Luchemos por un gobierno de los trabajadores
¡No a las grandes coaliciones del régimen del 78!
¡Por una candidatura única!
¡Por el fin de la austeridad y la miseria!
Editorial de La Brecha (mayo 2016), publicación de Socialismo Revolucionario
La crisis económica ha puesto de manifiesto el profundo descontento de la mayoría de la población hacia las instituciones y los representantes políticos. Al mismo tiempo, ha aumentado el interés por la participación en la política y en la defensa de causas concretas, sobretodo en las calles. Las dificultades económicas, que se han profundizado mediante la política de recortes y austeridad implementada tanto por el PSOE como el PP, revitalizaron las protestas y la búsqueda de una alternativa. El resultado de las elecciones del 20D reflejó este cambio social y ha dado el tan esperado golpe al sistema bipartidista.
Se ha abierto un periodo de inestabilidad política y de crisis de gobernabilidad. Sin grandes mayorías ya, los diferentes partidos dan un espectáculo cansino de pactos e investiduras fallidas. Después de la renuncia de Rajoy a la investidura, Pedro Sánchez anunció un acuerdo pro-austeridad vergonzoso con Ciudadanos, que implica la continuidad de los recortes y las políticas aplicadas durante los últimos años.
Por otro lado, la posición de la dirección de Podemos, basada en posible pacto con el PSOE por un “gobierno de cambio” tiene grandes riesgos. Hemos de tener en cuenta que el PSOE ha sido el primer partido en aplicar la política de recortes. En toda Europa, la socialdemocracia ha abandonado su antiguo programa y se posiciona sin ambages en el bando pro-capitalista. Sabemos que, como ha sucedido en Grecia, las élites europeas harán todo lo posible por aplastar cualquier tentativa de mejora social que no se ajuste a sus reglas presupuestarias y a su fórmula de recortes y el PSOE no está dispuesto a desafiar esto.
Cualquier pacto con un partido claramente pro austeridad está condenado a aplicar medidas en contra de los intereses de la mayoría. Con su actual posicionamiento a la dirección de Podemos le será mucho más difícil justificar una negativa a entrar en una coalición con el PSOE en el futuro y haría mejor en llamar a la movilización social como verdadera garantía de cambio.
Al mismo tiempo, la perspectiva de nuevas elecciones en junio se hace cada vez más probable. Ante el atasco por falta de gobierno, la presión política se consolida desde el exterior. La Comisión Europea insiste en que una solución diferente a las variantes de la gran coalición podría “desacelerar la agenda de reformas”. Pero, la inestabilidad política y la incapacidad de formar gobierno es producto del fracaso de sus partidos y de su decisión política de hacer soportar el peso de la crisis por los de abajo.
Curiosamente, el último sondeo del CIS señala que la primera preocupación de la gente es el paro 78%, la segunda la corrupción 47,5% y muy por debajo la preocupación ante la ausencia de gobierno, de un 1,4%. Facilitar la tarea de formación de un nuevo gobierno de austeridad no es nuestra responsabilidad, ni de las organizaciones de izquierda, ni de los trabajadores y jóvenes. Debemos denunciar toda amenaza de ingobernabilidad de la parte de los partidos y la clase dominante, ya sea utilizada en una campaña hacia nuevas elecciones o para forzar la formación de una gran coalición.
Desde Socialismo Revolucionario damos un no rotundo al pacto entre PSOE y Ciudadanos porque su contenido es humillante para la clase trabajadora. Este consiste en una batería de medidas pro-empresariales y deja intactas las reformas más reaccionarias del PP, simplemente añadiendo algunos retoques y compromisos vacíos. Por ejemplo, en el acuerdo se dice que los derechos sociales deben ser blindados por la Constitución, pero la nueva modificación del artículo 135, sólo se compromete a “determinar el alcance” del significado de la “estabilidad social del Estado”, sin entrar en más detalles, lo que no blinda estos derechos en absoluto.
Esto muestra una vez más que el interés de estos partidos no es resolver la urgencia social y los enormes problemas de precariado, trabajo digno, paro, vivienda, sanidad, educación, derechos democráticos de los pueblos, etc. La prioridad absoluta que estas cuestiones necesitan pasa por encima de las reglas presupuestarias. Limitarse a aceptar las reglas del sistema capitalista solo conduce a más de la misma receta austericida y no puede ofrecer ninguna salida a las demandas de autodeterminación de territorios como Catalunya. Una verdadera solución implica romper con el eje central del régimen del 78, mediante medidas socialistas como el rechazo al pago de la deuda, la desobediencia presupuestaria, la propiedad pública y democrática de la riqueza y la recuperación de los pilares de la economía.
Ningún acuerdo de gobierno puede ser aceptado por la izquierda si no va en dicha dirección e incluye la derogación de las reformas laborales de PP y PSOE, el restablecimiento del acceso a la atención sanitaria pública a todas las personas con residencia en el país, la Ley Mordaza, la LOMCE, la reforma de la ley del aborto y la convocatoria de un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio.
Todas las organizaciones de izquierda, incluyendo a Podemos e IU, deben oponerse incondicionalmente a todas las posibles variantes de una gran coalición y sobre todo, no entrar en pactos de gobierno con los partidos dispuestos a defender hasta las últimas consecuencias la aplicación de austeridad. No podemos crear ilusiones en un ningún tipo de cambio político real si este no va acompañado de una relación de fuerzas suficiente desde la movilización social. Por eso, llamamos a una movilización masiva capaz de ejercer la presión suficiente para forzar a los partidos pro-austeridad a dar marcha atrás. En definitiva, ante el atasco de formación de gobierno y la perspectiva de nuevas elecciones, es necesario impulsar una candidatura única que aglutine a todas las fuerzas sociales contra la austeridad, capaz de hacer avanzar el movimiento de los trabajadores con un programa de ruptura capaz de llevar hasta el final sus reivindicaciones.
Pero dicha candidatura única no se puede dejar a la voluntad de las direcciones de los partidos sino que debe basarse en la movilización y la presión desde debajo de los miles de activistas que llevan años luchando, desde diferentes frentes y organizaciones, por el fin de la austeridad y la transformación social. Ya hemos visto como las direcciones de los partidos, muchas veces, más que facilitar el entendimiento entre las diferentes sensibilidades de la izquierda, dificultan con sus posicionamientos la formación de una candidatura única. Una gran movilización desde abajo es la mejor manera de forzar el entendimiento entre las diferentes organizaciones de izquierda y la única manera de poner en jaque al sistema y disputarle el poder a los partidos que lo defienden.
Luchemos por una candidatura única, luchemos por un gobierno de los trabajadores