La crisis económica, política y social se profundiza al ritmo del ajuste del gobierno y el FMI. La constante devaluación e inflación lleva a un mayor grado de empobrecimiento de los sectores populares, mientras la pasividad de las centrales sindicales se convierte en complicidad. En un año electoral las coaliciones mayoritarias están en una profunda crisis, lo cual abre espacio para que la peligrosa ultraderecha de Javier Milei crezca en su intención de voto. Pero también el espacio puede ser para la izquierda que con el FIT-U a la cabeza, puede conquistar nuevos espacios electorales. Pero con esto no es suficiente, necesitamos una alternativa política amplia y unitaria de la clase trabajadora que sirva fundamentalmente para impulsar la movilización y la huelga general necesarias para resistir el ajuste que se intensificará gane quien gane las elecciones.

Por Marcos Ariel, ASI en Argentina

Cuando Alberto Fernández llegó al gobierno lo hizo como parte de una gran coalición que nucleaba a prácticamente a todas las alas peronistas e incluso se sumaron sectores de la “izquierda popular” que se unieron con la idea de enfrentar al demonio de la derecha representado por Macri. Pero las promesas de revertir el desastre de la gestión macrista y llenar las heladeras de comida rápidamente quedaron en el olvido. Con la excusa de la pandemia primero, la guerra imperialista en Ucrania después y la gran sequía al último, el gobierno fue otorgando cada vez más concesiones a los grandes empresarios como por ejemplo propiciar una devaluación constante y reconocerle a los agroexportadores un tipo de cambio un 50% por encima del dólar oficial. Mientras que a los sectores populares les aplica un ajuste cada vez mayor que se expresa en el aumento del costo de vida que los magros aumentos salariales y de jubilaciones, ubicados muy por debajo de la inflación, están lejos de cubrir. También se lo ve en el recorte a la asistencia social con la baja de miles de planes sociales y el ataque a las organizaciones de desocupados que resisten.

En ese sentido, a pesar de las diferencias, hubo una continuidad en lo esencial de la política económica del macrismo teniendo por objetivo garantizar la ganancia de los grandes capitalistas y pagar la ilegítima deuda externa al FMI. Esta política ha llevado la inflación anual arriba del 108% (la más alta en 30 años) y según reciente informe de economistas de la Universidad de Buenos Aires puede terminar en un 200% de mantener esta tendencia (Ver Inflación: el aumento en alimentos podría alcanzar el 200% en un año). De esta manera un 40% de la población vive en la pobreza, que se agrava en los niños y adolescentes que llega al 60%. Esto a pesar del crecimiento del PIB pos pandemia y el crecimiento del empleo.

Todos los aumentos salariales que la burocracia sindical rápidamente aceptó en febrero-marzo ya se los comió la inflación por eso los salarios están por debajo de la línea de pobreza, incluso para quienes tienen un trabajo en blanco. Ni hablar de los trabajadores precarizados o de los desocupados que directamente viven por debajo de la indigencia.

Bronca por abajo y pasividad burocrática

Esta situación obviamente genera un gran descontento en el conjunto de la clase trabajadora que, si bien por el momento no se expresa en grandes movilizaciones para frenar el ajuste, sí existen diversas luchas sobre todo de los sectores estatales de la salud y de la educación. Pero también se expresa en menor medida en trabajadores del sector privado.

¿Por qué, a pesar del gran ajuste que se vive y el descontento general no hay movilizaciones masivas? Creemos que hay dos elementos fundamentales que hacen de freno y contención de la bronca que se vive día a día. En primer lugar, la traición de las burocracias sindicales que no sólo descartaron de plano una huelga general, sino que privilegiando su pertenencia al peronismo gobernante, no llaman a ninguna medida de lucha por mínima que sea. Sólo luego de 3 años de silencio emitieron un comunicado previo al Primero de Mayo… apoyando al gobierno. Tienen miedo que cualquier acción pueda ser tomada por el conjunto de la clase y pierdan el control de la situación.

En segundo lugar entramos a un período electoral permanente donde todos los meses y prácticamente todos los domingos hay elecciones en algún lugar del país. La incertidumbre que genera la crisis de las coaliciones mayoritarias llevó a que los caudillos provinciales separen las elecciones locales de las nacionales. Maniobra que les está dando resultado puesto que en todas las elecciones provinciales los oficialismos (sean peronistas o de Juntos por el Cambio) están ganando. Pero esto obedece no solo es una táctica para mantener el poder en las provincias y municipios sino también sirve para al objetivo de reforzar en la clase trabajadora la idea de que votando es la única manera de cambiar la situación así buscan evitar que sea la movilización la que produzca los cambios. También en este sentido esto les está dando resultado pero la situación social es tan crítica que no hay garantías de que se llegue ni siquiera a las primarias presidenciales de agosto sin grandes turbulencias. Ni hablar de las generales de octubre o la entrega del mando en diciembre.

Pero a pesar de esto hay luchas muy importantes impulsadas por sectores de oposición de izquierda en los sindicatos o sectores independientes a la burocracia oficial. Por ejemplo, entre los trabajadores de la educación en la Provincia de Buenos Aires fue un éxito el paro de dos días convocado por la oposición de izquierda en el sindicato docente, lucha que continúa con más paros. En la provincia de Salta actualmente hay una importante lucha de la educación y las hubo recientemente en las provincias de Córdoba, Chubut, Santa Fe, San Juan, entre otras.

También en el sector salud hay luchas como las que llevan adelante las enfermeras de CABA por el reconocimiento a su profesión o la de los residentes por salario y otros sectores de la salud de la provincia de Buenos Aires. Actualmente las y los trabajadores de la salud de la provincia de Tucumán están de paro.

Si bien en el sector privado es donde más pesa la traición de la burocracia sindical hay algunas luchas importantes como la de los trabajadores de la Coca Cola en las provincias de Salta y Córdoba. Entre los trabajadores de prensa el SIPREBA conducido por una dirección independiente, se consiguió frenar los despidos masivos en el multimedio del diario Clarin. El gremio del neumático conducido por el Partido Obrero luego de una intensa lucha, consiguió que los aumentos salariales no sólo estén atados al aumento de la inflación sino también que subieran 10 puntos porcentuales por encima.

Estos son ejemplos de que donde se lucha y hay una conducción consecuente no sólo se puede frenar el ajuste sino obtener victorias. En sentido contrario en donde se confía en la mesa de negociación y se deja la movilización de lado se pierde, como sucedió con los docentes y trabajadores del estado en Mendoza que, luego de protagonizar grandes movilizaciones el año pasado, el sindicato conducido por el kirchnerismo no sólo frenó la movilización sino que no consiguieron nada en la mesa de negociación. Siendo los docentes mendocinos unos de los que peor cobran en el país.

Estos son algunos ejemplos de que a pesar del ajuste que padece la clase trabajadora no está derrotada y hay grandes reservas de lucha. Hace falta una nueva dirección sindical que impulse la lucha no solo de su sector sino que busque coordinar con otros sectores porque al ajuste se lo puede parar si luchamos unitariamente.

La lucha de los desocupados, un ejemplo a seguir

Es inspiradora y un ejemplo la lucha permanente que está dando el sector más pobre de la clase trabajadora que son los desocupados, a quienes el gobierno puso como objetivo principal del ajuste y ya quitó a 100 mil personas sin empleo la única ayuda financiera que reciben del Estado. El objetivo es quitar el subsidio a 400 mil en total, que es lo que exige el FMI. Además del criminal recorte en la entrega de los alimentos a los comedores populares dejando a miles de personas sin comida.

Las organizaciones piqueteras conducidas por la izquierda están a la cabeza de la resistencia al ajuste y lograron una coordinación permanente llamada la Unidad Piquetera que decide las medidas de lucha y ahora dieron un paso muy importante al ampliar la coordinación de lucha unitaria con la UTEP (Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular) que nuclea a muchas de las agrupaciones de desocupados que apoyan al gobierno pero que ven como el ajuste también los afecta. Como primera acción unitaria este 18 de Mayo se realizará una enorme jornada de protesta en Buenos Aires con delegaciones de desocupados que llegarán desde todo el país. Este es un ejemplo a seguir en todos los otros sectores de la clase trabajadora. Para resistir al ajuste es necesaria la unidad en la lucha no sólo entre quienes somos de izquierda sino también con sectores que al día de hoy todavía forman parte de la base social del gobierno pero que empiezan a salir a luchar.

En el horizonte se avizoran más luchas. Las centrales sindicales deben romper con su apoyo al gobierno y convocar a paros para defender nuestro salario. No podemos esperar a las elecciones o al cambio de gobierno. El ajuste lo padecemos ahora, por eso necesitamos medidas de emergencia urgente. Se hace necesaria la coordinación de todas las luchas para impulsar la movilización y una huelga general. Porque más allá de quién gane las elecciones el plan de ruta es el mismo: un mayor ataque a la clase trabajadora y pagar la deuda externa como sea.

La crisis está liquidando a las coaliciones capitalistas

La crisis social tiene su reflejo en la crisis política que viven las dos coaliciones capitalistas que gobernaron el país los últimos años que ahora crujen en medio de feroces luchas internas que expresan las distintas líneas sobre el ritmo del ajuste necesario para cumplir con el FMI.

El peronista Frente de Todos (FdT) sufre una pérdida constante de apoyo popular y vive una lucha interna entre los sectores representados por Cristina Fernandez Kirchner, el ministro de economía, Sergio Massa y Alberto Fernández, enfrentados entre sí. Saben que si pierden las presidenciales es el fin del FdT y está en juego la conducción del peronismo en el próximo período. El gobierno está transitando los últimos meses al igual que Macri al final de su mandato: intentando llegar con el último aliento. Con la diferencia que éste contó con el apoyo del FMI que desembolsó los 44 mil millones de dólares necesarios para sostenerse. Ahora Alberto Fernández está rogando al Fondo el envío de 10 mil millones de dólares para que no se termine de descalabrar el país. Préstamo que de concretarse será a costa de aumentar el ritmo del ajuste antes de las elecciones.

La interna del peronismo se cobró la candidatura de Alberto Fernandez que tuvo que dejar de lado la fantasía de presentarse a la reelección. Pero esto no cerró la crisis puesto que todavía no sólo no tienen un candidato a presidente sino que tampoco saben cómo elegirlo. Por un lado Alberto ve la oportunidad de “sepultar 20 años de Kirchnerismo” y quiere que el candidato surja de las elecciones primarias y apuesta a que sea Daniel Scioli. Ex candidato a presidente apoyado por Cristina en las presidenciales del 2015 y que perdió con Mauricio Macri, y actual embajador en Brasil que tuvo una muy buena relación con Bolsonaro, es un candidato de la derecha peronista.

Por su parte Cristina que intenta mostrarse ajena al ajuste como si ella no fuese parte del gobierno, se excluyó de la competencia electoral y su delfín Axel Kicillof actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires prefiere relajarse antes que competir por la presidencia del país. Aunque tampoco están seguros de ganar aquí, puesto que según las últimas encuestas también están perdiendo muchos votos, por eso Kicillof quiere separar las elecciones provinciales de las nacionales como hicieron la mayoría de los gobernadores para de esta manera no quedar atado a una derrota del FdT en las presidenciales. Aparentemente la apuesta principal de Cristina es que el candidato sea el ministro de economía Sergio Massa, candidato que se desdibuja con cada nuevo dato de la inflación que sube mes a mes. Pero tanto el candidato de Alberto como el de Cristina son de la derecha peronista. ¿Volverán los sectores progresistas del FdT a votar a un derechista para que no gane otro derechista?

Por otra parte, la coalición opositora de derecha Juntos por el Cambio (JxC) también se encuentra en una crisis profunda. La derrota electoral de 2019 y el cuestionado liderazgo interno de Macri que también tuvo que bajarse de la elección, han llevado a una fragmentación de la coalición, con diferentes sectores que buscan hacerse con la candidatura a presidente. Esta lucha interna no les permite aprovechar la debacle del peronismo y, según las últimas encuestas también están perdiendo votos que se van a favor del ultraderechista Javier Milei cuyo crecimiento puede condenar al peronismo al tercer lugar y que tengamos que elegir en el ballotage entre dos opciones reaccionarias.

Más allá de cómo se den los resultados electorales lo cierto es que el bi-coalicionismo con que el sistema gobernó las últimas dos décadas post destrucción del bipartidismo en la rebelión del 2001 se encuentra en una fase terminal, con el agravante que el sistema todavía no tiene alternativa política de recambio.

El ultraderechista Milei crece y es un serio peligro a enfrentar

Milei a pesar de su crecimiento en las encuestas por el momento no es la apuesta principal de los empresarios que si bien acuerdan con su programa no lo ven con la capacidad para implementarlo sin desatar una rebelión general. Por eso después de la cumbre anual de los empresarios más ricos del país en el “Hotel Llao Llao” le bajaron un poco el pulgar a Milei.

Su figura expresa más bien el descontento con las coaliciones principales y con la “clase política” en general más que la simpatía por su programa que incluye desde la libre portación de armas, la venta de órganos, la privatización de la educación, la eliminación de todas las leyes laborales hasta la dolarización. Por el momento no tiene la capacidad de movilizar a su base ni tiene un aparato político nacional lo cual se está viendo en las elecciones provinciales donde está teniendo pésimos resultados, al punto tal que tuvo que retirar el apoyo a sus candidatos locales. Pero a pesar de esto sigue creciendo en las encuestas y por eso no hay que descartar que entre al ballotage e incluso que gane. Todo es posible en medio de la crisis política.

Precisamente por esto es que no debemos minimizarlo. Además hay que tener en cuenta que también expresa un fenómeno que se está dando a nivel mundial que es el crecimiento de la ultraderecha en ese sentido Milei no es un rayo en cielo sereno. Un eventual gobierno de ultraderecha significaría un retroceso para la clase trabajadora y si bien hay grandes reservas de energía para enfrentarlo en el plano político no hay por el momento una alternativa política de masas de la clase trabajadora que pueda hacerle frente como hace falta.

El Frente de Izquierda Unidad entre la oportunidad y sus luchas internas

Si bien esta alternativa política que necesitamos todavía no la tenemos, sí tenemos una alternativa electoral muy importante en el Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad que hay que apoyar para que siga logrando conquistas parlamentarias. Aunque por el momento no dé señales de querer salir de la zona de confort y avanzar hacia la constitución de un espacio político superior que, partiendo de la unidad lograda, avance hacia la construcción de la alternativa política amplia y unitaria que la clase trabajadora necesita.

Lamentablemente también el FIT-U se ve atravesado por las disputas internas que, de continuar, le impedirá aprovechar totalmente el espacio que se abre ante la debacle del peronismo. Es un error ver ese espacio como algo sólo electoral disociándolo de la lucha de clases como lamentablemente están haciendo los diversos partidos que integran el Frente.

Tener una visión electoralista los está llevando a una crisis donde las naturales diferencias están dando un salto de calidad hacia enfrentamientos y acusaciones públicas, no solo en las prensas partidarias sino en los medios de comunicación burgueses. Por eso no hay una candidatura presidencial del Frente, desperdiciando un tiempo valioso para disputar con los candidatos capitalistas. La gravedad de este internismo se expresa en las elecciones adelantadas donde en algunas provincias los partidos que integran el FIT-U van en lista unitaria, en otras van a elecciones internas del Frente armando alianzas internas que luego se rompen y se cambian en la provincia de al lado. Llegando al extremo en la provincia de Salta donde directamente el Frente se rompió con el MST y Partido Obrero por un lado y PTS por el otro que, de haber ido unidos se podría haber conquistado un diputado. De igual manera para el acto del Primero de Mayo realizado en Buenos Aires tuvieron que firmar un acuerdo previo a fin de evitar que los oradores se ataquen mutuamente lo cual hubiera sido un bochorno.

Si bien la lucha interna es por quien tendrá el liderazgo del Frente, de fondo expresa la incomprensión del momento que estamos viviendo con sus peligros y oportunidades. Aprovechando que el PTS por su política con tendencias a desviaciones electoralistas centrada en las apariciones mediáticas de sus figuras públicas está en retroceso, como se pudo apreciar en su disminuida columna en el acto del Primero de Mayo, tanto el PO como MST buscan disputarle la hegemonía en las candidaturas principales con propuestas de hacer un congreso o una asamblea del Frente, propuestas en apariencia democráticas pero que en la práctica sólo servirán para profundizar el internismo y la pelea de aparatos.

La discusión que hace falta es cómo ante la debacle del peronismo y el ascenso de la ultraderecha la izquierda puede ofrecerle a la clase trabajadora una herramienta política superior a la existente para tener influencia de masas. Los distintos partidos que integran el FIT-U hacen un análisis mecanicista poniendo un signo de igualdad entre la debacle peronista y el crecimiento de la izquierda. No hay garantías de que ante el fracaso del gobierno automáticamente la clase trabajadora se volcará a votar y engrosar las filas de la izquierda. Sin una alternativa política una política audaz que tienda puentes y abra caminos para acompañar a quienes ya están rompiendo con el gobierno difícilmente esto sucederá y la izquierda no sólo se estancará sino que también puede empezar a retroceder.

Si bien es cierto que en lo electoral se puede sumar votos ante el fracaso del peronismo como recientemente sucedió en las elecciones en la provincia de Jujuy donde el FIT-U obtuvo el 12.81% de los votos quedando en tercer lugar y ganando varios diputados, esto no significa que será permanente. Si no aparece una alternativa superior para la clase trabajadora, las alternativas burguesas recomponen como ya sucedió en el pasado por ejemplo en Mendoza donde años atrás la izquierda encabezada por el PTS realizó una gran elección, hoy se perdieron todos los cargos conquistados. Más aún en las recientes elecciones municipales el FIT-U dividido en dos listas apenas logró superar el piso proscriptivo del 3% en un solo municipio. También al Partido Obrero le sucedió algo similar en Salta donde llegó a ser una referencia electoral importantísima pero una vez más la izquierda perdió todos los cargos parlamentarios.

Si bien la izquierda puede realizar una buena elección, el fenómeno Milei al aparecer como rebelde y anticasta también reduce espacio para la izquierda. Subestimar viéndolo sólo como una creación artificial de los medios de comunicación o sólo como una maniobra de la burguesía para correr el eje de la campaña hacia la derecha, es no ver su innegable crecimiento ante la opinión pública.

Frente al futuro de ataques hacia la clase trabajadora necesitamos una alternativa política de la clase trabajadora que, partiendo de la base programática del FIT-U tenga la capacidad de crear un movimiento, colectivo o partido unitario para actuar en común en todos los frentes de lucha. Que no solo sea unitario para las elecciones y nada más, sino que integre la diversidad de propuestas y ideas que existen en la izquierda argentina, para esto opinamos debe ser un movimiento amplio que permita la libertad de tendencias a su interior y que sirva para atraer a sectores que empiezan a romper con el gobierno o que también ven el peligro del ascenso de la ultraderecha. Partiendo de los puntos que nos unen como por ejemplo el rechazo al FMI se podrían realizar acciones políticas unitarias en ese sentido aunque en estas elecciones con muchos de esos compañeros y compañeras estamos en espacios electorales distintos, pero que nos permita empezar a mirar más allá de las elecciones de cara a organizarnos para enfrentar el ajuste.

Si desde la izquierda se actúa audazmente no sólo se realizaran buenas elecciones sino, más importante aún, se puede convertir en un polo de atracción y de referencia para la clase trabajadora argentina y de todo el continente. Fundamental para encarar el periodo que se viene.