En junio de 2022 la clase trabajadora ecuatoriana y el movimiento indígena volvieron a ser protagonistas de una erupción social. Junto con el levantamiento revolucionario de las masas trabajadoras de Sri Lanka, un movimiento masivo y sostenido caracterizado por huelgas generals y asaltos a los palacios presidenciales y ministeriales, la revuelta de Ecuador es un anticipo del futuro periodo de crisis y de grandes batallas sociales en America Latina y el mundo entero.

Por Josafat Arrieta, Alternativa Socialista México

Ya en 2019, durante el gobierno de Lenin Moreno, las masas ecuatorianas habían salido a las calles a protestar contra las medidas económicas del gobierno del ex correísta. En aquella ocasión la fuerza del movimiento fue tal que el propio gobierno ecuatoriano tuvo que abandonar Quito, la capital, y trasladarse a Guayaquil, el puerto más importante de Ecuador. Sin embargo, el desarrollo de los eventos y las limitaciones de las fuerzas que lideraban el proceso permitió un reacomodo en la derecha del país sudamericano.

La crisis política de 2019 se vio enmarcada en un contexto de inestabilidad política de los gobiernos de derecha en América Latina. Durante ese año pudimos ver grandes movilizaciones en países como Colombia o Bolivia y la derrota electoral de fuerzas de derecha en otros países como Argentina. Pero, a diferencia de los ejemplos antes nombrados, en los que la derecha de esos países tuvo que replegarse y nuevas fuerzas de centroizquierda ganaron citas electorales posteriores, la insureccion en Ecuador fue seguida por una “victoria” electoral de la derecha. .

La derecha neoliberal, agrupada alrededor de Guillermo Lasso ganó una elección protagonizada esencialmente entre tres fuerzas. La derecha neoliberal, la centroizquierda correista, que tuvo como abanderado a Andrés Arauz, y la izquierda fuera del correísmo, cuyo núcleo era la CONAIE que tuvo como candidato al controvertido Yakú Pérez.

Como hemos señalado el triunfó de Guillermo Lasso y la derecha en el proceso de las elecciones estuvo marcado por las tensiones entre el correismo y el movimiento indigena. Pero lo fundamental del análisis que desde Alternativa Socialista Internacional hicimos sobre la situación post electoral dejaba claro una cosa: la derrota parcial de la izquierda en Ecuador tras la victoria del derechista Lasso no eliminó la oportunidad que existía para la reorganización de la izquierda radical en Ecuador. En este proceso de reorganización, la propia CONAIE pasó por un reacomodo al interior, que permitió que los sectores más a la izquierda, encabezados por Leonidas Iza, pudieran tomar la dirigencia de la organización.

La crisis de 2022

El gobierno de Lasso desde un inicio comenzó a realizar una serie de medidas neoliberales que incluía la propuesta de concesionar la gestión de empresas públicas al sector privado y la privatización de los servicios de salud. Las medidas tomadas por el gobierno de derecha en Ecuador han afectado a la clase trabajadora ecuatoriana, especialmente a la población indígena, que ha enfrentado nuevamente procesos de despojo y agresiones por parte del gobierno de Lasso.

A inicios de junio de 2022 la CONAIE y otras organizaciones sociales presentaron una serie de peticiones al gobierno ecuatoriano, las cuales incluían la congelación de los precios del combustible. Mientras esto sucedía, el gobierno negociaba un acuerdo con el FMI para tratar de paliar los efectos de la inflación y el bajo crecimiento del PIB durante el primer año de gobierno de Guillermo Lasso. El anuncio de los acuerdos alcanzados con este organismo, que implicaban nuevos ataques a la clase trabajadora —Como aumento a los impuestos, reducción del gasto público y la disminución de la participación del Estado en la economía— sería la gota que derramaría el vaso.

Una vez más, convocados por la CONAIE, organizaciones sociales y sindicatos, las y los trabajadores ecuatorianos respondieron a un llamado a un paro nacional que buscaba revertir las medidas anunciadas por el gobierno para cumplir los acuerdos alcanzados con el FMI. El 13 de junio estalló el paro y en las primeras horas del mismo, el pueblo ecuatoriano sería testigo de la represión gubernamental cuando el propio Leonidas Iza fuera arrestado por las autoridades, en un intento desesperado por intimidar al movimiento mediante la represión.

Sin embargo, la detención de Iza tuvo el efecto contrario al buscado por Lasso y sus secuaces, pues avivó el descontento popular. En este contexto, las movilizaciones convocadas en contra de los acuerdos con el FMI y el gobierno de Lasso sacaron a las calles a miles de personas y nuevamente mostraron la fuerza del movimiento popular en Ecuador. Las protestas fueron duramente reprimidas y, al igual que en 2019, dejaron varios muertos entre los protestantes.

Desesperado, el gobierno de Lasso intentó restringir la información que circulaba en donde se mostraba el carácter brutal de la represión de su gobierno a las manifestaciones. Entre las medidas tomadas se dio la declaración de estado de excepción en diversas zonas del país, ante lo que cobardemente el gobierno de Lasso calificaba como un intento de Golpe de Estado.

La presión social al interno y en el plano internacional por las imágenes que circulaban sobre la represión contra las y los paristas, provocó que el gobierno de Ecuador buscara negociar una salida con la dirección del movimiento. Así, tras 10 días de movilizaciones, ambas partes comenzaron mesas de diálogo que culminaron con un acuerdo alcanzado el 30 de junio. Entre las medidas aprobadas por ambas partes destacan el “compromiso” del gobierno a bajar los precios de los combustibles y no continuar con las concesiones mineras en reservas naturales y territorio indígena.

Al igual que en 2019, las limitaciones de la dirección del movimiento derivaron en una victoria parcial. Si bien los acuerdos enuncian una serie de medidas inmediatas que reducen la presión sobre los bolsillos de trabajadores y campesinos, se renuncia a llevar las protestas más allá o a la construcción de una fuerza política que pueda empujar el proceso aún más a la izquierda y pueda combatir a la derecha y el imperialismo.

Sumado a que, por las experiencias previas, sabemos que los acuerdos con el gobierno son temporales y no tardarán mucho en encontrar la forma de querer cargar la crisis económica sobre los hombros de nuestra clase. Si bien hoy la dirigencia de la CONAIE se encuentra a a izquierda de aquella que enfrentara el proceso en 2019 bajo la dirección de Jaime Vargas, el resultado en el fondo es el mismo.

Las lecciones para Ecuador ¡construyamos una alternativa socialista!

Las protestas de 2019 y de este año permiten desarrollar conclusiones. La más importante de ellas es que el movimiento de nuestra clase en Ecuador está más que vivo y tiene la fuerza suficiente para seguir haciendo temblar a la burguesía. Pero más importante aún es el hecho de que las movilizaciones dejan claro que existe una unidad fuerte y con potencial revolucionario entre los diferentes sectores de la clase trabajadora y el movimiento indigena y del campesinado en Ecuador. Las movilizaciones no son exclusivamente de trabajadores o de los pueblos indígenas, sino que son movilizaciones en conjunto, que sacan a las calles tanto al obrero de Quito como al campesino indígena de la Amazonia.

Sin embargo, como revolucionarios somos conscientes de que no basta con grandes explosiones sociales para transformar al mundo. El movimiento en Ecuador nos demuestra una vez más que, mientras no exista una dirección del movimiento que se arme con un programa socialista y revolucionario –que recoja las demandas de los sectores oprimidos en el país–, la fuerza del movimiento sólo servirá para lograr pequeñas victorias o defender posiciones ya conquistadas.

Como marxistas debemos de ser claros. La CONAIE ha jugado un gran papel en la dirección del movimiento, pues son la fuerza que agrupa al movimiento indígena y han sido ejemplo de lucha y resistencia popular durante las últimas décadas. Sin embargo, hay que plantear las limitaciones de su dirigencia ante los últimos procesos sociales en Ecuador, a modo de una crítica compañera.

Las limitaciones tanto de la CONAIE como de la centroizquierda correista hacen evidentes que aún falta construir la dirección revolucionaria que guíe la lucha de nuestra clase en Ecuador. La situación global y la situación concreta en Ecuador dejan clara la necesidad urgente de construir esa fuerza socialista que empuje al movimiento hacia conclusiones mejor desarrolladas y que apunte hacia el verdadero enemigo. Porque no, el enemigo no es solamente Lasso, ni es solamente el neoliberalismo. El enemigo de nuestra clase es el capitalismo y la clase social que se beneficia del mismo, la burguesía.

Lasso se irá, así como se fue Lenin Moreno. Las caras del explotador cambian, pero su esencia permanece. La explotación y el sufrimiento de nuestra clase continuarán ahí, hasta que no transformemos de raíz este mundo y aseguremos un futuro para toda la humanidad.

¡Construyamos una alternativa socialista en Ecuador, América Latina y el Mundo entero!