Después de una tensa e incierta segunda ronda, Gustavo Petro ganó las elecciones presidenciales colombianas con 50.4% del voto, derrotando a su oponente, el populista de derecha Rodolfo Hernández, que consiguió el 47.3% de los votos, una diferencia de 700 mil votos. La participación electoral fue del 58%, más que el 54% de la primera vuelta y la mayor en una elección colombiana desde 1998.

Por Alternativa Socialista Internacional en Colombia

En este momento el estado de ánimo de los simpatizantes del Pacto Histórico (la coalición de izquierda liderada por Petro) es de júbilo y millones están celebrando este resultado histórico. En un fortín del imperialismo estadounidense, donde la izquierda ha sufrido históricamente violencia brutal a manos del Estado y los paramilitares de derecha – solo este año 52 activistas han sido asesinados – más de 11 millones de personas votaron por el antiguo guerrillero del M-19, Gustavo Petro.

Petro será el primer presidente de izquierda en los 213 años de historia de Colombia. Junto a él está su fórmula vicepresidencial Francia Márquez, que se convertirá en la primera vicepresidenta negra. Los trabajadores, jóvenes y las masas oprimidas obtendrán confianza de la victoria de Petro, con esperanzas de que se les abre un nuevo periodo, uno que deje atrás los sucesivos regímenes de violencia y miseria social que han dominado a Colombia por décadas.

En últimas, el triunfo de Petro y el Pacto Histórico debe ser visto como un producto de las luchas de masas que agitaron a Colombia en el último periodo: las manifestaciones estudiantiles de 2018, el Paro Nacional de 2019 y, por encima de todo, el estallido social iniciado por el Paro Nacional del año pasado, en el que millones de personas salieron a las calles en cada esquina del país. Las huelgas y bloqueos paralizaron la economía y la juventud radical organizada en la ‘primera línea’ se enfrentó heroicamente a la represión estatal brutal y dirigió un movimiento que agitó al capitalismo colombiano hasta sus cimientos.

La campaña de Petro y Márquez atrajo a millones a mítines por todo el país, impulsados por su programa de cambio: lidiar con la abrumadora desigualdad y pobreza, adoptar un sistema de salud pública universal, implementar los acuerdos de paz con las FARC y detener la extracción de combustibles fósiles.

Nosotros compartimos el entusiasmo y el deseo de transformación social que se han expresado en este resultado extraordinario. No obstante, como hemos advertido antes, el programa reformista y limitado de Petro y su giro hacia acomodarse al establishment no darán la talla para las necesidades y peticiones de las masas colombianas. A medida que el decadente capitalismo mundial se sumerge más y más en toda serie de crisis, Petro se verá confrontado con desorden económico y político y una clase dirigente desesperada por mantener el control de la situación.

Cómo ganó Petro

Infortunadamente, algunos afirman que Petro le debe su victoria a su enfoque más moderado y su habilidad de calmar los miedos de aquellos preocupados por sus credenciales radicales. Pero, ¿es verdadera esta afirmación?

Por mucho del último año, la victoria de Petro parecía cosa casi segura. Esto cambió después de la primera vuelta de las elecciones, cuando el ascenso inesperado de Rodolfo Hernández complicó las cosas. Cuando los resultados llegaron en mayo a muchos activistas y simpatizantes del Pacto Histórico los sobrecogió una sensación de peligro y hasta de desmoralización frente a la posibilidad de que Hernández, reaccionario y machista, se volviera presidente.

Como indicamos en nuestro análisis de la primera vuelta ( ver Colombia: La polarización golpea al ‘uribismo’ en la primera vuelta de las elecciones ), la élite política tradicional recibió un duro golpe cuando el candidato del continuismo Federico ‘Fico’ Gutiérrez no logró quedar en segundo lugar. Hernández, un multimillonario empresario de 77 años, se esforzó por distanciarse de una completamente desacreditado uribismo, y se presento como ‘ni de izquierda ni de derecha’, como antisistema y anticorrupción. A pesar de eso la clase dirigente no perdió tiempo en unírsele, considerándolo la mejor figura para servir a los deseos del capital. Este ‘beso de la muerte’ ayudó a exponer la realidad de Hernández en ciertas partes de la clase trabajadora y la juventud, que habían votado por él en la primera vuelta creyéndolo un candidato auténticamente anti-establishment.

Debemos enfatizar que fueron los esfuerzos heroicos de muchos activistas de las bases que reconocieron la amenaza de Hernández y convencieron a sus amistades, familiares, colegas y vecinos de votar por Petro y Márquez. En realidad fue esta estrategia de voltear votos y motivar a los abstencionistas a votar la que llevó a Petro a la victoria. Fue notable la mayor participación en Bogotá, la Costa caribe, la Amazonía y el Pacífico. Aquellas regiones con unas poblaciones considerables de afrocolombianos e indígenas, azotadas por pobreza extrema, super-explotación y desposesión violenta, votaron por el Pacto Histórico.

Desafíos, compromisos y conciliación

Si bien estos resultados son un gran contratiempo para la derecha, que por el momento se encuentra en un estado de desorientación, no debemos tener ilusiones de que las fuerzas de la reacción simplemente desaparecerán. De hecho algunos sectores han dejado claro que se opondrán con fiereza al proyecto de Petro. Representando al ala más truculenta de la clase dirigente, como una potencial candidata para liderar a la oposición, Maria Fernanda Cabal del Centro Democrático (el partido de Álvaro Uribe y el actual presidente Iván Duque) dijo a través de twitter:

Una etapa difícil de la vida nacional está por empezar y debemos prepararnos para enfrentarla, con el tesón que demanda la defensa de nuestros principios y valores. No es momento para el conformismo, es momento de luchar por nuestra libertad

Maria Fernanda Cabal

Otras secciones de la burguesía están tratando de domesticar a Petro y por ello lo están felicitando por su voluntad de buscar acuerdos y respetar la integridad de ‘la ley y el orden’ y la ‘institucionalidad’. El imperialismo estadounidense adoptó una táctica similar. En el contexto de una influencia menguante en la región, el presidente Joe Biden llamó a Petro para felicitarlo por su victoria y así mantener lazos con su aliado más importante en Latinoamérica.

Aunque el Pacto Histórico son la fuerza más grande en el congreso, se quedan significativamente cortos de ser la mayoría. Al momento de escribir este artículo se está formando una coalición con Comunes (el proyecto político de las desmovilizadas FARC), los centristas de Centro Esperanza, y más importante, uno de los partidos tradicionales del capitalismo Colombiano, el Partido Liberal. Con objeto de disipar los temores del gran capital y los inversionistas extranjeros, Petro nombrará a un ‘moderado’ como ministro de Hacienda, fijando su mirada en Alejandro Gaviria, el excandidato presidencial cuyas políticas Petro criticó por “no lograr superar el neoliberalismo”.

Todas estas maniobras a la derecha, y por encima de todo, la alianza con el Partido Liberal son justificadas como medios para que Petro forme un gobierno estable que pueda legislar con éxito. Sin embargo, esto tiene un precio y, como señalaba un artículo reciente de Bloomberg, “[Petro] puede verse forzado a bajar el tono de algunas de sus propuestas más radicales para mantener a sus aliados a bordo.” Este es un enfoque errado que solo va a servir para desmoralizar y desmovilizar a aquellos activistas y simpatizantes que se reunieron alrededor del Pacto Histórico con la esperanza de romper con el statu quo.

Si bien Petro y otros justifican su conciliación con figuras del establecimiento como una búsqueda de ‘gobernabilidad’, eso es muy poco probable en el periodo actual de crisis capitalista. El 40% de la población colombiana vive en la pobreza y un 11% de inflación va a afectar a muchos más. A medida que la Reserva Federal Estadounidense eleva las tasas de interés, el Peso colombiano se ve en riesgo de más devaluación, con lo que se crearían problemas para el pago de la deuda externa, que supera el 50% del PIB. Si Petro elige simplemente gestionar el capitalismo será el supervisor de una gran miseria infringida a las masas colombianas, y dará pie a que la ultraderecha crezca más (con figuras emergentes mucho peores que Hernández).

Construir la lucha de masas

Por ello estas elecciones no deben ser vistas como un fin en sí mismo sino como el comienzo de un nuevo periodo de lucha de clases y cambio social. Reflejando las bases más radicales del Pacto Histórico, la activista ambiental Francia Márquez declaró en su discurso de victoria:

Vamos por la dignidad, por la justicia, vamos las mujeres a erradicar el patriarcado de nuestro país, vamos por los derechos de nuestra comunidad diversa LGBTIQ+, vamos por los derechos de nuestra madre tierra, de nuestra casa grande, vamos juntos a erradicar el racismo.

Francia Márquez, “Discurso de victoria”

Tenemos que dejar en claro que la naturaleza subdesarrollada del capitalismo colombiano es estructural. Esto es, su debilidad no viene de malas políticas de tal o cual gobierno sino de la subordinación económica al imperialismo, especialmente al estadounidense (que más y más, gracias a la complicidad y lealtad de la clase dirigente Colombiana, ha saqueado al país de sus abundantes recursos, explotado su mano de obra barata, ganado acceso a mercados locales y forzado ciertos sectores productivos a desindustrializarse).

El proyecto de Petro asume erróneamente que existe una sección progresista de la clase capitalista con la cual los trabajadores se pueden alinear en un proyecto de desarrollo económico en común. En realidad esto significa una unión de los oprimidos con los opresores, los explotados en el mismo equipo que los explotadores. Esto solo puede acabar mal para la clase trabajadora.

Por una Alternativa Socialista Revolucionaria

Aquí podemos ver las grandes contradicciones del Pacto Histórico: por uno lado los sindicalistas, activistas ambientales, feministas y activistas anti-racismo, así como millones de trabajadores, jóvenes y pobres que quieren un instrumento que pueda luchar por sus propios intereses. De otro lado están figuras como Roy Barreras y Armando Benedetti, que están comprometidos por trabajar dentro de los confines del sistema y de esta manera socavan el máximo potencial de la clase trabajadora colombiana.

Para realizar las luchas indicadas en el discurso de Márquez, estas deben estar ligadas y guiadas por un análisis y programa que entienda que la raíz de la violencia, la pobreza y la opresión que azotan a Colombia es el capitalismo. Un sistema que depende de la división de sexo, género y de raza, un sistema que nos está llevando a la catástrofe ecológica, un sistema que mantiene su mandato a través de violencia y represión.

Por este motivo debemos hacer una advertencia en contra de aceptar los límites de este sistema y encaminarnos hacia el callejón sin salida de las maniobras parlamentarias y las alianzas con el establishment político. Afirmamos que la auténtica transformación social solo puede ganarse con un movimiento de masas y tenemos total confianza en la clase trabajadora, la juventud y los oprimidos para cumplir con esta tarea. Vimos su inspirador tesón, combatividad e ingenio en el transcurso del Paro Nacional del año pasado. Vimos al titánico movimiento feminista ganar el derecho al aborto en febrero.

Es este poder que debe ser utilizado y consolidado. Hacemos un llamado a todos los activistas y simpatizantes del Pacto Histórico para que aprovechen el ímpetu de este momento histórico, para que se mantengan movilizados, continúen construyendo los mecanismos de lucha y las organizaciones democráticas de base, y para que discutan y debatan el camino a seguir.

Para ASI esto significa el adpotar una perspectiva revolucionaria y armarnos con un programa socialista que pueda de una vez por todas romper con los horrores del capitalismo y el imperialismo en Colombia, Latinoamérica y el mundo.

    • ¡Impuestos para los súper-ricos y las multinacionales! ¡Cancelar toda la deuda externa impuesta a Colombia por las instituciones financieras imperialistas! Financiar de inmediato medidas de emergencia contra la pobreza como subsidios al combustible y la comida.
    • Establecer controles de precios y ajustes salariales para compensar la inflación.
    • Acabar con la privatización en la salud y la educación ¡Por un sistema universal de salud pública y una expansión masiva de educación pública de calidad en la primaria, la secundaria y la educación superior!
    • Justicia para las víctimas de violencia política, por una investigación llevada a cabo por los sindicatos y todas las organizaciones de comunidades oprimidas, ¡por un fin a la impunidad!
    • ¡Por una revolución agraria real! Expropiar la tierra de los grandes hacendados y redistribuirla entre los campesinos pobres.
    • Tomar control de la economía – los grandes bancos, compañías energéticas, minas y agroindustria – quitarla de las manos de las multinacionales y la oligarquía colombiana y llevarla a la propiedad pública bajo el control y gerencia democráticos de los verdaderos creadores de valor: la clase obrera.
    • Por una economía socialista democráticamente planificada en la cual la riqueza y recursos de la sociedad sean producidos y distribuidos para satisfacer la necesidad humana, y no el deseo de lucro de una pequeña élite.