Hace falta un nuevo movimiento de masas para detener a la derecha y luchar por una alternativa socialista

El día de ayer, tras intentar disolver el Congreso y decretar un Gobierno de excepción, el presidente de Perú, Pedro Castillo, ha sido destituido. De esta forma la oligarquía peruana, excusada en las maniobras parlamentarias de Castillo, intenta descarrilar de nueva cuenta el gobierno elegido por millones de trabajadores y campesinos peruanos.

Por Alternativa Socialista Internacional

El golpe parlamentario contra Castillo se ha dado después de que durante meses la derecha y la oligarquía peruana intentaron destituir a Pedro Castillo acusándolo de corrupción, lo que provocó que los últimos meses el gabinete de Castillo se convirtiera en una puerta giratoria por la que pasaron tres gabinetes completos. Esto por sí mismo, evidencia la profunda crisis política por la que atraviesa Perú como consecuencia de las presiones de la derecha y la oligarquía al gobierno de Castillo.

Desde comienzos de año, como consecuencia de la Guerra en Ucrania y la crisis que ha traído consigo a nivel mundial, cientos de trabajadores se movilizaron en Perú contra la inflación y la crisis ante la falta de políticas consecuentes del gobierno a pesar de las promesas de campaña de Castillo con su lema “no más pobres en un país rico”.

Entonces era claro que la oligarquía peruana recuperaba su iniciativa, después de su derrota electoral, con la intención de utilizar esta crisis para derrocar al gobierno de Castillo, con miras a limitar posibles reformas en beneficio de las masas trabajadoras peruanas, y sobre todo ante el temor de que las masas empujaran por cambios más profundos que los planteados por la tímida agenda institucional de Castillo. Desde el comienzo del gobierno de Castillo, las intenciones golpistas de la oligarquía no han sido disimuladas. Por el contrario, incluso antes de que Castillo asumiera el poder, la oligarquía y los capitalistas peruanos amagaron con impedir que este tomara el poder. Solamente el temor a que las movilizaciones de apoyo se desbordaran, persuadió a la derecha de seguir este camino. ¿Pero entonces, qué ha cambiado?

La nueva ofensiva de la oligarquía peruana, que ha logrado destituir a Castillo de la presidencia de Perú, sólo se puede explicar por los errores y la moderación cometida por el propio Castillo desde el comienzo de su mandato. El ejemplo más claro de ello fueron sus declaraciones, una vez electo, de que no iba a impulsar expropiaciones de tierra ni de ninguna empresa, después de que esta fuera una de sus promesas de campaña. Aunado a ello, el saldo de la pandemia y la crisis económica ha significado que millones de peruanos vean a Castillo con creciente escepticismo. La debilidad de Castillo, que ha motivado la ofensiva de la derecha, ha sido su política de gestión del capitalismo oligárquico peruano y así como la desmovilización y desorganización de sus bases de apoyo.

Castillo renunció al programa de izquierdas con el que fue elegido, así perdió apoyo popular y fue incapaz de ofrecer una salida a la crisis que satisficiera los intereses de la clase trabajadora y otros sectores oprimidos de la sociedad peruana. La derecha en el Congreso y la clase dominante se han aprovechado de eso. Reconstruir una izquierda socialista basada en las luchas de la clase obrera y los sectores oprimidos, con un programa socialista, que aprenda de los errores de Castillo es la tarea central a realizar.

Los socialistas y los revolucionarios nos oponemos al golpe de estado contra Castillo, pues entendemos que esto no traerá sino más tragedias que lamentar para los trabajadores y humildes de Perú. No reconocemos al corrupto congreso autoridad para juzgar a Castillo y exigimos su libertad. Lo que de ningún modo significa una defensa del programa ni los métodos de Castillo, sino por el contrario un reconocimiento de la necesidad de construir una alternativa revolucionaria para los campesinos y trabajadores que impulse un programa de lucha socialista para Perú.