Los últimos años han sido de enormes cambios a nivel internacional, y como era de esperarse, los procesos que han movilizado y agrupado a millones de mexicanos durante el último periodo del obradorismo no se han detenido. Al contrario, muchas de estas luchas siguen creciendo, profundizando sus demandas, y disputando sus fuerzas en la calle. Para entender las fuerzas que seguirán impulsando la política del país, hay que entender cómo se conforman.

Por Alternativa Socialista, ASI en México

Desde la crisis alimenticia y de inflación tras la invasión de Ucrania, la reactivación post-Covid y la nueva guerra fría entre China y EEUU, el último periodo de la lucha de clases a nivel mundial ha sido turbulento. Pareciera que no hubo una sola semana sin alguna crisis ocurriendo en el mundo. En tan solo un par de años la situación mundial ha cambiado rotundamente con la crisis del neoliberalismo, un profundo desencanto con el capitalismo, la crisis de los partidos de la izquierda y la derecha tradicional, y de la democracia burguesa reflejado en un mayor grado de abstencionismo, y el resurgimiento de las fuerzas de la ultraderecha.

De ahí la importancia de analizar la situación de manera regular a medida que se vaya desarrollando, para preparar a las fuerzas que son el principal motor del cambio. El análisis no es una tarea secundaria, pues el fracaso de la democracia liberal burguesa, con sus históricos números de abstencionismo y las disputas de pequeñas minorías intentando (y fracasando) en contener fuerzas reaccionarias de ultraderecha, dibuja perfectamente la crisis de liderazgo en la que se encuentra sumida la izquierda tradicional producto de su incapacidad para ofrecer una alternativa real y de fondo a las crisis a las que millones se enfrentan. Y México no ha sido la excepción de este proceso.

Morena y la izquierda mexicana

En Morena se ha abierto una evidente disputa por definir los rumbos del proyecto que encabezan. Esto no se ha expresado de manera clara y tan abiertamente en una crisis al interior, producto de la profunda crisis de los partidos de derecha y el peso de Obrador en la opinión pública. Basta señalar que los partidos de la coalición de derechas sólo gobernarán en 9 de los 32 estados de la República luego de las últimas elecciones, siendo posible que ese número se vea reducido en 2024 en 1 o 2 estados más. Aunque estas victorias en teoría supondrían que Morena es hoy una fuerza política en el pico de su desarrollo, con una gran capacidad de convocatoria y con estructuras sólidas, la realidad pueden ser calificadas como pírricas, pues se han obtenido desmantelando al partido y marginando las fuerzas populares que lo construyeron. Atrayendo lo peor del oportunismo de los otros partidos, que saltan como ratas de un barco que se hunde.

Por ello, no es sorpresa que capas importantes del movimiento feminista, LGBTQ+, juvenil y de los pueblos en defensa del territorio se mantengan a los márgenes del partido mayoritario. Las estructuras que los vinculan con el partido, a las bases y sus instancias democráticas de intervención, han sido hechas a un lado para favorecer una política de puertas abiertas, donde cualquier expriista y expanista puede redimir años de ataques contra la clase trabajadora usando el chaleco guinda. Inclusive cuando han sido enemigos históricos del obradorismo. El evitar cualquier confrontación al interior del partido ha congelado una lucha entre el ala popular del partido y el ala de derecha, que si bien no parece muy perceptible en la superficie ha abierto una grieta debajo de los cimientos del partido que amenaza con dinamitarlo, y hacerlo saltar por los cielos, tal como ocurrió durante las pasadas elecciones gubernamentales en Coahuila. Esta situación es de mayor relevancia para el desarrollo de la política nacional rumbo al 2024 y en adelante.

Por su parte, la derecha se encuentra aún sacudida por el golpe sufrido en 2018 y sigue sin poder reagruparse para competirle a Morena. En cuestión de días el Frente Amplio por México, nuevo nombre para el otrora Va Por México y antes Pacto Por México, ha quedado desfundado con la sola presentación del método de elección de su candidato. Pero abriendo una peligrosa ventana para el agrupamiento de elementos de ultraderecha por fuera de los partidos tradicionales encabezados por Lilly Téllez. Mientras que Movimiento Ciudadano no ha sido capaz de convertirse en un partido con un peso mayor fuera de la endeble conexión que tienen con algunos sectores de la pequeña burguesía. Ello provoca que, en tanto la correlación de fuerzas en el escenario político nacional sea tal, la realidad es que la contienda por la Presidencia del país se desarrollará realmente al interior de Morena.

Una y otra vez, la lucha de clases

Una de las grandes derrotas de López Obrador fue el fracaso de la Reforma Eléctrica. Este fracaso no fue casualidad ni fue resultado de una campaña de la oposición, sino que fue resultado de la ineficacia y reticencia de Morena para movilizar a sus bases. El Frente por la Reforma en el que AS participó activamente, fue una iniciativa que surgió desde abajo y en lugar de aprovecharla, el liderazgo del partido no aprovechó esta herramienta que se le estaba entregando en bandeja de plata. Morena decidió que era una mejor estrategia negociar con la oposición para asegurar los votos necesarios para la aprobación de la reforma que usar la presión popular como arma para conseguir la conquista de los intereses de la clase trabajadora.

Por otro lado, a lo largo y ancho del país las y los trabajadores se han organizado para combatir a los dirigentes charros de sus sindicatos, como lo han demostrado las recientes victorias de sindicatos independientes en Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí y Morelos. Esto no ha sucedido sin que los trabajadores organizados hayan tenido que enfrentarse a la represión y ataques por parte de las dirigencias charras y en ocasiones, del gobierno. Tras la pandemia del COVID-19, las condiciones de trabajo ya insostenibles para la mayoría de la población, empeoraron, es por ello que la lucha sindical ha tenido un impulso importante que, como organización socialista, hemos estado apoyando, reportando y acompañando. En vista de este despertar de la conciencia de clase y el espíritu de lucha entre trabajadores, necesitamos aprovechar esta atmósfera para direccionar la falta de una dirección política revolucionaria. Motivar a los trabajadores a utilizar su poder para conquistar sus demandas no sólo en su centro de trabajo, si no fuera de este, es fundamental para conseguir victorias que no importa quién esté en el poder, no puedan ser arrebatadas. Debido al clima electoral, los partidos intentarán asegurar el voto de la clase trabajadora prometiendo las perlas de la virgen, pero bien sabemos que en el momento que obtengan el puesto no nos darán ni siquiera cobre.

La economía mexicana en el periodo post Covid

El presente año, uno de los logros más sonados por parte de la 4T es el sorprendente bajo precio del dólar. López Obrador lo ha vendido como un logro de la economía mexicana, como un síntoma de su fortaleza, pero esto no podría ser más falso. La causa de la baja valuación del dólar se debe a una serie de factores internacionales que poco tienen que ver con la política económica que se ha llevado a cabo en el país, por el contrario es resultado de los factores internacionales los que explican la fortaleza del peso mexicano.

AMLO asegura que “no hay razón para pensar en que el país va a entrar en crisis en lo económico, nosotros estamos protegidos porque no hay una deuda exagerada, porque tenemos ingresos, porque no estamos gastando más de lo que ingresa a la hacienda pública; hay disciplina financiera”. A pesar de estas declaraciones, las cifras cuentan otra historia. Según el Banco Mundial, México creció 3.1% en 2022 frente al 4.7% de 2021. Esto significa que la economía mexicana creció 1.6% menos. Sin considerar la inflación, que alcanzó el 7.76% en febrero de 2022 . Aunque así lo quiera presentar Morena, México no es inmune a la crisis del aumento del costo de vida a nivel mundial, y sus efectos pueden verse claramente en el país. La inflación del 8.1% del año pasado ha llegado a diluir los efectos de una de las medidas más significativas del partido en el poder, los aumentos salariales. Debido al aumento de los costos de los alimentos y servicios, el aumento del 20% al salario mínimo de este año ha tenido un efecto real de apenas el 11%. Sin embargo, el 2023 ha demostrado tener una tendencia relativamente positiva, por primera vez desde junio de 2021, Banxico ha detenido el alza a la tasa de interés debido a los niveles en descenso de la inflación, la cual se encuentra en 6.25%. Por lo cual “la junta de Gobierno consideró que se ha entrado en una fase de desinflación debido a que diversas presiones se han mitigado”. Pero no puede ignorarse el hecho de que tanto el panorama nacional como global, siguen siendo extremadamente volátiles como para asegurar que estamos fuera de la amenaza de una crisis económica.

Desde el comienzo del sexenio de Obrador, las políticas económicas que ha llevado a cabo han sido escudriñadas por la derecha no sólo en México, sino alrededor del mundo. Debido a la crisis del COVID-19 a la que nos enfrentamos, el estado de la economía mexicana al día de hoy será un indicador para calificar su gobierno para un sector de la pequeña burguesía. En cambio, el poder adquisitivo del salario, así como el alza al precio de los servicios básicos y la canasta básica, serán factores decisivos para la clase trabajadora, la cual ha cargado el peso de la crisis en su espalda.

Los márgenes de Morena

En la periferia de Morena, los movimientos sociales que se han ido configurando no son de ignorarse. El movimiento feminista y el movimiento por la defensa del agua y el territorio son ejemplos de conclusiones que les han empujado y mantenido a las calles, debido al abandono de las promesas que el partido en el poder hizo en su momento. Desde el asesinato y persecución de ambientalistas, a proyectos ecocidas como el Tren Maya, hasta la paralización de la legalización del derecho al aborto desde 2021, Morena ha demostrado que debido a su actitud timorata y conciliadora, no es una vía para que los sectores más oprimidos de la sociedad conquisten sus demandas completamente y desarrollen sus luchas hasta las últimas instancias. Así mismo, si tenemos la intención de proteger nuestros derechos y conquistar nuevas batallas, tendremos que librar la batalla con nuestras propias manos.

La reticencia de participar con Morena de algunos sectores ya politizados no es señal de un periodo de letargo o desmovilización, al contrario, han pasado a formar las filas de nuevas organizaciones políticas. Ante el desencanto producido por Morena, los sectores más movilizados de la izquierda siguen buscando espacios para intervenir en la política del país. Estos procesos, aun con sus críticas y límites, son los destellos de una masa que está chocando en su interior, como una bomba atómica lista para estallar. Se abren nuevos caminos a la izquierda de Morena y su disputa interna.

Sin embargo, dicha situación de desgaste del reformismo y frustración de la clase trabajadora para conseguir demandas inmediatas, también abre posibilidades hacia la derecha. En estos momentos, la ultraderecha no representa un peligro latente. Pero el escenario actual de fracturas al interior de la coalición de derechas y el desgaste de Morena, pavimentan el camino para que ésta pueda comenzar a germinar. Habremos de estar atentos y redoblar esfuerzos para disputarle espacios no sólo al reformismo, sino también a las conclusiones derrotistas en los espacios de nuestra clase en los que participamos.

Este es el diagnóstico que nos sigue empujando desde Alternativa Socialista a seguir movilizándonos. El potencial explosivo de la era en la que nos encontramos y todos los riesgos que puede representar, con la estrategia y los métodos correctos puede ser una era de grandes oportunidades. Y aunque sí es cierto que ninguno de estos procesos movilizarán a las masas de mexicanos por sí mismos, o que los dispondrán a dar las batallas por el futuro o elevarán el desarrollo de la conciencia de clase de la noche de la noche a la mañana, para los marxistas consecuentes, una pequeña ventana de oportunidades basta para dar la lucha por un futuro mejor.