15/01/2014, Juan Bértiz, Socialismo Revolucionario Barcelona

Empecemos
por el final: tras cinco días de enorme tensión con que culminaban
varias semanas de movilizaciones y desencuentros entre el movimiento
vecinal del barrio de Gamonal y el Ayuntamiento de Burgos, el
alcalde, Javier Lacalle, cede y paraliza las obras del proyecto de
bulevar que iban a remodelar por completo la calle Vitoria. Por mucho
que se quiera adornar esta decisión, la realidad es que estamos ante
un enorme éxito de las movilizaciones. También se refleja el hastío
generalizado tanto por el fracaso de un modelo de gestión
urbanística, que a todas luces ha resultado corrupto y que nos ha
llevado a la crisis, como por un modo de gobernar de cualquiera de
los estamentos de la administración, desde los ayuntamientos hasta
el Gobierno del Estado, que es cualquier cosa menos democrático. Se
evidencia en definitiva el fracaso de un sistema social y político
ante el cual sólo cabe, como nos demuestran los vecinos de Gamonal,
movilizarnos.

Porque
lo ocurrido en ese barrio burgalés sólo se puede entender en un
contexto como el vivido en este país en los últimos treinta años.
No hay más que recordar los numerosos casos de corrupción surgidos
de la burbuja inmobiliaria y de las obras públicas que afectan a
municipios de todo el Estado, de norte a sur, de este a oeste. Esta
vez, además, al hartazgo por obras faraónicas y muchas veces
superfluas, decididas todas ellas por dirigentes políticos que
gestionan a espaldas de los ciudadanos, se une el que estemos en un
contexto de crisis y desmantelamiento de los servicios públicos y
sociales. Hay que recordar por lo demás que hablamos de
ayuntamientos, las entidades públicas más próximas a los
ciudadanos y que deberían ser más sensibles a los problemas de las
personas, que además permitirían, por su proximidad, un mejor
control democrático por parte de la población.

Pero
el caso de Burgos resulta a todas luces paradigmático. De hecho fue
un alcalde de su ayuntamiento, José María Peña, el primero de toda
España en dimitir al ser condenado por prevaricación. Corría el
año 1992 y el alcalde había sido acusado de favorecer a un
constructor, Antonio Miguel Méndez Pozo, también condenado en ese
momento. Qué curioso que este empresario vuelva a aparecer en escena
ahora y esté tras las obras de remodelación del bulevar. Porque
Méndez Pozo es el propietario del Grupo de Empresas Méndez-Ordóñez
y fundador de la firma urbanística MBG, gestionada por su hijo, que
fue la asesoría arquitectónica que recibió del ayuntamiento
240.000€ para el diseño del Bulevar. Es también presidente de la
Cámara de Comercio y de Promecal, empresa propietaria del Diario de
Burgos. Poner su nombre en google permite al lector curioso consultar
sobre el empresario en cuestión y conocer algo más de sus
relaciones con la administración pública.

Por
si lo anterior fuera ya poco, hay una verdadera obsesión por el
barrio de Gamonal, un barrio obrero con alrededor de 60.000
habitantes y que sufre con especial envergadura la crisis. Hablamos
de una zona con un índice alto de desempleo, una población afectada
por los recortes en sanidad, el descenso de los salarios, el
encarecimiento de servicios y productos básicos, un barrio que ha
perdido la única guardería con que contaba, con infraestructuras
deficitarias y en mal estado. Ya en 2005 se paralizó un proyecto de
aparcamiento que fue rechazado por la población. Pero en esta
ocasión el proyecto ha ido más lejos porque lo que se propone es
una reforma integral de la calle Vitoria con el objeto de convertirla
en un bulevar y construir un parking privado para vehículo con 200
plazas a un precio de casi 20.000 euros cada una, todo ello con un
coste de algo más de 8 millones de euros, algo más que la deuda
acumulada por el Ayuntamiento de Burgos. Como se ve, además, se
trata de un proyecto que muy poco tiene que ver con las graves
necesidades de la población.

De
ahí que se desatara las iras de los habitantes y que se creara la
Plataforma
Bulevar no ahora
,
formada por varias entidades, entre ellas la Federación de Vecinos
Alfonso de Vitoria o la Asociación vecinal Las Eras de Gamonal y
diversas entidades políticas y sociales. Porque con independencia
del acuerdo o no con el proyecto global, las entidades que conforman
la Plataforma han puesto sobre la mesa la insensibilidad del
Ayuntamiento y de los promotores del mismo. Porque el mínimo sentido
común permite traslucir que lo prioritario es gestionar una política
social que tienda a frenar las consecuencias de la crisis y a mejorar
las infraestructuras básicas ahora mismo deficitarias.

Pero
además el Ayuntamiento de Burgos se ha cerrado en banda a negociar
con las Asociaciones de Vecinos y con la Plataforma, ha hecho oídos
sordos a las demandas sociales con el argumento de que en los
programas del PP y del PSOE ya se presentaba el proyecto, como si la
democracia consistiera en votar cada cuatro años, sin posibilidad de
encauzar los temas de un modo participativo, postergando mecanismos
de participación social como son las asociaciones vecinales y
negándose a considerar cualquier vía de intervención social.

Todo
este contexto permite entender la manifestación del sábado 11 de
Enero que derivó en incidentes, violencia que tal vez no crea un
clima propicio para negociar, pero que en todo caso no la causó la
población, sino un ayuntamiento insensible que se niega al diálogo
y que coloca como problema de orden público y policial cualquier
crítica organizada al desorden cotidiano. Para colmo, poco tardó el
Secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, en hablar
grupos antisistemas, profesionales de la violencia y ajenos al pueblo
de Burgos como instigadores de los incidentes, y de paso justificar
el Proyecto de Ley de (in)Seguridad Ciudadana. Contra sus argumentos,
la población ha pedido y pide la libertad de los detenidos e incluso
reúne dinero para las fianzas de algunos de ellos, sin que haya
pistas de los susodichos profesionales de la violencia.

Pero
lo fundamental es que la movilización popular ha frenado el
proyecto. Todos los intentos de deslegitimar las reivindicaciones del
barrio han quedado en entredicho y se ha demostrado que es posible
enfrentarse a la lógica del poder político y económico, ganarles
la batalla cuando hay mecanismos unitarios y de base. La población
de Gamonal se mantiene en pie contra el proyecto del Bulevar, por la
libertad de los encausados y por un modelo de sociedad democrático y
justo.

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