Gran victoria de la lucha
contra la austeridad y la izquierda


26/09/2016, Socialismo Revolucionario

El sábado 24 de
septiembre se anunció el resultado de las elecciones para líder del Partido
Laborista, y éstas arrojaron una victoria aplastante de Jeremy Corbyn sobre su
oponente “moderado” Owen Smith. Corbyn consiguió el 61,8% de los votos, un
margen incluso mayor que en su primera victoria, en septiembre de 2015, ganando
tanto entre miembros, como afiliados y simpatizantes. Además, se ha dado una
gran participación, con más de medio millón de personas votando en la elección.

Esta victoria tiene
aún más valor si tenemos en cuenta que todos los medios de comunicación
capitalistas en Gran Bretaña han apoyado decididamente a Owen Smith, e ignorado
el gran movimiento de apoyo que se ha desarrollado en torno a Jeremy Corbyn, con
un mayor peso de jóvenes y personas de clase trabajadora que en la primera
elección. Miles de personas se registraron como simpatizantes desde que se
anunció esta segunda elección, y Corbyn ha conseguido reunir a cientos o miles
de personas en muchas localidades, llegando estos mítines a ser en varias
ciudades los más importantes de la izquierda en décadas.

La victoria de Corbyn
y su programa supone un importante movimiento a la izquierda en la política
británica, pero también en el conjunto de Europa. En el estado español, por
ejemplo, tanto Arnaldo Otegi de Bildu como dirigentes de Podemos han
felicitado a Jeremy Corbyn por su victoria.  

También refleja la
búsqueda de una alternativa tras varias décadas de recortes en servicios
públicos, derechos y salarios de la clase trabajadora en el Reino Unido. Las
medidas de austeridad que han castigado y enfurecido a la clase trabajadora no
han venido solamente del Partido Conservador o “tories” sino también del
Partido Laborista, que en este mismo periodo ha ido restringiendo la
participación política de sus bases trabajadoras y por lo tanto abandonando las
demandas y medidas propuestas por esta clase para abrazar completamente los
postulados capitalistas.

Algunos datos
macroeconómicos pueden enmascaran este descontento. Por ejemplo las últimas
cifras oficiales de paro, que llegan hasta finales de julio de este año, son
las más bajas de los últimos 11 años, con tan sólo un 4.9% de desempleados. Pero
esconden el hecho de que más de 900.000 trabajadores sufren los superprecarios
contratos de cero horas (un 20% más que el año pasado) y que, de media, estos
trabajadores realizan dos trabajos para poder sobrevivir.

Las protestas contra
los recortes y la precarización creciente cristalizó en el voto a favor del
“Brexit” (salida del Reino Unido de la Unión Europea), que fue un voto con un
fuerte componente de protesta y de clase, y no principalmente racista como se
ha intentado hacer creer. Prueba de esto es que el “Brexit” ganó en muchas
zonas obreras y donde tradicionalmente ha ganado el laborismo. Y esto a pesar
de que el Partido Laborista, con Jeremy Corbyn a la cabeza, hizo campaña junto
con los tories a favor de la permanencia, contradiciendo su anterior posición
contraria a la Unión Europea.

La campaña en contra
del “Brexit” fue un error de Corbyn motivado por su deseo de pacificar al ala
derecha de su partido y evitar enfrentamientos. Pero no es posible llegar a un
compromiso con estos elementos pro-capitalistas que han defendido
privatizaciones y recortes en los servicios públicos. Esto lo demuestran sus
maniobras para mantenerse en el poder.

La más grave fue el
intento de golpe contra Corbyn que se dio solamente unos días después del
referéndum sobre el “Brexi”t. 172 parlamentarios “laboristas” pidieron la
dimisión de Corbyn, a los que se unió el coro mediático de todos los medios
capitalistas pidiendo su cabeza, mientras miles de personas se manifestaban
frente al parlamento británico pidiendo la permanencia de Corbyn y la
destitución de los parlamentarios pro-Blair.

Desde entonces se
abrió un periodo de guerra civil dentro del Partido Laborista, con intentos
para desprestigiar a Corbyn y sus seguidores, falsas acusaciones de
antisemitismo, negación de derecho al voto en las elecciones internas a miles
de personas que correctamente llamaron traidores al ala pro-capitalista del laborismo,
e incluso la disolución de secciones locales completas bajo acusaciones falsas.

La segunda victoria de
Corbyn está lejos de acabar con la guerra civil dentro del laborismo. Los
elementos pro-Blair ya han declarado públicamente que nunca aceptarán a Corbyn
como líder y se han comprometido a lanzar una “rebelión permanente” contra él. Sin
embargo, Corbyn y su círculo cercano, lejos de tomar una postura decidida
contra el ala derecha del laborismo, sigue con su estrategia equivocada de
pacificación, indicando que los parlamentarios golpistas “no tienen nada que
temer”.

Pero muy por el
contrario,
los partidarios de Corbyn deben luchar por la democratización
del Partido Laborista, y para recuperarlo como un partido que represente los
intereses de la clase trabajadora, con un programa claramente anti-austeridad y
socialista.

Los marxistas en este
sentido debemos ser muy claros. No es el momento de ofrecer la pipa de la paz a
la derecha del Partido Laborista. Como dijo Trotsky, “en una lucha seria no hay
peor crueldad que ser magnánimo en un momento inoportuno”.

Una demanda importante
para la democratización del Partido Laborista es que los 172 parlamentarios
golpistas y los 7.000 concejales laboristas que han aplicado recortes se
comprometan a apoyar el programa anti-recortes y anti-guerra de Corbyn si
quieren seguir siendo representantes laboristas. El programa de Corbyn es un
primer paso positivo hacia un programa que defienda los derechos de los
trabajadores, ya que refleja medidas como un salario mínimo de 10 libras por
hora, renacionalización de los ferrocarriles, fin de privatizaciones en el
servicio público de salud, eliminación de tasas universitarias, etc. Sin
embargo, no propone la nacionalización de los grandes gigantes energéticos, ni
de otros sectores claves como el acero.

Dentro de la
democratización del laborismo es además importante el papel que puedan jugar
dentro de él otras organizaciones, como recuperar el papel central que tenían
los sindicatos, representantes de millones de trabajadores en Gran Bretaña, y
otras organizaciones anti-capitalistas y anti-austeridad, incluyendo el Partido
Socialista, organización hermana de Socialismo Revolucionario en Inglaterra y
Gales. Miembros del Partido Socialista, entonces llamado Militante, fueron
expulsados del Partido Laborista entre los años 1980-90 dentro del proceso de
derechización y silenciamiento de la clase trabajadora dentro del laborismo.

Solamente la democratización a todos
los niveles del Partido Laborista y el derecho de elegir democráticamente los
representantes públicos puede garantizar la continuación de la revolución
política Corbynista.

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