El próximo domingo 19 de octubre se llevará a cabo la segunda vuelta de las elecciones en Bolivia. Después de que el pasado 17 de agosto ninguno de los candidatos alcanzará el 50% de votos, o el 40% con una ventaja de 10 puntos sobre el segundo, necesarios para quedarse con la presidencia del país. El balotaje está marcado por la estrepitosa derrota del Movimiento Al Socialismo, producto del prolongado conflicto dentro del partido entre Evo Morales y el presidente Lucho Arce. Dando como resultado una contienda entre dos candidatos de derecha: Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga.

Por Alternativa Socialista, PIMR en México

Rodrigo Paz, del Partido Democrático Cristiano, ha sorprendido a todos los analistas al lograr el 32% de los votos. Sin embargo, esto ha sido en buena medida producto de la fuga de votos del MAS que apenas ha conseguido el 3.16% de los votos, frente al 55.11% que obtuvo Arce en 2020 o el 61% que obtuvo Evo en 2014.

El avance de la derecha en Bolivia, ha sido sobre todo sobre la base de la profunda crisis que atraviesa el MAS. Una crisis que no es nueva, pues ya desde 2019 se mostraban síntomas de creciente debilidad cuando Evo obtuvo el 47% de votos en las elecciones generales, que bajo acusaciones de fraude terminaron en un golpe de Estado encabezado por Jeanine Añez. Pese a ello, el MAS logró recuperar parte del terreno perdido en parte producto de la movilización social que echó abajo el golpe de Añez y logró llevar a Arce a la presidencia en el año 2020.

Pero los conflictos dentro del MAS no cesaron. Apenas meses después de que Arce comenzará su gobierno, Evo y otros correligionarios de este acusaron a Arce de buscar ‘destrozarlo’. A partir de entonces, los conflictos entre Arce y Evo solo se recrudecieron, dentro del MAS. Incluso, en el fallido levantamiento de José Zuñiga en junio de 2024, las acusaciones fueron recíprocas. Mientras Arce acusó a Evo de intentar un golpe de Estado, este último acusó al presidente de intentar un autogolpe de Estado.

Por supuesto, esto no era otro sino parte de la disputa por la candidatura del MAS de cara a las elecciones pasadas. Morales, intentó todavía hasta febrero de este año postularse como candidato con las siglas del MAS a las elecciones de agosto pasado. Sin embargo, tras darse a conocer que no sería candidato por este partido renunció al mismo, planteando lanzarse de cualquier modo como candidato a la presidencia. Finalmente, al no figurar como candidato en las boletas electorales llamó a votar nulo. Así, el pasado 17 de agosto, Morales celebró la abstención, señalando haber obtenido 19% de votos convirtiéndose en sus palabras “en la tercera fuerza”.

¿Qué sigue para Bolivia?

En ese escenario el triunfó de la derecha augura nuevos ataques al conjunto de la clase trabajadora y el pueblo boliviano. La profundidad de la ofensiva dependerá en parte de quien sea el ganador de la próxima elección, pues es claro que mientras Paz intentara un programa más gradual de ataques, Tuto Quiroga intentará avanzar de forma más acelerada sobre los derechos conquistados.

Sin embargo, el triunfó de la derecha en el terreno electoral no puede ser entendido como un repliegue de los oprimidos. Si bien el triunfó de Trump y de la derecha en la región en los años pasados, con Milei y Noboa a la cabeza, han envalentonado a la burguesía y a la derecha en el continente también hemos sido testigos de movilizaciones importantes en los últimos meses y años. En Ecuador, pese al gobierno del derechista Daniel Noboa quien ha impulsado un nuevo ataque mediante la eliminación del subsidio al diésel, en las últimas semanas el movimiento indigena encabezado por la CONAIE ha impulsado un paro nacional que ha cumplido más de 20 días. O bien en Argentina, donde se pronostica una nueva derrota de la Libertad Avanza en las elecciones intermedias el próximo 26 de octubre tras la derrota del partido de Milei en la provincia de Buenos Aires. La alianza conservadora y la intervención imperialista en el continente ha quedado clara en la visita de Milei a la Casa Blanca, donde Trump ha declarado su total apoyo a Milei. Pero anunció también que en caso de no ganar “no seremos tan generosos con Argentina” en referencia al rescate financiero de la economía argentina por el imperialismo norteamericano.

Ambos ejemplos dejan claro, que aunque el triunfo de la derecha en Bolivia es en hecho, el margen que tendrá Paz o Quiroga para implementar su programa es limitado. No solamente como consecuencia de la inestable situación económica internacional, en el que millones de personas alrededor del mundo se enfrentan a una situación desesperada, sino también producto de la profunda crisis política mundial, que se expresa en gran medida precisamente la situación desesperada de millones en el mundo.

Reconstruir a la izquierda en Bolivia y en América Latina

En ese escenario, la derrota del MAS augura un proceso de reconstrucción de la izquierda boliviana. Es claro que Evo ha dilapidado la enorme autoridad política que había logrado tras la crisis del agua en 2003 y los primeros años de gobierno. Una autoridad, que entre otras cosas se consolidó gracias al crecimiento promedio de 3.9% en las últimas dos décadas, 6.8% en 2013, según los datos del Banco Mundial. Pese a ello, el MAS no ha podido impulsar a una nueva figura para la dirigencia de este partido mientras Evo se ha enfrascado en conflictos que dejan claro su poco interés para delegar su liderazgo. Por lo que resulta difícil pensar que Evo y el MAS podrán jugar un papel clave en ese proceso de reconstrucción.

La gran ausente de la lucha de clases en Bolivia las últimas décadas ha sido la izquierda revolucionaria. En parte por su sectarismo hacía el MAS que le ha marginado del proceso y de jugar un papel clave en los momentos decisivos. Una situación que no es exclusiva de Bolivia, sino del continente en donde la izquierda revolucionaria se ha aislado de los procesos encabezados por el progresismo. Si bien estos gobiernos como el de Evo, no rompieron con el capitalismo ni la explotación que implica, sí representan a millones de trabajadores, campesinos, mujeres, y otros sectores oprimidos que les han llevado para impulsar sus demandas. Frente a ello, muchas organizaciones no lograron avanzar ni jugar un papel de relevancia en los procesos.

En el contexto de avance de la derecha, la izquierda revolucionaria debe repensar su política con miras a ampliar su influencia y a jugar un papel de liderazgo, no sólo en Bolivia sino en América Latina. Mientras la derecha ha avanzado en su alianza regional, la izquierda ha preferido ocultar, cuando no ha abandonado o limitado sus alianzas regionales. Frente a la ofensiva de la derecha, se hace indispensable fortalecer los vínculos, discusiones, debates y experiencias de la izquierda en América Latina con miras a enfrentar de mejor modo los embates de la derecha y el imperialismo.