El 30 de enero de 1881 nació en Motul, Yucatán, Elvia Carrillo Puerto mejor conocida como “la Monja Roja del Mayab”. Elvia fue una feminista, socialista y revolucionaria cuya trayectora la coloca como una de las dirigentes más importantes de la lucha por los derechos políticos, sociales y económicos de las mujeres trabajadoras en México. Su actuar, y el de sus compañeras, durante la Revolución Mexicana y el gobierno socialista de Yucatán son ejemplo de las más preciadas conquistas sociales del feminismo socialista en su lucha contra el capitalismo y el patriarcado. Aún hoy su historia ofrece importantes puntos de referencia para el movimiento feminista en México y el mundo.

Por Rosa, Feminismo Socialista en México

Desde su infancia fue educada en el Colegio Roque J., que para su época fue una de las primeras instituciones en el país que ofreció educación laica y popular a las mujeres. Elvia aprendió a hablar maya con hijos de obreros y campesinos del colegio. Es también a temprana edad que conoció autoras como Mary Wollstonecraft y Flora Tristán, dirigente socialista francesa amiga de Marx y Engels, quienes retrataban la condición de miseria en que vivían las mujeres trabajadoras y sus compañeros de la época. En su juventud se introdujo en la política de Yucatán a través de su trabajo de mecanografía en el diario El Correo y sus lecciones con el párroco, Serafín García, un reconocido anarquista de origen catalán.

Elvia conoció, de primera mano, la opresión en que vivían los mayas bajo el régimen dictatorial de Porfirio Díaz: esclavitud y violencia indiscriminada en las grandes haciendas de henequén, enfermedad, pobreza extrema, robo de tierras indígenas y brutalidad de las autoridades. A partir de ello se volvió sensible a la opresión particular en que vivían las mujeres mayas y campesinas, doblemente explotadas: en las haciendas henequeneras y en sus hogares. A esto sumemos la discriminación en contra de ellas por su condición étnica terminado el conflicto conocido como “Guerra de Castas”, una insurrección de indios mayas contra el sistema de castas que formalmente había desaparecido con la Independencia de México en 1821 pero que seguían manteniendo los grandes hacendados y terratenientes criollos o coletos en toda la peninsula de Yucatán. En sus memorias, Elvia retrata la imagen social de su época, reafirmando al mismo tiempo su vocación como feminista socialista:

[…] en 1902 un brote del dolor de mi vida, las miserias de mi hogar (…) hizo germinar en mi alma ideas vagas y confusas; extendí la mirada y vi (…) cuadros donde la mujer sufría no sólo amarguras (…) miserias de explotaciones por parte del hombre sino también humillaciones y desvergüenzas (…) A medida que me fui instruyendo llegué a saber que (…) aquellas ideas inspiradas por el dolor constituyen (…) un cuerpo de doctrinas llamado feminismo…

En 1900 contrajo matrimonio con el comerciante Vicente Pérez, de quién se divorció en 1912, acto que desafió en su momento los lazos patriarcales que justificaban el control de la mujer a través del matrimonio. De este matrimonio tuvo dos hijos, Marcial y Gloria. Al igual que sus hermanos, Elvia participó en el movimiento antirreeleccionista contra Porfirio Díaz en Valladolid entre 1909 y 1910, siendo una de las figuras más a la izquierda del maderismo. A inicios de la Revolución, en 1912, fundó la primera organización feminista de campesinas en la lucha por la distribución de la tierra. La organización prontamente se volvió famosa y una de las más grandes en la región por su actividad consecuente de organización entre mujeres campesinas. Del éxito político, Elvia organizó el Primer Congreso Feminista de México en 1916, en el que redactó un primer programa de reivindicaciones femenistas que exigían el acceso a la educación, la ley del divorcio, los derechos sexuales y reproductivos de la mujer y la defensa de la propiedad de la tierra en favor de las campesinas.

En 1918, Elvia ingresó al Partido Socialista Obrero de Yucatán, fundado entre otros por su hermano Felipe Carrillo Puerto, y participó en la realización de su Congreso anual en Motul, acompañada de la feminista Rosa Torre. En el Congreso, el partido cambió su nombre a Partido Socialista del Sureste (PSSE) y con ello, en sus filas, evolucionó un programa político más radical de independencia de clase y reivindicando una enérgica alianza entre obreros y campesinos. Elvia participó en este Congreso planteando avances en los derechos políticos de las mujeres trabajadoras al interior del Partido, como el aceptarlas entre su membresía, impulsar su participación y voto a través de las Ligas de Resistencia que agrupaban a miles de obreros y campesinos por todo Yucatán y ser votadas a la dirigencia del partido.

En 1919 la actividad política de Elvia continuó, fundando la Liga Feminista “Rita Cetina Gutiérrez”, una organización que exigía el voto femenino y que a diferencia de otras organizaciones feministas burguesas de la época, ponía énfasis en que los derechos políticos de la mujer solo se podrían alcanzar con la emancipación económica de las mujeres obreras y campesinas. Es decir, a través de la destrucción del capitalismo y la construcción de una sociedad socialista. En 1922, con el triunfo del PSSE en Yucatán, la Liga se incorporó en las actividades del gobierno socialista para impulsar las demandas más sentidas de las mujeres trabajadoras y campesinas, reclutando a miles de mujeres que participaron activamente en los órganos base del PSSE. A través de la dirección de Elvia y sus compañeras maestras se fundaron 65 ligas feministas locales que realizaron labores de alfabetización castellana y educación sexual, creando escuelas nocturnas en las que miles de mujeres mayas se agrupaban para aprender incluso textos sobre economía política y marxismo.

En este periodo se desarrollan diversos congresos y conferencias sobre discusiones relevantes para las mujeres de su época como la liberación sexual, su incorporación a la vida económica de la sociedad, el amor libre y la lucha contra el machismo de sus compañeros. Las ligas editaron las primeras revistas feministas de la época como “Feminismo y Rebeldía” y “La siempre viva” donde se publicaron textos feministas y socialistas de marxistas destacadas como Alexandra Kollontai y Clara Zetkin. Yucatán fue el primer estado de la república en garantizar los derechos políticos y sociales de las mujeres en México. En 1922, Rosa Torres ganó el primer cargo de elección popular en Mérida y en 1923 Elvia Carrillo y Raquel Zib fueron las primeras mujeres diputadas, electas a nivel federal por el quinto distrito, todas ellas apoyadas por el PSSE.

Lamentablemente estas experiencias fueron breves. El gobierno socialista de Yucatán fue derrocado por un golpe de Estado en diciembre de 1923, durante el levantamiento de Adolfo de la Huerta. El gobernador y hermano de Elvia, Felipe, fue ejecutado cobardemente junto a sus hermanos por órdenes de la oligarquía henequenera de Yucatán. Sin embargo, este terrible acontecimiento no detuvo la lucha de Elvia, quien nunca dejó de lado su preocupación por las y los oprimidos. Durante su exilio, en 1926, Elvia fundó en Ciudad de México la Liga Orientadora Feminista Socialista. Organización que agrupó a trabajadoras de las dependencias de gobierno que luchaban por el reconocimiento del voto de las mujeres. Entre 1931 y 1934 organizó tres congresos nacionales de mujeres obreras y campesinas que fueron los precursores del Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM). Siendo este un frente conformado por 25 organizaciones feministas obreras y que conquistó el derecho al voto femenino en 1947, tras años de lucha y movilización de las mujeres trabajadoras en las calles, escuelas y centros de trabajo.

En este periodo Elvia se incorporó al gobierno cardenista, y desde sus filas continuó la lucha por los derechos de las mujeres obreras y campesinas a través de las dependencias y oficinas del gobierno federal como la Secretaría de Acción Femenil y la Secretaria de Organización y Acción Cívica del Instituto Revolucionario Femenino. Elvia falleció en la Ciudad de México el 18 de abril de 1965 a los 85 años de edad.

Elvia, como muchas otras revolucionarias de nuestro país, son un ejemplo del feminismo socialista en la lucha por la emancipación de las mujeres trabajadoras. Elvia evidenció el sufrimiento de las mujeres mayas y campesinas, que a diferencia de las mujeres burguesas, eran explotadas y oprimidas por un sistema económico que prioriza las ganancias por encima de su bienestar colectivo. Al denunciar su miseria, Elvia demostró que la emancipación de sus compañeras solo se podría lograr a través de la emancipación de la clase trabajadora en su conjunto. Eso incluía el esfuerzo de sus compañeros que a través de la experiencia de un gobierno socialista de las y los trabajadores superaron la explotación de la mujeres e incluso se adelantaron a su época para liberarlas de sus ataduras políticas, económicas y sociales. Frente a la crisis de violencia de género este 8 de marzo salgamos a las calles a reivindicar el legado del feminismo socialista en México. Su tradición es un punto de referencia para organizar una lucha trans incluyente y antiracista para la clase trabajadora.