Pedro J. Colás. Socialismo Revolucionario, Sevilla

Para las personas que no me conozcan de otras publicaciones alternativas, sabed que en mis artículos me gusta usar cierto toque de humor, pues bastante crítico y doloroso es ya el sistema.

Cuando me propuse escribir el siguiente artículo tras una acción de la brigada antibancaria, de cómo nos roban por tres veces estos bancos creadores de esta crisis, me asaltaron otra serie de cuestiones, ya que el robo es descarado porque todo está fundado en una “verdad”, la del capitalismo. Pero las “verdades” del capitalismo cuando se conoce la realidad, son más bien sólo un cuento.

Érase una vez un reino muy, muy cercano, donde todos vivían felices, libres y en democracia. Por encima de todo ello, un noble rey, que vivía en su castillo, vigilando desde las alturas, que todos cumpliesen con su libertad.

Y digo todos, pues este reino es cosa de hombres, por supuesto no hay machismo, y que las cifras de víctimas de violencia de género crecieran y se expandieran a sectores más jóvenes de la población, o que las mujeres cobrasen menos, no tenían nada que ver en el cuento. Este es un reino libre y democrático con todos sus derechos para sus ciudadanos, los de fuera,… si tienen dinero también.

Pero éste reino no era perfecto, como nada en esta vida, y las cosas costaban esfuerzo. Todos sabían que para prosperar había que hacerse un oficio, “y si no te gusta estudiar, siempre puedes trabajar con 16”, decían sus ciudadanos felices, o “si estudias mucho, trabajarás poco y ganarás mucho, pero si estudias poco, trabajarás mucho y ganarás poco”.

La vivienda a la que todos tenían derecho, tenía un coste de esfuerzo imposible para el ciudadano, pero siempre podían recurrir a los todo generosos bancos, que con gran simpatía, les resolverían sus problemas por un pequeño interés, “al fin y al cabo, nadie da algo por nada”, suavizaba el atracado ciudadano al salir de la oficina bancaria.

Pero como por sorpresa, como si naves espaciales extraterrestres atacasen una aldea medieval, todo el sistema global y, por extensión, del reino, se viene abajo sin saberse bien muy porqué. Las culpas, alguien dijo que fueron los bancos, pero no es una fuente muy fiable, ya que la policía, que estaba para salvar la libertad de los ciudadanos protegidos, lo detuvo recientemente después de haber estado siguiendo su rastro de criminalidad. Lo importante no eran las culpas cuando el reino se viene abajo, lo importante es salvar el sistema aún a costa de caer el reino por uno más,… instruido.

Para ello lo necesario era rescatar a los bancos. Los ciudadanos clamaron para que sus impuestos fueran directamente a parar a esos dueños que tan generosamente había concedido el sueño de una vivienda a tantas familias. Los estados se apresuraron para salvar a la víctima, y en la orgía de sangre en el quirófano, tuvieron que tapar las heridas del sistema con los derechos de los buenos ciudadanos.

Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado. Todo depende de si queremos seguir leyendo el cuento una y otra vez, o ver la realidad: que el puesto de trabajo no va para la persona aplicada, sino para que mejor sabe lamer el culo, que sí que existe el machismo y el racismo, porque el primer paso de superarlo es admitirlo, que vivimos en un reino con muy pocas libertades, y que, este sistema capitalista sólo es un robo. Un robo bien visto, como bien visto están los intereses (para beneficio de los bancos, no para que pierdan). Robo del presupuesto de los estados para los bancos (presupuesto aportado por esas mismas personas que pagan intereses). Robo de derechos para salir de su crisis. Por tres veces, nos roban y encima nos echan a la calle.

Podemos seguir contando el cuento, o podemos quemar el libro y escribir uno nuevo.

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