz en una fundición. Me echaron porque, yo ganaba 7 reales. Yo quería 2 pesetas. Movilicé a los aprendices. Y el dueño dijo: «les doy las dos pesetas, pero este se tiene que ir». Me echaron. Los otros consiguieron las 2 pesetas, yo no conseguí nada más que la calle. Nosotros no vivíamos en casa del Duque de Alba, no, nosotros nos fuimos de este pueblo por el hambre.
Proclamación del golpe en 1936. El papel de la coalición republicano-socialista
Mi padre era republicano, y aquí viene el asunto: ¡El movimiento! Nosotros no teníamos armas, republicanos y socialistas se asustaron, cuando vieron al pueblo de Sevilla que se lanzó a la calle esperando armas en el 36, tras el golpe.
¡Había que haber visto Sevilla, había que haber visto la Alameda, cómo estaba la Alameda desde Europa hasta la Pila del Pato, llena de hombres y de mujeres, esperando armas!
– ¿Estaban dispuestos a luchar?
¡Hombre!, y los hubiéramos vencido. Igual que en el 31 vencimos a Sanjurjo.
Sanjurjo tenía un pleito con Sevilla, una deuda: que Sevilla le hizo fracasar su movimiento.
– ¿Y por qué no se dieron armas?
Eso pregúntaselo a los republicanos y socialistas. ¡Porque se asustaron del pueblo!
– ¿Se puede decir entonces, que el gobierno burgués de la República traicionó y abandonó al
pueblo a su suerte al fascismo?
Con todas sus consecuencias. No le dan armas al pueblo, porque el pueblo con armas es peligroso. Hoy no te puedes hacer una idea. Allí, la gente, eran miles.
Los obreros de la Fábrica de Vidrios la Trinidad, se lanzaron a la calle con la consigna: «¡obreros, buscad armas, al centro, para combatir al enemigo!».
Veo a un compañero panadero, maestro de palas. Él era también comunista. Nos fuimos para la Alameda, buscando armas. Un hermano de él estaba también repartiendo armas, Arturo Fernández Gallegos, lo fusilaron.
Un viejo sindicalista, Antonio San Carmona, comunista, estaba repartiendo armas en el cuartel de Asalto. Era un cuartel que estaba habilitado para los Guardias de Asalto. Los Guardias de Asalto, la oficialidad del mando, eran procedentes del ejército. A la Guardia de Asalto la formó un socialista: Ángeles Galaxa.
Entonces el pueblo tenía hambre, y había ganas de comer. Así que creó la Guardia de Asalto. Un tío, con 23 años, un metro ochenta ó 90, una porra, y 10 pesetas de salario, le pegaba palos hasta a su madre. Cada ministro creó cuerpos. La Seguridad la creó Romanones. Ahora a esta gente le dicen «Los Grises».
Se sucedieron los hechos, durante la huelga de trabajadores de Cádiz [en 1933]. Hay un pueblo, Casas Viejas, donde entraron los Guardias de Asalto, y Azaña [repubicano] les dijo que: «¡fuego, y a la barriga!».
– Fue donde quemaron los títulos de propiedad… ¿Estaban detrás de aquello los anarquistas?
Estaba todo el pueblo. Lo que pasa es que había una gran influencia anarcosindicalista. Y la burguesía se inventó el cuento de que estaba detrás “la Mano Negra”, para destruir el movimiento anarquista. Yo soy “comunero”, pero no dejo de reconocer, que tenían razón los “anarqueros”.
– ¿Por qué se produce el levantamiento de Casas Viejas?
Por el hambre. Aquí no se comía apenas.
– ¿Y la gente tenía conciencia de que el problema era la propiedad?
Completamente, si las tierras no las usaban.
La gente tenía hambre, pedía la Ley de Reforma Agraria. Eso no se hizo, los socialistas no se atrevieron.
Aquello de allí es un diploma que me dio la Junta de Andalucía. Según aquello soy un héroe. Pero a mí eso no me sirve de nada, así que les devolví el diploma.
– ¿Dice Vd. que les devolvió el diploma?
Sí.
– ¿Por qué?
Porque no tuvo dignidad. Me dio el escrito una mujer, y me empezó a hablar unas cosas sin sentido sobre “socialismo”. Pregunté por el presidente, y me dijo: «no pudo venir». Mientras, en un edificio de la Junta, había convidado Chaves a 300 ó 400 socialistas. Sin embargo, no tuvo la dignidad de venir a darme a mí aquello en la mano.
A la Duquesa de Alba, le dio una medalla de oro y platino. Sin embargo, no tuvo la valentía de darme a mí un diploma en mano por mis años de lucha, que yo ya había demostrado a través de los certificados que les mandé de las batallas, junto con los comprobantes de los años presos, los consejos de guerra, etc.
Yo fui desertor del ejército de Franco.
– ¿En qué año?
En el 37. Me pasé con 4 soldados, seis fusiles, y llegué a la zona republicana. Yo había leído un libro sobre el Acorazado Ruso Potemkim, y el cañonero Aurora, que se unió al Potemkim, se sublevó, se aproximó al acorazado y dijo: «¡Hermanos, no disparéis, estamos con vosotros!», yo me acordé de aquella frase: «¡Hermanos, no disparéis, somos cinco desertores que venimos a unirnos a vosotros!» Si hubieras visto a todos los soldados allí, abrazándonos… Me pasé con una brigada que era anarcosindicalista, se llamaba «la Roja y Negra».
Me casé [me esperó 16 años la chiquilla], he tenido hijos, he estado condenado a muerte dos veces, pero la noche aquella, es la más feliz de mi vida.
Después formamos un grupo de acción, anarquista.
– ¿Y a qué se dedicaba el grupo?
A desarmar a todos los soldados que veíamos.
– ¿Vd. por qué cree que se perdió Sevilla?
Porque no tuvo dirigentes. Porque las autoridades republicanas y socialistas la mayoría tenían familias con los generales sublevados. Tenían cortijos y haciendas. Este pueblo tiene muchos cortijos, tenía 40 ó 50 cortijos, y mucho término, ¡y mucha hambre!
– ¿Por qué los mismos socialistas y burgueses liberales que en aquel momento decían estar con la república, hoy se pasan a la monarquía?
Porque tienen que comer. El pecebre lo tienen ahí.
El Partido Comunista se destrozó cuando la guerra se perdió, con la sublevación [organizada por Besteiros] y la entrega de unos 350.000 soldados republicanos, entregaditos, para que los mataran. Yo estaba entonces en guerra, en el ejército, en la 28 Brigada Mixta, en el Frente de Teruel, en un pueblo al que le dicen Salvacañete –de chico había leído la historia del Marqués de Siete Iglesias, que era el valido de un rey, al que los nobles no lo querían y lo ahorcaron–, en la provincia de Cuenca. Y viene el comandante en jefe de mi brigada, y el comandante de mi batallón. Yo era el único comunista que había en la Brigada. Y me dice: «venimos a decirte que la Guerra se ha terminado». Me quedé que si me hubiesen pegado una puñalada, no habría caído una gota de sangre.
A mil kilómetros de Sevilla, sin poder entrar, porque el portero era Franco. ¿Adónde voy solo? Me dijeron: «mira, en Valencia, en el Negrete, te van a dar un pasaporte, vas a Francia y en Saint-Nazaire puedes embarcar, pero ten cuidado con tu pellejo, que a lo mejor lo vamos a necesitar.»
Me costó un trabajo horrible llegar a Valencia. Me tropiezo con dos oficiales de la 52 Brigada, ellos iban buscando gasolina, yo no tenía con qué ir a Valencia. Buscamos y encontramos gasolina. Ellos venían en un coche y no tenían más que 2 pistolas de reglamento, de comisario y de comandante. Y yo traía seis bombas de mano, y con una en la mano les dije: «bueno, Vds. vais a Valencia, ¿me lleváis?», si me dicen que no, no van a Valencia. Yo tenía 21 años y unas ganas de vivir enormes. Me dicen: «no, no, vente con nosotros». Llego a Valencia y en Valencia no había nada. Y ahora hay que ir a Alicante.
– ¿A qué se refiere con que no había nada en Valencia?
Que no había oficina, se habían dado todos el golpe y se habían largado.
– ¿Qué esperaba encontrar?
En Valencia, yo esperaba encontrar una delegación con pasaporte para darlo a los combatientes que éramos desertores del ejército de Franco. Porque, la deserción, era motivo de fusilamiento. Yo era cabo del ejército, me llevé 4 soldados. Todos los destacamentos, donde tenían municiones, farmacia, yo los tenía memorizados.
– Cualquiera lo reconocía y de momento estaba fusilado.
Claro. Un desertor, con armas frente al enemigo…
Tuve suerte, no pasó nada. Hubo alguien que habló por mí.
Pero fueron unos “cabrones”, los republicanos y socialistas. Los que dieron el cayo, los de siempre, anarcosindicalistas, y comunistas.
Revolución y Guerra Civil. Léon Bloum, y el papel de los pro-soviéticos
– ¿Y los del POUM?
Eso yo no lo toco porque no lo conozco. Porque eso fue en Barcelona.
– Cataluña, sobre todo, y en parte de Aragón.
Los anarcos querían hacer la revolución social. Al Partido Comunista no le interesaba…
– ¿Por qué al Partido Comunista no le interesaba hacer la revolución
social?
Ten presente que el Partido Comunista tenía a unos cuantos generales en el ejército; gente
comunista: Galán, Grillas, Vega, Tahueña… Había unos cuántos oficiales muy buenos salidos del pueblo.
– ¿No querían enfrentarse al gobierno republicano, al tener gente en el ejército?
No, no querían que el mundo creyera que aquí había una República Comunista. Ahí trabajó muy bien la Iglesia. Fuera de España, se desplegó, e hizo creer que aquí había una República Comunista. Y era importante [para el PCE] demostrar que no. A nosotros nos prohibieron la entrada de 600 vagones de material de Guerra cuando cruzamos el ebro, para la toma de Zaragoza. El gobierno socialista francés de León Bloum nos cerró la frontera francesa.
– ¿Porque decían que era una República Socialista? Precisamente, el gobierno de León Bloum, con el Frente Popular, en teoría, defendía esos ideales [el socialismo].
Sí, pero no a nosotros. A nosotros nos tenían miedo. Porque ya, en caso de que las cosas hubiesen marchado bien, nosotros habríamos ganado la Guerra. Y en la Guerra nosotros teníamos un buen ejército, y eran muy importantes los oficiales. Y ahí, venía el comunismo.
Por eso, se adelantaron a nosotros. Fueron más espabilados.
– Sin embargo, los comunistas no consiguieron demostrarle al mundo que no era una República Comunista, y a pesar de eso, frenaron las colectivizaciones de tierra.
Porque querían demostrar que eran gente «normal», republicanos. Pero el capitán, cuando olfatea el peligro de una revolución se viste, y se prepara para recibirla.
Tú no te puedes hacer una idea a la gente que mataron por esos campos. Nadie sabe a cuántos mataron ni fusilaron.
Fue un crimen lo que hicieron con nosotros.
Después, se sublevó Besteiros, un filósofo socialista [moderado], con Wenceslao Carrillo, presidente de la UGT, y el coronel Casado, muy cercano al Partido Socialista. Se sublevaron contra Juan Negrín y la República Española.
– ¿Por qué?
Porque Negrín quería continuar la Guerra o, por lo menos, sacar tiempo para salvar a muchos miles de republicanos a los que después se cargaron. Nos dejaron en la estacada…
Ingresé en el muelle de Alicante. Ya allí, caí preso, y después me dieron la libertad, una hartada de años después, hasta casi a los 11 años.
Terror blanco. La represión en la retaguardia franquista
– Dice que pasó por la comisaría de Plaza del Duque.
Me sacaron después del 36 por una denuncia de un requeté que me había visto con un fusil. Era verdad. En la calle S. Luis, las bocacalles no tenían protección. Había que ir a vigilarlas, porque, si entraban por la bocacalle y te cortaban la calle S. Luis, con el Pumarejo, se iba al carajo lo que había. Estuve yo revisando con un chaval anarcosindicalista, Manuel Peñalosa, que vivía en una bocacalle, en la C/ San Luis, que está a 50 m. de la Pza. de San Marco, revisando. El requeté que me vio vivía en la misma calle.
– Vd. estuvo en la comisaría. ¿Cómo fue su experiencia allí?
Viendo todas las noches sacar a 30, 40, 50 y 60 [personas] para fusilar.
Estando yo en la comisaría, Gregorio era el teniente de Guardia Civil, el comandante en jefe era Garrido, Díaz Criado era miembro del Comité de Salud Pública, y un cura jesuita, al que le decían el Padre Iriarte.
– ¿Qué cargo tenía Díaz Criado?
Díaz Criado era un gran asesino. Capitán del ejército de aviación. Era el matarife de Sevilla, la mano derecha para matar a gente.
– ¿Igual que el “carnicero de Málaga”, Arias Navarro?
A Arias Navarro lo tuvo una familia republicana, para protegerlo, y se los cargó. Estos eran los miembros del Comité de Salud Pública.
A continuación, José S. Badillo nos cuenta la anécdota de una joven militante anarcosindicalista sevillana, amiga suya, que le contó que iba a ser fusilada con 17 años, sin haber estado nunca con un hombre. Sentía pena, pero no lloró. Acto seguido nos cuenta el complicado proceso por el que se salvó Badillo de ser fusilado, gracias a la intervención de la esposa del chófer del teniente de la Guardia Civil, que habló por él, asegurando que se trataba de un ajuste de cuentas personal, como luego se demostró, cuando se procedió a la investigación del asunto.
Me arrestaron durante 8 meses. ¡Algo tenían que hacer! Me pasan a la prisión, salgo de la prisión. A los 3 ó 4 días de estar en la calle se presenta un «anarquero», amigo mío, y me dice: «¡Badillo, están matando a los compañeros, y nadie hace nada!». Le digo: «¿cómo van a hacer nada, si no tenemos armas?». Y me dice que tiene una pistola de porte. Él estaba trabajando en el ABC, tenía que ir vestido de falangista. Habían tomado media España [los fascistas]. Me dice que yo ya sabía cómo se hacía uno con armas, porque le habíamos quitado a un sargento de los municipales un revólver, con el que me quedé. Contábamos con dos compañeros más, un anarquista, y otro comunista. Y formamos el grupo, con el que desarmamos a unos cuantos.
Nos hicimos de 3 pistolas. Desarmamos a un capitán, a un sargento de requeté, y a un sargento de la
legión.
Vencedores y vencidos
– ¿Vd. adónde va después de terminar la guerra, cuando ya lo tienen preso?
Yo estuve preso en Córdoba, estuve condenado en el Puerto de Santa María, estuve en Burgos. Salí en «libertad», porque la Marina me reclamó. Yo pertenecía a Marina, estaba matriculado. Me echaron, pero después querían que fuera. Me arreglaron un consejo de Guerra con la Marina, pero se arregló con 800 pesetas.
A la hora de la verdad, toda la gente sabía que el gobierno iba a perder la guerra. No lo sabíamos los que andábamos peleando. Todos sabían una hartada, pero a la hora de la verdad, Franco ganó la guerra con los republicanos entregados.
– ¿Qué condiciones vio Vd. en los sitios donde estuvo preso?
¿Condiciones? Hambre.
– ¿Había trabajos forzados?
No, no había. ¿Qué ibas a trabajar si no comías?
– ¿Vd. conoció lo del canal de presos?
No, yo sabía que el canal existía, pero yo no estuve en el canal. Yo en ese tiempo estaba en el Penal del Puerto.
– ¿Cómo era aquello?
Una delicia. Los oficiales castigados, por negligencias, en el servicio de Franco, los mandaban al penal para controlar a los presos. Ya te puedes hacer una idea. Allí me encontré a dos de Castilblanco, cortijeros, que fueron los matarifes de este pueblo, los hermanos Escribano, los encontré en el Penal del Puerto. Estaban de servicio, cuando teníamos que hacer la rueda, uno detrás de otro, sin hablar, a un metro de distancia, el oficial sentado en una silla, y estos dos hermanos eran los que los vigilaban.
– ¿Qué hizo una vez logró salir de la cárcel?
Estuve exiliado en Alemania… porque quería formar un sindicato horizontal, no vertical… me
avisaron a tiempo, me avisó un anarcosindicalista, amigo mío, de que me buscaban. Tuve suerte y
me largué.
Hacemos una pausa, para comer, y damos por concluida la primera parte de la entrevista. En la próxima entrega, hablaremos sobre la represión bajo la dictadura de Primo de Rivera, la Ley de Fugas, la persecución de los activistas de la CNT-FAI, con el terrorismo patronal y el contraterrorismo anarcosindicalista, y el posterior ascenso del movimiento obrero y desarrollo de las luchas sindicales bajo la II República. Trataremos también los acontecimientos de la Revolución de Asturias de 1934. Por qué se dio, por qué fracasó. Qué papel jugaron los dirigentes del PSOE en el resto de España, y en qué se diferenciaron de los de Asturias. Hablaremos también sobre los Sucesos de Mayo de 1937, en la retaguardia republicana, y los enfrentamientos entre los comunistas pro-soviéticos (PCE / PSUC) y los comunistas del POUM, del que participaron también una parte importante de los anarcosindicalistas [la Agrupación Amigos de Durruti], y el debate existente entre los que querían hacer la revolución para ganar la guerra, y hacer primero la guerra, y luego la revolución; del por qué se dieron, a juicio del autor, estos enfrentamientos [él considera que una de las causas principales, fue la lucha por el poder, que los comunistas prosoviéticos, no querían compartir el poder con los comunistas del POUM]. Finalmente, ahondaremos en algunos detalles sobre las condiciones de represión, hambre y miseria que se vivían en los campos de concentración y penales franquistas, posteriormente al desarrollo de la Guerra, en los que José Sánchez Badillo estuvo preso por más de 11 años, no sin después sufrir dos consejos de guerra, persecución, por actividades sindicales, y el exilio. También, compartirá con nosotros algunas breves observaciones sobre la situación política presente: el régimen de la Transición, el papel jugado por eurocomunistas, como Carrillo, la atomización y división de la izquierda revolucionaria, el sectarismo, y el papel jugado por el 15-M. Todo esto y más en la segunda entrega de Entrevista con José S. Badillo, combatiente republicano. [Continuará…]