Para tener un éxito completo, las revoluciones necesitan romper con el capitalismo

21/02/2011, Peter Taaffe, de “The Socialist”, periódico del “Socialist Party” (CIT en Inglaterra y Gales)

«Díez días que estremecieron al mundo” (“The Guardian”). Desde Túnez a Egipto, Bahréin, Libia, Yemen, Yibuti y Marruecos, la revolución que fue desencadenada por la auto-inmolación de un heroico vendedor ambulante de Túnez ha entrado en erupción a través del Oriente Medio. Y todavía tiene que terminar su trabajo, como indican las sangrientas matanzas del desesperado régimen de Gaddafi de los últimos días. Con la gran mayoría de la población aparentemente contra su régimen, es poco probable que prospere una guerra civil con un solo bando. Ésta es realmente una revolución a nivel regional de los pueblos árabes.

Los super-explotados y empobrecidos trabajadores y campesinos han tenido una ración suficiente de regímenes dictatoriales de todos los tipos, desde ‘reyes’ a ‘simples’ dictadores. Como las masas en la Revolución Francesa hace más de dos siglos, su estribillo es “temblad tiranos, el pueblo viene”. BBC News preguntó a un padre de Bahréin si el asesinato de su hijo era necesario para derrotar al régimen. Éste contestó: “Sí, y también la muerte de mis otro cuatro hijos y la mía propia si esto beneficia a futuras generaciones.” Como en todas las revoluciones, las masas han perdido su miedo incluso a las más brutales dictaduras. Y cuando esto pasa, no hay cantidad de represión que pueda detener la rueda de la historia.

Esto está siendo subrayado por el levantamiento en Libia que ha dividido al ejército. Parece indicar que incluso las tribus, que fueron el principal soporte del régimen de Gaddafi, han cambiado ahora de bando – al igual que parte del ejército – y están en el lado de los revolucionarios.

Condiciones comunes  

Como ha indicado Robert Fisk, del periódico londinense “Independent”, es verdad que cada uno de los países infectado por el virus de la revolución es diferente. Pero todos tienen en común las mismas condiciones sociales, la negación de derechos democráticos básicos y el sentimiento consecuente de una humillación insufrible e inaceptable en todos los países afectados y en aquellos que están a punto de verse arrastrados a la vorágine. Un patrón – que revela las leyes de la revolución y la contra-revolución – es evidente hasta ahora en todos los movimientos.

Las dictaduras – incluyendo las monarquías, presunta pero equivocadamente con la etiqueta de menos “autoritarias” – ante la masiva oposición en las calles, amenazan con desatar una terrible fuerza contra la población. Pero esto solamente sirve para dar aliento a la revolución y llevarla hacia delante. Cada ataque, por reacción, profundiza la crisis, y ensancha el círculo de la protesta y de aquellos participando en la revolución.

En Bahréin – donde la monarquía favorece al 30% de población suní y discrimina cruelmente al 70% chií – muchos chiíes al principio eran reacios a unirse a las protestas. Pero la masacre en Manama, la capital, incrementó enormemente el número de manifestantes, y emularon la ocupación de la Plaza Tahrir. “No nos importa si matan a 5.000 de nosotros, el régimen debe caer”, declaró un manifestante. Oponiéndose instintivamente al sectarismo – un peligro después de la masacre tipo ‘Domingo Sangriento’ principalmente de chiíes – las masas salieron a las calles gritando: “¡Ni suníes ni chiíes! ¡Todos somos bahreiníes! ¡Abajo con la dinastía Al Khalifa!”

En gran parte, la situación es más intensa en Bahréin y otros lugares del golfo Pérsico, tanto por la putrefacción de los regímenes feudales y semi-feudales, como por el rol represivo y la dependencia de los mercenarios extranjeros.  

También en Libia, el régimen de 42 años de Gadaffi presuntamente se apoyó en mercenarios extranjeros del Chad y otros países. Esto no salvará a Gadaffi o a su desquiciado hijo, que amenazó con una guerra civil si los protestantes no daban fin a su oposición.

Los hechos han ido demasiado lejos; no solamente Bengasi, sino también Trípoli ha sido afectado, con la sede de la televisión asaltada y los manifestantes comenzando a perder el miedo, aunque el persistente temor al cruel régimen de Gaddafi significa que solamente están dispuestos a salir de noche, evitando a los francotiradores del gobierno durante el día.  

El ‘contagio’ se ha extendido de una forma u otra a todos o casi todos los 22 regímenes árabes en el poder. En Argelia, 30.000 policías fueron movilizados contra una manifestación en Argel, la capital. La sangrienta guerra civil que duró 14 años aún pesa mucho en la conciencia de las masas de Argelia. Pero incluso aquí el régimen del presidente Bouteflika está acorralado. En Marruecos, donde el rey Mohammed hasta hace poco había presumido de que su país era mucho más estable debido a la ‘democracia’ existente, ha estallado un descontento masivo. El 18% de los licenciados universitarios están parados y hay una tasa de analfabetismo del 44% en el país.

El proceso de revolución

Por lo tanto, el proceso de la revolución – con algunos retrasos en algunos países, quizás – continuará en toda la región. Ha reavivado la confianza del pisoteado pueblo palestino y, por lo tanto, ha minado a la clase dirigente israelí y a sus apoyos en Londres y Washington. A pesar del intento del secretario de asuntos exteriores británicos William Hague de distanciar el gobierno de Cameron de Gaddafi y de la monarquía bahreiní, son armas británicas (incluyendo tanques) las que han sido utilizadas contra la revolución. La colaboracionista Autoridad Palestina – cuyos líderes querían apuntalar a Mubarak – se verá bajo presión de las masas tanto de Cisjordania como de otras

áreas de Palestina en el próximo periodo.  

El régimen hachemita jordano también está bajo una presión fiera a pesar de las llamadas credenciales ‘liberales’ del rey Abdalá. Como en el resto de Oriente Medio, la corrupción está muy generalizada – extendiéndose incluso hasta el palacio real, particularmente a la reina – y hay un clamor por el surgimiento de un nuevo movimiento y un cambio fundamental en la situación, que podría desafiar incluso la propia existencia de la monarquía en Jordania.

Tampoco está completamente cómodo y confiado el régimen sirio – a pesar de la aparente falta de desafío a un nivel visible – que puede que cabalgue sobre la presente ola revolucionaria. En el pasado, el régimen pudo recurrir al terrorismo de masas para aterrorizar a la población. 10.000 miembros de los Hermanos Musulmanes fueron masacrados en la ciudad de Aleppo en 1979, un acontecimiento que ha pesado mucho en la conciencia de las masas sirias.

Pero como han mostrado Egipto, Bahréin y Libia, el terror por sí solo no puede triunfar sobre la nueva situación que presiona la región. Éste es un movimiento por derechos democráticos, pero también para cambiar las condiciones de vida de los trabajadores y de los pequeños campesinos en particular, al igual que la de las clases medias que están ideológica y materialmente asfixiadas por la camisa de fuerza de la dictadura. En Bahréin, un líder suní, aunque también un miembro del ala secular y de izquierda del partido Wa’ad, declaró: “Definitivamente, habrá más manifestaciones, y estoy seguro de que tendremos una huelga general. Barhéin no será lo mismo que fue en el pasado”. (“Financial Times”).

Tampoco puede sentirse cómodo el represivo régimen iraní con la revolución en Oriente Medio, aunque fingió al principio que se trataba de un eco de la revolución iraní del 1979. Cuando las masas iraníes se manifiestan para enfrentarse a la dictadura iraní, son saludadas con la misma brutalidad despótica que en los otros regímenes que se enfrentan con movimientos de masas. Los parlamentarios favorables al gobierno han reclamado la ejecución de los líderes de la oposición. El gobierno y las guardias revolucionarias tienen un interés material en el mantenimiento del régimen iraní. Ellos han estado entre los beneficiarios de las masivas privatizaciones de bienes del estado y lucharán junto a Mahmud Ahmadineyad para conservarlos. Puede que el régimen aún tenga algunas reservas entre algunas secciones de la población que temen que las fuerzas occidentales apoyadas por el imperialismo americano vuelvan. Pero el ejército egipcio también tenía grandes vínculos con los propietarios de las industrias y los bancos. El régimen de Mubarak no había agotado completamente cada base de apoyo, pero esto no fue suficiente contra la mayoría de la población, que estaba decidida por el cambio.  

Asombroso e inspirador

Por lo tanto, la revolución en Oriente Medio – porque eso es lo que es – aún nos asombra y nos inspira a nosotros, los trabajadores y los pobres del mundo. El poderoso movimiento de los trabajadores estadounidenses de Wisconsin ha sido inspirado por las revoluciones de Egipto y otros países. El derrocamiento de la dictadura en solamente el primer paso. Pero los remanentes del viejo régimen aún persisten – particularmente en la anterior maquinaria del estado – como lo demuestra la continua influencia y medidas represivas de la policía y el ejército en Egipto y Túnez.

La revolución solamente vencerá si va más allá de los límites del capitalismo y el latifundismo, y plantea las cuestiones sociales como la erradicación el desempleo, la destrucción de todo elemento de corrupción, y los derechos democráticos. Esto solo puede ser establecido a través de una confederación socialista de Oriente Medio.

Este movimiento ha inspirado a los trabajadores de todas partes del mundo. Nosotros no tenemos una dictadura clara en Gran Bretaña. Pero el régimen del Vice-Primer Ministro Clegg y el Primer Ministro Cameron es, en efecto, una ‘dictadura electa’. Además, hay una creciente ‘dictadura’ de la patronal en las fábricas y los centros de trabajo. Ellos están conduciendo una ofensiva contra la clase trabajadora de aquí para reprimir y obstaculizar a los sindicatos, apoyados en unos tribunales y jueces no elegidos.

Debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para apoyar la heroica lucha de los trabajadores y campesinos de Oriente Medio para que completen los grandes cambios en la sociedad por los que están clamando. Y debemos hacer lo mismo aquí en Gran Bretaña, en Europa y en el resto del mundo hasta que todos los aspectos de la brutal y avariciosa sociedad capitalista, que no puede ofrecer nada excepto un futuro de miseria, sea abolido.

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