John Hird

Desde los tiempos de Marx y Engels un abordaje dialéctico y transicional a las demandas socialistas ante la clase trabajadora ha sido siempre fundamental. Todos los revolucionarios estamos de acuerdo en que el socialismo es la respuesta a la crisis histórica del capitalismo, pero con proclamar la necesidad del socialismo por las esquinas no basta. La clase trabajadora, los jóvenes y los grupos de la clase media tienen niveles distintos de conciencia en distintos momentos dependiendo de las circunstancias políticas. Los revolucionarios intentamos unir a nuestra clase en torno a un programa para la transformación socialista, interviniendo y apoyando todas las luchas, pero al mismo tiempo ligando siempre la lucha y las exigencias a la necesidad del socialismo o, en otras palabras, construyendo un puente con la conciencia existente.

El Manifiesto Comunista de Marx y Engels supuso un análisis político concreto de la Europa de 1848 y era al mismo tiempo un programa para la transformación socialista de la sociedad, tal y como lo fue el Programa de Transición de Trotsky, escrito casi 100 años más tarde. Ambos documentos se basaron en un análisis teórico concreto de aquellos períodos. 

 

Trotsky quería que el Programa de Transición atrajera a las capas más amplias de la clase trabajadora y subrayó la necesidad de comprender el programa: “si presentamos el sistema socialista al completo, esto le parecerá al americano medio una utopía, como algo importado de Europa. Lo presentamos (bajo la forma de una escala progresiva de salarios y horas de trabajo) como una solución a la crisis que debe garantizar su derecho a comer, beber y vivir en una vivienda digna. Este es el programa del socialismo, pero sintetizado de una forma muy popular”.

Un programa no puede ser simplemente una lista de demandas. Los socialistas debemos evitar parecernos a esa caricatura de los grupos revolucionarios que mencionan la lucha por el socialismo y hasta el final en cada artículo que publican. La idea del socialismo tienen que ser algo transversal a todos nuestros materiales en una forma que conecte la conciencia actual de los diferentes sectores de la clase trabajadora y otros sectores en la lucha por la necesidad de objetivos revolucionarios y la transformación socialista.

Objetivamente, podemos decir que el mundo es un escenario preparado para el socialismo. Millones de jóvenes se han movilizado para luchar contra el cambio climático y fuertes elementos de una conciencia antisistema ya se dan entre amplias capas de la sociedad. En el fondo es una conciencia anticapitalista que puede desarrollarse en una dirección revolucionaria en el transcurso de la lucha. Trotsky reconoció que la conciencia a menudo se demora con respecto a la realidad social. La idea de que una serie de revoluciones socialistas en todo el mundo será necesaria para salvar el planeta no forma parte todavía de la conciencia general, ni siquiera en los sectores más avanzados, pero esto podría desarrollarse rápidamente bajo el impacto de la crisis social, la lucha de clases y catástrofes climáticas que no hemos visto antes, tales como los recientes incendios en Australia.

 

El movimiento medioambiental y el enfoque transicional

La tarea de los revolucionarios es intervenir enérgicamente en el movimiento contra el cambio climático con una perspectiva transicional, tratando de unificar en todo momento al movimiento alrededor de un programa que culpe al capitalismo por la crisis climática en curso y señale un camino a seguir con demandas socialistas y una planificación democrática para salvar el planeta de la destrucción.

Desafortunadamente algunos grupos revolucionarios tienen un enfoque ultraizquierdista y han mostrado cómo NO se debe intervenir en el movimiento de cambio climático atacando a Greta Thunberg, la joven líder del movimiento global, a través del cuestionamiento de sus motivos. Tales ataques no son entendidos por los jóvenes que, en esta etapa, ven a Greta como una figura inspiradora, abnegada y positiva.

 

La conciencia de los jóvenes que se activan políticamente en el seno del movimiento contra el cambio climático es la lucha, en el curso de la cual aprenderán mucho acerca del papel de los líderes actuales y, lo que es más importante, de su programa (o de su ausencia de programa) para salvar el planeta.

Los jóvenes saben a lo que se oponen, pero en esta etapa no tienen para nada claro qué es lo que quieren como alternativa al actual sistema capitalista. No participarán amablemente en grupos, por muy revolucionarios que suenen sus lemas, que los sermonean de manera condescendiente sobre su falta de programa. Los revolucionarios pueden actuar como catalizador a medida que el movimiento se desarrolla, pero necesitan intervenir y trabajar junto a los jóvenes. En la lucha todos los programas e ideas se someten a prueba pero es el colmo del sectarismo denunciar a sus líderes, especialmente a los más jóvenes como Greta, justo cuando la batalla acaba de empezar.

Empezar por las conclusiones es un enfoque erróneo

En el debate internacional que tuvo lugar en el seno del CIT en 2019, la dirección de Izquierda Revolucionaria (IR) criticó a las secciones que forman parte de la Mayoría del CIT por supuestamente no haber planteado la cuestión del socialismo en sus programas y su trabajo público. Básicamente, acusaron a la Mayoría de diluir su programa. En realidad, el debate se centró en cómo los socialistas aplican el programa de transición en el siglo XXI. La dirección de IR empezó con la «conclusión” de que la mayoría del CIT era ‘mandelista’ y luego procedió a «probar» esto utilizando verdades a medias y tomando un punto de un argumento y estirándolo absurdamente, mientras que a menudo ellos mismos no plantean ninguna demanda transicional en gran parte de su material o es de un carácter sumamente rígido, careciendo de la delicadeza del CIT.

Durante el debate en Cataluña sobre la cuestión climática los camaradas de IR  usaron una foto de las redes sociales para criticar las supuestamente limitadas demandas anticapitalistas de los compañeros irlandeses ¡mientras que en la habitación había un póster de IR que recogía básicamente las misma demandas anticapitalistas!

 

Otro ejemplo de esto fue el ataque de la dirección a la posición sobre el «Nuevo Acuerdo Verde»  o “Green New Deal” de Alternativa Socialista (sección estadounidense del CIT). La dirección de IR demuestra así entender muy poco de lo que significa este «Green Deal» en el contexto de los Estados Unidos. Los camaradas de EE.UU. escribieron un importante artículo en español sobre la cuestión que fue ignorada por la dirección de IR, presumiblemente porque no encajaba con su «análisis» de que Alternativa Socialista está tomando una posición oportunista sobre el Nuevo Acuerdo Verde.

Los lectores pueden juzgar por sí mismos la verdad sobre esta cuestión:

«Incluso bajo el capitalismo, si se construye un movimiento suficientemente fuerte y masivo, algunos aspectos del Nuevo Acuerdo Verde podrían ser ganados. Pero para lograr una transición completa a una economía basada en energías renovables para 2030, es necesario que se tomen medidas sin precedentes contra la propiedad privada de los sectores clave de la economía. Desafortunadamente, ni Ocasio-Cortez ni Sanders aceptan que tendríamos que ir más allá del marco del capitalismo para alcanzar estos objetivos, lo cual es una debilidad fundamental de su enfoque.

Mientras las principales compañías de energía sean privadas y funcionen sobre la base de la ganancia y la competencia, lucharán contra el Nuevo Acuerdo Verde y el grado de financiación, planificación y cooperación necesarias para el plan en su totalidad simplemente no podrá ser alcanzado. Tendremos que recuperar las principales empresas de combustibles fósiles y convertirlas en propiedad pública, bajo el control democrático de los trabajadores, para llevar a cabo un plan de tan amplio alcance, especialmente en tan poco tiempo».

«Estamos completamente de acuerdo con los objetivos más amplios del Nuevo Acuerdo Verde para acabar con la pobreza y la opresión, pero estos tampoco pueden lograrse en el marco de este sistema y requerirán un cambio revolucionario. Recuperando los principales pilares de la economía para la propiedad pública con el fin de establecer una economía planificada democráticamente, basada en torno a las necesidades humanas, se sentarían las bases para el desarrollo de una sociedad socialista igualitaria, bajo la cual la explotación y todas las formas de opresión podrían ser extirpadas. Con la escalada de la crisis climática internacional, la necesidad de ir más allá del capitalismo hacia el socialismo para toda la humanidad no ha sido nunca presentada de forma más aguda. Únete a Alternativa Socialista para ayudarnos a luchar por un Nuevo Acuerdo Verde de los trabajadores y por el socialismo” (Conquistar el Nuevo Acuerdo Verde significa desafiar al capitalismo, Elan Axelbank, 27 de Marzo de 2019).

Las citas anteriores retratan la mentira de los líderes de IR, acerca de la posición oportunista de Alternativa Socialista sobre el Nuevo Acuerdo Verde y, de hecho, son un ejemplo de la perspectiva transicional esbozada por Trotsky cuando destacó que la forma en la que un programa se presenta a los trabajadores es extremadamente importante. El consejo de Trotsky a los camaradas de los EE.UU. en la década de 1930 sigue siendo relevante: «Debemos combinar la psicología y la pedagogía, construir el puente para sus mentes».

El movimiento de las mujeres a día de hoy

Durante los últimos años el protagonismo mundial de las mujeres ha supuesto una prueba para los marxistas en relación a la formulación de un programa de transición.

Secciones del CIT como las de Irlanda, Bélgica y EE.UU. han emprendido campañas acerca de la violencia sexual y la desigualdad de género. Antes de que IR se uniera al CIT, ellos mismos consiguieron poner en marcha correctamente la campaña Libres y Combativas (LyC).

En general, estas campañas fueron similares pero con obvias diferencias de énfasis debido a las diferencias culturales e históricas tales como la legalidad del derecho al aborto. Los antiguos líderes del CIT estuvieron lentos a la hora de reaccionar ante el movimiento mundial de las mujeres y las iniciativas de las secciones acerca de este tema provocaron grandes desavenencias en el debate internacional.

Cuando el debate internacional estalló por primera vez, fue por tanto sorprendente que los líderes de IR se hayan aliado con la fracción cuando, por ejemplo, tanto el trabajo de ROSA como el de LyC parecían ser intentos de hacer campaña en una cuestión vital de forma similar, mientras que la fracción, que lideraba el Secretariado Internacional (SI), no pensó nunca que fuera necesario tomar en serio la cuestión del aumento mundial de la lucha de las mujeres como lo hicieron los camaradas de Irlanda, Bélgica y el Estado español.

Señalamos esto en el mismo momento y, ¿cuál fue la respuesta de la dirección de la IR? En lugar de sentarse con nosotros y discutir los puntos políticos que planteamos como camaradas, fuimos inmediatamente denunciados en dos cartas histéricas en las que se nos acusaba de haber roto las normas del centralismo democrático y de ser «mandelistas» y «oportunistas». Esa respuesta mostró a todo el CIT que los líderes de la IR tenían miedo y no estaban dispuestos a discutir sobre estas cuestiones políticas seriamente. Básicamente, no estaban equipados o preparados para argumentar políticamente sobre el enfoque de transición en el movimiento de las mujeres.

 

Antes de la formación de la fracción, la dirección de IR había sido extremadamente entusiasta sobre el trabajo de ROSA en Irlanda. Existe un registro de informes y mensajes escritos durante la campaña por el referéndum sobre el aborto en Irlanda por parte de los principales miembros de IR a los compañeros irlandeses acerca del mitin de ROSA en Dublín, en el que solo se recogen elogios sobre el evento y el trabajo de los camaradas irlandeses en la cuestión de la mujer. Estos mensajes no contienen ni una sola palabra crítica o, de hecho, en el artículo escrito poco después del evento. Sin embargo, en el congreso en el que IR se escindió en 2019, los mismos camaradas criticaron fuertemente el evento y a los camaradas irlandeses. ¿Qué había cambiado?

Una anécdota resume el nivel de «debate” conducido por la dirección de IR. En una reunión en Euskal Herria el camarada de la CE atacó el enfoque de los camaradas irlandeses en las elecciones europeas y mostró una captura de pantalla en la que las camaradas irlandesas llevaban pañuelos en la cabeza, lo que fue condenado como «prueba» ¡de que estaban cediendo ante el feminismo pequeño-burgués! En el descanso se le pidió al camarada que aclarara sus acusaciones y dijo que «llevar la parafernalia de las feministas demostraba que las camaradas irlandesas iban por el camino equivocado”.

Se señaló en el debate que el periódico de LyC tenía fotos de compañeras de la LyC que llevaban el mismo tipo de pañuelos en la cabeza y de hecho el camarada de la CE estaba interviniendo precisamente frente a una enorme foto de una mujer con un pañuelo en la cabeza… ¡en un póster de IR! Esta no es una forma seria de debatir sobre política, pero desafortunadamente era parte del método de la dirección de IR en el debate.

Dar forma a propósito a las ideas preconcebidas y presentarlas como posiciones finales y rígidas es una forma de marxismo fosilizado y no tiene nada que ver con el enfoque transicional.

 

Como nota de pie de página acerca de cómo no abordar una cuestión delicada con un enfoque transicional, se debe analizar cómo la dirección de IR encaró la cuestión de la legalización de la prostitución en el debate del CIT. Defendieron erróneamente que las secciones mayoritarias del CIT, como son las de los EE.UU. e Irlanda, estaban a favor de la legalización de la prostitución. Confundieron la sensibilidad hacia los esfuerzos de las mujeres obligadas a prostituirse que se organizan colectivamente a fin de mejorar sus condiciones, con el caballo de Troya que acabaría en el apoyo a la legalización.

De hecho, el CIT en Irlanda es la única organización tanto en la Izquierda como dentro de la izquierda del movimiento feminista, que insiste en criticar la industria del sexo y que se posiciona explícitamente contra cualquier medida que amplíe la industria de la forma que sea, convirtiendo el proxenetismo en un negocio legal.

Laura Fitzgerald del Partido Socialista en Irlanda, fue clara acerca del tema en 2014:

«Los socialistas deben, sin embargo, oponerse totalmente a la plena legalización de la prostitución. Aquellos que se benefician del negocio de la prostitución, los «proxenetas», así como los traficantes de personas, deben ser criminalizados sin ambages».

En lugar de debatir políticamente con la mayoría del CIT, los dirigentes de IR llevaron a cabo un juicio basado en comentarios en redes sociales, buscando comentarios fuera de contexto para «probar» que los camaradas estaban a favor de la legalización.

El enfoque de los camaradas irlandeses muestra un enfoque sensible y transicional de la cuestión, más que las soflamas denunciatorias de IR sobre este tema:

«La oposición progresiva a la legalización es múltiple. En primer lugar, debido al mensaje social que la legalización transmite; es decir, que es aceptable comprar sexo, que los cuerpos de las mujeres son objetos, que está bien para un hombre (como es el caso en la gran mayoría de los casos) utilizar su riqueza material relativa para comprar el cuerpo de una mujer, o el cuerpo de un hombre dado el caso. En Alemania, la legalización de la prostitución ha venido acompañada por una gran expansión de la industria del sexo con hasta un millón de hombres que compran sexo cada día. Desafortunadamente, tampoco ha tenido como efecto la desestigmatización de las trabajadoras del sexo / prostitutas, muchas de los cuales no optan todavía por registrarse legalmente como trabajadoras sexuales oficialmente».

Una perspectiva socialista de la industria del sexo – Laura Fitzgerald

La posición de los camaradas irlandeses no puede ser de ninguna manera interpretada como una posición a favor de la legalización de prostitución, pero la dirección de IR le dijo a sus miembros que era así.

La falta de una perspectiva transicional por parte de la IR lleva a consecuencias ultraizquierdistas. Es comprensible que un gran sector de la sociedad, especialmente los jóvenes que contemplan los horrores a los que se enfrentan las que trabajan en la industria del sexo, pudiera pensar que una ley liberalizadora facilitaría la vida a las trabajadoras del sexto. Como socialistas no debemos aislarnos de este gran sector simplemente cerrando cualquier discusión y etiquetando a todos y cada uno de ellos como «proxenetas», tal y como lo han hecho miembros de IR cuando han interrumpido amplias asambleas feministas sobre el tema de la industria del sexo.

IR situó la demanda de la «abolición de la prostitución» en el centro de su programa. ¿Es esta una demanda transitoria en la tradición de Trotsky? ¿Qué significa realmente esa demanda? A una gran capa de trabajadores y jóvenes, lo que inmediatamente les evoca es que se desea vetar, prohibir por ley a las personas que trabajan en la industria del sexo, lo que se traduce básicamente como una criminalización de un sector extremadamente oprimido de la sociedad. Por supuesto que los socialistas quieren un mundo en el que el sexo no sea comercializado y haya plena libertad e igualdad en todas las relaciones sexuales y personales. Una sociedad socialista crearía las condiciones para un mundo sin industria del sexo. Afirmar sin rodeos que estás a favor de «abolición» no eleva suficientemente la conciencia y, de hecho, vincularse con la «abolición» puede conectar con las posiciones incorrectas de algunas feministas radicales.

Llevar a la clase obrera hacia el programa de la revolución 

Un programa que encapsula las tareas políticas vitales frente a la clase trabajadora y al mismo tiempo llega a un compromiso con las condiciones y el nivel de conciencia existentes es un instrumento indispensable de intervención para un partido revolucionario. No basta con condenar el capitalismo y llamar a la revolución y al socialismo. El programa marxista no es simplemente una declaración de principios fundamentales. Según las circunstancias, un programa tiene que cumplir con una variedad de tareas teóricas, programáticas e inmediatas.

Puede haber una contradicción entre, por un lado, demandas programáticas que piden reformas y, en el otro, dejar clara la necesidad de una transformación socialista de la sociedad. Esta contradicción muy real entre la necesidad objetiva del socialismo y la inmadurez de la conciencia y la organización de la clase trabajadora, significa que el enfoque de transición juegue un papel tan importante en el arsenal de los revolucionarios.

Aunque el marxismo es una ciencia, una forma de analizar la sociedad, presentar un programa para la transformación socialista es un arte que requiere habilidad y tiene que ser hecho de una manera en la que se relacione con la conciencia real de los diferentes sectores de los trabajadores. Esto no se puede lograr con un enfoque mecánico.

Trotsky habló largo y tendido sobre este dilema: «algunas demandas parecen muy oportunistas – porque se adaptan a la mentalidad actual de los trabajadores… otras demandas parecen demasiado revolucionarias – porque reflejan más la situación objetiva que la mentalidad actual de los trabajadores».

Trotsky nunca declaró que el Programa de Transición fuera el artículo definitivo: «… el final del programa no es completo, porque no hablamos aquí de la revolución social, de la toma del poder por medio de una insurrección, de la transformación de la sociedad capitalista en la dictadura [del proletariado], de la dictadura en la sociedad socialista. Esto lleva al lector sólo al umbral de la puerta. Es un programa de acción desde hoy hasta el comienzo de la revolución socialista. Y desde un punto de vista práctico, lo que ahora es más importante es ¿cómo podemos guiar a los diferentes estratos del proletariado en la dirección de la revolución socialista?».

En nuestra opinión, la conciencia es algo continuamente cambiante y varía según los acontecimientos y la fuerza del factor subjetivo. Es absurdo argumentar, tal y como IR hizo en el debate, que existe una única conciencia en todo el mundo. Claramente, los sucesos que se están produciendo en Hong Kong / China, Chile, Bolivia y Cataluña, no pueden ser considerados a través del mismo prisma por lo que respecta a la conciencia.

Los socialistas luchan a favor de todos los avances, incluso de avances democráticos limitados, pero al mismo tiempo explican hábilmente que el capitalismo no garantizará para siempre las reformas conquistadas por medio de luchas masivas o en las elecciones y que, por lo tanto, el sistema debe ser derrocado y un nuevo sistema socialista debe ser instaurado en su lugar.

Hoy en día las nuevas formaciones de izquierda como Podemos critican correctamente las consecuencias del capitalismo que rige en el Estado español. Sin embargo, no están tan a la izquierda  como lo estuvo el movimiento obrero en la década de 1970, cuando la mayoría de los partidos de izquierda y los sindicatos situaron el socialismo como su objetivo. 40 años después, líderes como Pablo Iglesias no han puesto la idea del socialismo sobre la mesa.

Por supuesto, todo el mundo en el movimiento hoy en día está en contra de los bancos que echan a las familias de sus casas y de las empresas que despiden a los trabajadores debido a las fuerzas del mercado. Sin embargo, la Izquierda sólo pide que el capitalismo sea «amable” y se abstenga de hacer que la clase trabajadora pague por la crisis del sistema, pero carece de medidas serias que transformarían las vidas de millones de personas. 

Un programa de transición explica que el derecho a una vivienda digna y un trabajo decente y bien pagado no se puede garantizar para siempre o incluso en muchas partes del mundo bajo el capitalismo. De ahí que la exigencia de la nacionalización de los monopolios, los bancos y las empresas aseguradoras bajo control democrático, deba figurar en cualquier caso como un punto central en un programa socialista y de transición.

Un rasgo llamativo del capitalismo español es que la empresa «privada» ordeña el dinero público a través de subvenciones gubernamentales, subsidios, exenciones fiscales y, por supuesto, la corrupción.

La clase obrera ha pagado a la clase capitalista más que suficiente a través de la explotación y los impuestos y así una demanda central en nuestro programa de transición para el siglo XXI es que la nacionalización de la economía sólo debe hacerse con una compensación sobre la base de la necesidad probada. Eso significa que cuando los bancos estén bajo control democrático, se garantizará que las pensiones de la clase trabajadora no sean robadas como lo son bajo el sistema capitalista hoy en día. Cuando Zara e Inditex sean nacionalizadas y puestas bajo el control de los trabajadores y consumidores, Amancio Ortega y su familia no recibirán ni un centavo como compensación, pero serán bienvenidos a solicitar la generosa pensión estatal que existirá en una España socialista, ¡según sus necesidades, claro!

Hay un hilo rojo consistente que nos lleva a Marx y Engels acerca del enfoque transicional. Como ellos y más tarde Trotsky, el desafío para los socialistas de hoy es agitar y popularizar un programa que vincule las incontables luchas cotidianas en el mundo de hoy con una serie de demandas que actúan como un puente que va de la conciencia existente a una lucha consciente por la transformación socialista de todo el planeta.

En cierto modo, nuestra tarea es más fácil hoy en día, cuando vivimos en un mundo mucho más globalizado que el de Marx y Engels. Los jóvenes de Hong Kong y Cataluña se muestran una solidaridad instantánea y copian y aprenden de las tácticas de lucha callejera de cada uno. Nuestro reto es ganar a esos mismos jóvenes para un programa de transición del siglo XXI con el fin de transformar la sociedad. Como dijo Trotsky, nosotros también creemos que este programa debe ser constantemente actualizado y mejorado.

Cuando Trotsky escribió el Programa de Transición en 1938 el mundo se vio envuelto en conflictos nacionales, raciales/étnicos y religiosos y estaba al borde de la guerra mundial. Hoy en día, aunque existen los mismos problemas políticos, hay otros que no estaban sobre el tapete entonces. La sexualidad, la discapacidad y las luchas de género están en un nivel político inimaginable hace 80 años. De hecho, el futuro mismo de la humanidad está en entredicho debido a la crisis climática.

 

Marx llamó a la clase obrera la clase universal, ya que la vio como la clase cuyos intereses y papel en el derrocamiento del capitalismo eran idénticos a los de la sociedad y la humanidad en su conjunto. ¿Quién podría negar la verdad absoluta de eso hoy en día? La clase obrera se ha multiplicado en número muchas veces desde la época de Marx. La lucha por los derechos nacionales y democráticos, contra el racismo, el sexismo y la violencia sexista, la explotación económica y para salvar el planeta no están separadas y aparte de la clase trabajadora, sino que son de hecho luchas de clase en curso, que se resolverán con la toma del poder por parte de esa clase. Nuestra tarea como revolucionarios es desarrollar un Programa de Transición que una a la clase trabajadora en sus luchas diarias y señale el camino hacia la emancipación de toda la humanidad a través de la transformación socialista del mundo.

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