03/09/2019, original publicado el 02/09/2019

Entre el 12 y el 16 de agosto, la mayoría del Comité Ejecutivo Internacional (CEI), elegido en el último Congreso Mundial del Comité para una Internacional de los Trabajadores (CIT) en 2016, se reunió para discutir la escisión en el CIT, iniciada por la fracción minoritaria internacional (IDWCTCWI en sus siglas en inglés) en el período posterior al CEI de noviembre de 2018. Se discutieron las tareas que surgen de la escisión para la mayoría y cómo continuar, política y organizativamente, con la construcción de las fuerzas del marxismo. Nuestro objetivo es construir un partido internacional revolucionario de masas, que es esencial para que la clase obrera logre librar a la sociedad del sistema capitalista y construir una nueva sociedad socialista.

Entre el 22 y el 25 de julio, una pequeña minoría del CEI celebró una reunión internacional en Londres en la que decidió «reconstituir el CIT», manteniendo el nombre, el sitio web y los recursos de la organización internacional. En otras palabras, ¡la minoría «expulsó» a la mayoría! Este es un desarrollo sin precedentes en cualquier formación política que pretenda respetar los procedimientos democráticos básicos, mucho más en el caso de una formación socialista revolucionaria que supuestamente tiene al centralismo democrático como una de sus premisas fundamentales.

La fracción internacional, que arrogantemente se dio a sí misma el nombre «En defensa de una clase obrera y un CIT trotskista», antes de escindirse tenían el apoyo de la mayoría de la dirección en sólo 9 secciones o grupos del CIT (Inglaterra y Gales, Escocia, Alemania, Francia, India, Malasia, Sri Lanka, Sudáfrica y Chile). Sin embargo, la mayoría de los miembros de las secciones de Alemania y Sudáfrica apoyan a la Mayoría del CEI. Así, la minoría internacional tiene el apoyo de la mayoría de los miembros en sólo 7 secciones de todo el CIT. La Mayoría del CEI tiene el apoyo total o mayoritario de secciones o grupos de el CIT en los siguientes 25 países: Estados Unidos, Irlanda, Bélgica, Suecia, Grecia, Brasil, Austria, Israel-Palestina, Rusia, Australia, Chipre, Noruega, Turquía, Polonia, República Checa, Rumania, Italia, Canadá, Quebec, China, Taiwán, Hong Kong, Países Bajos, Túnez, Sudán. Además, la Mayoría del CEI cuenta con el apoyo de la mayoría de los miembros en Alemania y Sudáfrica, tiene un apoyo significativo en Gran Bretaña y, también, una presencia en México, España, Portugal y Finlandia. En algunas secciones, por ejemplo, en Nigeria, el panorama aún no está definido. El número total de países en los que la mayoría de CIT está presente es de unos 35. El único país en el que la fracción internacional tiene fuerzas considerables es Gran Bretaña.

La fracción fue lanzada por la mayoría del Secretariado Internacional (SI), con dos miembros suplentes del SI en la oposición. Esto no tiene precedentes en el contexto de una organización basada en el centralismo democrático. La fracción fue formada por la mayoría del SI contra la mayoría del CEI, el cual elige al SI y ante el cual el SI es responsable. Esto, en sí mismo, es una indicación de su intención de causar una escisión en la Internacional desde el principio – desde el momento en que se encontraron con una fuerte oposición del CEI.

El hecho de que el resultado de la lucha fraccional haya sido la devastación del apoyo a la fracción del SI en las filas del CIT es un claro indicio de que no tenían ningún contacto real o comprensión de la organización a la que se suponía que debían proporcionar liderazgo en el día a día. Esto va de la mano de su insuficiente comprensión de los desarrollos y procesos en la situación objetiva y las realidades de la lucha de clases y la conciencia de hoy en día, que yacen en la raíz de la escisión del CIT.

La otra cara del hecho de que la mayoría del CEI y el CIT se opusiera a la mayoría del SI (que representaba el liderazgo histórico de la organización) y que siga avanzando, es que esto es indicativo del alto nivel político de la gran mayoría de los cuadros y miembros de la organización internacional.

Raíces políticas de la crisis

La crisis comenzó con el enfoque hostil de la mayoría del SI a las diferencias con la dirección de la sección irlandesa. Esto fue una grave violación de nuestros principios. Sin embargo, las raíces de la crisis son, como siempre, mucho más profundas y políticas. Fundamentalmente, la crisis refleja las contradicciones en la situación objetiva y las limitaciones políticas de la mayoría del SI (y de la dirección de la sección de Inglaterra y Gales) y su incapacidad para entender estos procesos en profundidad. Dos de los temas políticos que dominaron el debate fueron los movimientos en torno a la liberación de la mujer y el medio ambiente. El énfasis dado por las secciones que apoyan a la mayoría a estos y otros movimientos similares fue utilizado por la fracción minoritaria para acusar a la mayoría de abandonar a la clase obrera y por lo tanto el trotskismo, capitulando ante las presiones pequeñoburguesas y el oportunismo. Nada más lejos de la realidad. En realidad, la antigua dirección del CIT tenía una baja comprensión teórica de la opresión de la mujer, y lo mismo ocurría con la cuestión del medio ambiente. 

Una de las características centrales del período actual es que la clase obrera y las masas trabajadoras se enfrentan a los ataques de la clase capitalista a escala mundial, pero no han sido capaces de frenar estos ataques y pasar a la contraofensiva. A pesar de la resistencia masiva y decidida de la clase obrera en muchos países, como en el sur de Europa y particularmente en Grecia en la primera mitad de la década de 2010; movimientos sociales de masas (como el movimiento de Ocupación a nivel mundial, la Revolución de los Paraguas en Hong Kong, el movimiento feminista, las movilizaciones juveniles contra el cambio climático, etc.); revoluciones (por ejemplo, en el norte de África y el Medio Oriente en 2011 y de nuevo en la primera mitad de 2019 en Sudán y Argelia, así como en la reciente explosión social en Hong Kong); y el desarrollo parcial de la conciencia de clase, anticapitalista y hasta cierto punto socialista en algunas partes del mundo (por ejemplo, en Estados Unidos, donde la mayoría de la juventud apoya el socialismo contra el capitalismo en todas las encuestas de los últimos años), existe un sentimiento de retroceso y derrota en grandes sectores de la población de países de todo el mundo.

Esto se refleja a nivel político con la reducción del atractivo de muchos partidos de izquierda (antiguos y nuevos) y el aumento del apoyo al populismo de derecha y de extrema derecha, como se vio en las elecciones europeas de mayo de este año y el ascenso de Trump, Bolsonaro, Orban, Modi, etc. en los últimos años.

La capitulación de SYRIZA en Grecia refleja los límites del blando reformismo de las Nuevas Formaciones de Izquierda (NFI) en la época actual. A su vez, esta retirada afectó a otras NFI y a grandes sectores de las masas trabajadoras. La mayoría de las NFI que se crearon en el período anterior han capitulado o están en crisis y retroceso. Algunos han desaparecido por completo o desempeñan un papel insignificante, como la Rifondazione italiana, el SSP de Escocia, el NPA de Francia, etc. Similares contradicciones son válidas para nuevos «fenómenos» de izquierda como Corbyn en Gran Bretaña. Los desarrollos en los EEUU, alrededor de Sanders y el DSA están en una trayectoria diferente, en la coyuntura actual, esencialmente porque todavía no se han puesto a prueba. El panorama general es que para millones de personas y jóvenes de la clase obrera en todo el mundo no existe una alternativa política de izquierda a la que recurrir.

La crisis del sistema capitalista también reduce drásticamente el margen de maniobra de la que disponen los dirigentes de los sindicatos que se niegan a desafiar al capitalismo. Por lo tanto, generalmente sabotean y traicionan a la clase obrera y sus luchas. Este factor, que por supuesto no es nuevo (como Trotsky describe en muchos artículos, y en particular en «Los sindicatos en la época de decadencia imperialista» de 1940), empuja a grandes sectores de la clase obrera a tomar iniciativas «desde abajo», es decir, fuera del control y contra la voluntad de las direcciones tradicionales. Dicho esto, hay, por supuesto, diferencias importantes de un país a otro, en el papel de los líderes de los sindicatos, en la forma en que están organizados y estructurados, y en la conciencia de la clase obrera hacia ellos, que deben ser tomadas en consideración. Obviamente entender el papel de las direcciones de los sindicatos no significa ni implica que debamos ignorar o abandonar el trabajo sindical. Pero sí significa que la forma en que abordamos el trabajo, y los eslóganes y demandas que utilizamos, deben tener en cuenta este factor, como se ha demostrado en el material producido por la mayoría del CEI y anteriormente por las secciones que lo apoyan.

El desarrollo, la forma y el carácter de los movimientos contra la opresión de la mujer y contra el cambio climático, en particular por parte de los jóvenes, en los últimos años, (que son cuestiones que han pasado a ocupar un lugar central en el debate con la minoría), reflejan los procesos antes mencionados. Reflejan un proceso de radicalización a escala masiva, particularmente de la nueva generación, que en gran medida tiene lugar fuera de las organizaciones tradicionales de masas.

Estos movimientos son un terreno extremadamente importante y fértil para que las fuerzas del socialismo revolucionario intervengan y construyan. Esta intervención debe acompañarse de aprender a «escuchar» las necesidades y comprender el nivel de conciencia de las personas que participan en el movimiento. El programa de transición que es necesario para construir un puente entre nuestro programa socialista y las grandes audiencias de la clase obrera es siempre, como subrayó enfáticamente Trotsky, un diálogo con las masas.

La orientación de las secciones irlandesa y de otras secciones hacia los movimientos de mujeres y ambientalistas fue utilizada por la minoría para acusar a la mayoría de abandonar a los sindicatos y, a través de ellos, a la clase obrera en su conjunto, con el fin de recurrir a las capas pequeñoburguesas. Esta alegación era totalmente infundada. También llevó el nivel del debate político a su punto más bajo de todos los tiempos. La minoría entró en un curso «irracional», seleccionando esta palabra aquí y aquella frase allá, para crear diferencias artificiales y exagerarlas. Recurrió a ataques personales contra camaradas individuales, envenenando la atmósfera política. Como resultado de todo esto y a pesar del gran respeto inicial del que gozaba la mayoría del SI, terminó convenciendo sólo a una pequeña minoría de las secciones de la Internacional.

Sin subestimar la importancia de las diferencias que existen, el hecho es que una escisión en el CIT no era ni necesaria ni inevitable. Lo que llevó a la escisión fue la negativa del SI a tomar en serio las críticas hechas por la mayoría del CEI y hacer las correcciones necesarias; su creencia de que sólo ellos podían entender y analizar correctamente el período y las tareas; y que sólo ellos representaban al marxismo actual. El factor objetivo que contribuyó a esta idea fue que los camaradas dirigentes del SI habían desempeñado un papel histórico en ayudar a que el CIT se desarrollara desde una pequeña fuerza en los años 60 y 70 hasta la mayor internacional trotskista en los años 2010. Sin embargo, no lograron comprender que en varios países se habían desarrollado fuertes secciones y direcciones políticas, que podían hacer, y de hecho hacían, nuevas e importantes contribuciones al desarrollo de la Internacional, tanto a nivel teórico y político como táctico-organizativo. Su inflexibilidad se expresó más claramente en su actitud hacia los movimientos de mujeres en los últimos años y, de manera más flagrante, en su oposición al trabajo de la sección irlandesa a través de «Rosa».

Los problemas debidos a las debilidades y limitaciones del SI han existido durante el período anterior. Sin embargo, parecía que estas deficiencias podrían superarse mediante el esfuerzo colectivo de los dirigentes internacionales, es decir, con la contribución de los dirigentes de las secciones nacionales en el CEI, que se había convertido en un órgano con pensamiento «independiente» y percepciones críticas. Viendo que el CIT podía desarrollarse y crecer, a pesar de las limitaciones relativas del SI, ningún miembro del CEI había planteado la cuestión de hacer cambios en los miembros del SI. Lo que nadie esperaba es que la mayoría del SI no se detuviera ante nada – ni siquiera ante la destrucción del trabajo de décadas – en lugar de aceptar que cometieron un grave error cuando se encontraron en minoría en el CEI.

La fracción IDWCTCWI elevó cada diferencia real o imaginaria a una diferencia de carácter «crucial» y «fundamental», acusando a la Mayoría de haber abandonado el socialismo revolucionario y el trotskismo. Su principal acusación contra la Mayoría era que había capitulado ante el oportunismo y las ideas y presiones de la pequeña burguesía. Sigue siendo un «misterio» que, por supuesto, nunca intentaron explicar, cómo el oportunismo atrapó repentinamente a la gran mayoría del CIT sin que los miembros del SI, responsables de seguir el trabajo de estas mismas secciones, se dieran cuenta de nada en los últimos años.

La verdad inequívoca es que la mayoría del SI y sus partidarios en la dirección de la fracción minoritaria entraron en un curso de degeneración burocrática. No sólo ignoraron provocativamente los estatutos del CIT y del CEI, elegidos por el Congreso Mundial, sino que también pisotearon todo sentido de democracia interna. Se negaron a proporcionar una declaración sobre las finanzas o a permitir una inspección financiera, exigida oficialmente por muchas secciones y requerida por los estatutos del CIT. No tuvieron la honestidad de aceptar su posición de minoría y dejar el CIT una vez que decidieron escindirse. En su lugar, optaron por secuestrar el nombre, el sitio web, los fondos y las reservas de la Internacional (invirtiendo en nuevos locales por valor de más de un millón de libras esterlinas en Inglaterra). Terminaron «expulsando» a la mayoría, justificándolo ridículamente por su pretensión de ser los únicos verdaderos representantes del marxismo en nuestros días. Esta actitud, estos métodos y prácticas de la Minoría los conducirán inevitablemente al bloqueo en el futuro.

Tareas de la Mayoría del CIT

El sistema capitalista global está en el centro de una de las crisis económicas más profundas de su historia. La crisis desencadenada por la crisis de la vivienda en los EEUU en 2007 y que se convirtió en una crisis bancaria internacional y de deuda soberana fue la peor desde el crack de Wall Street en 1929. A pesar de la fuerte intervención a través de la inyección masiva de dinero en efectivo de las clases dominantes a nivel mundial para contener la crisis, no se ha resuelto ninguno de los problemas fundamentales de la economía capitalista. Las contradicciones permanecen y son extremadamente intensas. La economía mundial está al borde de otra recesión muy grave después de la última de 2008-9. Al mismo tiempo, las herramientas en manos de la clase dominante para hacer frente a los efectos de la nueva recesión son mucho más limitadas que en 2007-8, con la deuda soberana en niveles históricamente altos, los altos déficits presupuestarios en muchos países «desarrollados», economías poderosas como la italiana al borde del precipicio, y los tipos de interés a niveles extremadamente bajos, a menudo en torno a cero e incluso negativos en algunos casos (por ejemplo, en Europa y Japón). El callejón sin salida en el que se encuentra el sistema capitalista a nivel mundial, también se manifiesta en el surgimiento de gobiernos nacionalistas proteccionistas y en agudos conflictos interimperialistas, en particular la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

El marxismo es la única herramienta analítica que puede explicar la crisis y las contradicciones del sistema, que puede proporcionar un camino a seguir y ayudar a prepararse para el futuro. La clase obrera es la única fuerza que puede cambiar la sociedad, no a través del camino del «cretinismo parlamentario», por utilizar la expresión de Marx, sino a través de una revolución social que conquiste el poder y construya una sociedad socialista sobre una base continental y global. La victoria de la revolución social, bajo la dirección de la clase obrera, sólo puede tener éxito si es dirigida por un partido revolucionario de masas, en la línea y el método de los bolcheviques que dirigieron la Revolución Rusa en octubre de 1917.

A pesar de las limitaciones y debilidades del CIT en los últimos años y décadas, los métodos utilizados por el CIT para construir las fuerzas del marxismo son fundamentalmente correctos y esto ha sido probado con el tiempo. A partir de una pequeña fuerza en la década de 1960, fue capaz de desarrollarse, en un período de medio siglo, hasta convertirse en la mayor fuerza revolucionaria internacional. La escisión iniciada por la Minoría es un serio revés. Pero el hecho de que la gran mayoría del CIT dejara de lado su dirección histórica, una vez que esa dirección demostró que había perdido su capacidad de proporcionar un liderazgo capaz, demuestra que la lucha por construir las fuerzas de la revolución puede continuar con éxito.

Las fuerzas de la Mayoría han luchado consistentemente contra la escisión del CIT pero la escisión es hoy un hecho, después de las decisiones de la conferencia de julio de la fracción IDWCTCWI. Por lo tanto, la Mayoría tiene el deber de constituirse como una fuerza internacional separada, y de continuar con el Congreso Mundial, que fue decidido unánimemente en el CEI de noviembre de 2018 (para ser posteriormente ignorado por la Minoría). Organizaremos provisionalmente la organización internacional renovada con el nombre «CIT  – Mayoría». La cuestión del nombre se discutirá ampliamente en el período previo al congreso y las decisiones finales se tomarán en el propio congreso.

Las mejores tradiciones del CIT se salvarán, no desaparecerán junto con la Minoría. Estas tradiciones serán preservadas por la Mayoría que continuará basándose en el análisis marxista de nuestra época y en las ideas y métodos de Lenin y Trotsky. La Mayoría mantendrá y profundizará su relación orgánica con la clase obrera, no como una fuerza externa que se orienta hacia ella, sino como una parte integral de ella. Luchará para construir el movimiento sindical y para transformar los sindicatos en organizaciones democráticas y combativas y ayudará en los intentos de construir nuevas formaciones de masas de izquierda, armadas con un programa socialista. Al mismo tiempo, se orientará a nuevos movimientos y fenómenos, seguirá de cerca los desarrollos de la conciencia de las masas y tratará de vincularlos con la clase obrera y la lucha por la revolución socialista.

Para la Mayoría, la teoría y las perspectivas son cruciales y se desarrollarán en profundidad y se utilizarán como guía para la acción, es decir, como guía, entre otras cosas, para orientarse hacia nuevos movimientos, corrientes y fenómenos, a fin de construir las fuerzas de la revolución.

El programa y el método de transición seguirán siendo herramientas indispensables en esta lucha.

El centralismo democrático es un principio fundamental en la construcción de nuestras fuerzas tanto a nivel nacional como internacional. La discusión abierta, libre y democrática, con la libertad de cuestionar la corrección del programa, las tácticas y acciones del partido y la dirección, es la otra cara completamente necesaria del centralismo: la necesidad de actuar en unidad para lograr nuestro objetivo. La Mayoría se mantiene firme en la convicción de que no hay «mesías» y que las ideas correctas y el método son siempre el resultado del esfuerzo colectivo. El centro internacional puede ser efectivo como una dirección internacional sólo a través de un esfuerzo colectivo y de camaradería entre los organismos electos de la organización internacional (el SI y el CEI) y entre ellos y los líderes de las secciones nacionales. El liderazgo debe ser siempre responsable y la crítica debe ser facilitado y libre a todos los niveles. La Mayoría debatirá, en el período inmediatamente posterior, las iniciativas encaminadas a crear una atmósfera de mayor apertura y libertad de crítica en la organización internacional. También se examinarán medidas prácticas para permitir un mayor control y verificación de los dirigentes elegidos y medidas para mejorar la rendición de cuentas de los órganos electos.

Pero, por supuesto, incluso las mejores estructuras, tradiciones y estatutos democráticos no pueden impedir que la organización entre en crisis en circunstancias específicas. Las diferencias y los debates internos son inevitables en el período que vivimos, en realidad, en cualquier período. Una organización internacional que tenga un enfoque plenamente democrático y abierto en relación con estos debates, sin dejar de ser una organización para la acción en la lucha de clases, está mejor equipada para avanzar y cumplir su papel en el próximo período. Pero lo que la crisis del CIT confirma una vez más, es que una vez que una sección de la dirección pierde su capacidad de seguir desarrollándose, de proporcionar un liderazgo capaz, de escuchar las críticas y de aceptar ideas diferentes con una mente abierta, entonces puede degenerar a una velocidad extremadamente rápida. Los miembros de la Internacional deben ser conscientes de que ningún dirigente es inmune a estos peligros. Ningún estatuto o procedimiento acordado puede, en sí mismo, proteger a una organización contra estos peligros, por muy necesarios que sean. La existencia de un alto nivel político en los miembros de la organización es la única defensa real posible, la herramienta absolutamente indispensable, no para evitar completamente una crisis, sino para minimizar sus repercusiones.

En cierto sentido, uno de los resultados más importantes de la lucha fraccional ha sido que la gran mayoría del CIT se ha enfrentado a la dirección histórica, se ha opuesto a sus ideas y métodos erróneos y la ha obligado a adoptar la posición de una pequeña minoría. Esto refleja el alto nivel político y las fuertes tradiciones democráticas conquistadas por los miembros y cuadros del CIT. Las fuerzas de la mayoría también han demostrado en el último período su capacidad de innovar, de ser flexibles, de tomar iniciativas audaces, de hacer sacrificios, de conquistar nuevos terrenos y de construir. La mayoría del CIT construirá en las masas de la clase obrera, pero también restablecerá las tradiciones del CIT de construir en la juventud. Basándose en estas fortalezas, la mayoría de CIT está aquí para quedarse, para mirar al futuro con confianza y optimismo, y dar pasos decisivos en la dirección de una alternativa revolucionaria a escala global.

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