GENTE SIN CASA, CASAS SIN GENTE
El papel de la banca en el drama de los desahucios
Ricardo Montesinos, SR Barcelona
22/01/2012
El drama de los desahucios es uno de los elementos centrales de la actual crisis capitalista que estamos atravesando. Y no sólo por la amplia extensión de este problema, ni por la carga de sufrimiento que está imponiendo sobre las capas más vulnerables de la sociedad. La centralidad de la cuestión radica en que este problema es una de las causas que provocaron la actual crisis.
Recordemos que el origen último de la crisis es el pinchazo de la burbuja de las hipotecas subprime en verano de 2007. Durante años los bancos norteamericanos habían estado concediendo hipotecas a clientes de escasa solvencia y, a través de bonos, éstas habían sido transferidas a fondos de inversión y planes de pensiones, contaminando gran parte del sistema financiero. Cuando la tasa de morosidad de estos clientes empezó a aumentar, provocó la desconfianza en los bancos, la contracción del crédito y una importante caída de las bolsas.
Durante estos años España había vivido su propia burbuja, la del ladrillo, espoleada por las políticas neoliberales. Entre 1998 y 2007 el número de viviendas construidas se había cuadruplicado y los precios de éstas se habían multiplicado por tres. En diez años se formalizaron más de 8 millones de hipotecas. Este endeudamiento masivo era alentado tanto por los bancos como por el gobierno, bajo la premisa de que invertir en inmuebles era seguro, pues la vivienda nunca iba a bajar de precio.
El pinchazo de esta burbuja y la crisis económica subsiguiente ha atrapado a numerosas familias que, viéndose repentinamente en el paro, se han visto incapaces de seguir pagando la hipoteca y han debido enfrentarse al desahucio. Esta medida es especialmente cruel en España, donde a diferencia de otros países no existe la dación en pago. Es decir, la expropiación del piso no salda la deuda con el banco, que sigue teniendo que ser satisfecha.
Para lograr entender el alcance de este drama solo hay que echar un vistazo a las cifras: durante el primer trimestre de 2012 se ejecutaron una media de 517 desahucios diarios, sumando la totalidad de familias desalojadas entre 2008 y 2012 a la cifra de 350.000. Y este número solo puede aumentar, teniendo en cuenta que actualmente hay 1.737.900 hogares en los que no entra ningún ingreso.
De esta manera hemos llegado a la situación actual, en la cual numerosas personas se ven en la calle mientras el 20% de las viviendas permanecen en manos de los bancos, vacías, para que el balance de activos siga manteniéndose en positivo.
Esta coyuntura ha ido generando cada vez mayor rechazo social y un gran número de luchas han ido surgiendo en este ámbito, canalizadas en su mayor parte por movimientos sociales como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) o Stop Desahucios. De todas las luchas que están sosteniendo las clases trabajadoras a lo largo de la crisis, la de la vivienda es la que está teniendo más repercusión y éxito. Esto se debe a una variedad de factores:
- Apoyo social mayoritario: el derecho a la vivienda es uno de los más básicos, lo cual provoca que el apoyo social sea mayor que el prestado a otras luchas (por los servicios públicos, por ejemplo)
- Diversificación de estrategias: la oposición a los desahucios ha tomado una multitud de formas (desobediencia civil en los desalojos, acampadas frente a los bancos, presentación de iniciativas legislativas populares, ocupación de inmuebles vacíos…) que la han convertido en un movimiento muy activo y dinámico.
- Continuidad de la lucha: cada día se producen desahucios, lo cual hace que este problema nunca se enfríe. Siempre está presente en el día a día de la sociedad.
En este contexto, una serie de suicidios protagonizados en octubre y noviembre por personas que iban a ser desahuciadas ha hecho que el malestar social se dispare hasta tales extremos que numerosos actores se han visto obligados a reaccionar. Algunas entidades bancarias (Kutxabank, Caja Laboral o Banco Sabadell) anunciaron que iban a detener temporalmente todos los desahucios. El Sindicato Unificado de Policía (SUP) y el sindicato Erne (mayoritario en la Ertzaintza) dieron su apoyo a los agentes que deseen negarse a ejecutar desahucios e incluso hay cerrajeros que se han mostrado públicamente contrarios a ofrecer sus servicios para ejecutar los desahucios.
Como consecuencia de esta creciente presión, el gobierno del PP se ha visto obligado a reunirse con el PSOE para tratar de dar una respuesta al drama. El resultado final de estas reuniones ha sido una moratoria de dos años en los desahucios que afecten a familias con ingresos totales inferiores a 1597 € al mes y con hijos o discapacitados a su cargo.
Esta medida ha sido calificada por la PAH como un parche, totalmente inútil para solucionar el problema. En primer lugar, los criterios para acogerse a la moratoria son tan rígidos que pocas familias podrán acceder. Además, la deuda continúa existiendo y generando intereses de demora. Cuando acabe la moratoria, la situación de estas familias será aún más desesperada.
No podía ser de otra manera. El gobierno ya había demostrado que su prioridad es salvar a los bancos y nunca va a tomar ninguna medida que los perjudique. Solo hay que recordar las enormes cantidades de dinero que se han inyectado en el sistema financiero (50.000 millones de euros directamente por parte del estado español, 255.000 millones en créditos al 1% concedidos por el BCE, 60.000 millones del rescate bancario) o las continuas negativas de PP y PSOE a iniciativas legislativas populares que pretendían instaurar la dación en pago.
El discurso de los partidos mayoritarios va en la línea de que el saneamiento del sistema financiero es imprescindible para que vuelva a fluir el crédito y con éste regrese el crecimiento. La verdad, en cambio, es que el gobierno se ve incapaz de legislar contra la banca porque depende totalmente de ella. Actualmente la financiación del estado se realiza principalmente a través de la venta de bonos en los mercados de deuda. La banca española es la que acude mayoritariamente a estas subastas. ¿Cómo va a perjudicar de alguna manera el gobierno a aquellos que le están financiando?
La única solución posible a esta situación es la nacionalización del sector financiero. Esto permitiría por una parte cortar estas ataduras y dejar de depender de la banca. Por otro lado, la clase trabajadora podría ejercer un control democrático sobre la economía e invertir el capital nacionalizado en las necesidades reales de la sociedad.
Desde Socialismo Revolucionario demandamos:
- Paralización inmediata de todos los procesos de desahucio.
- Reubicación de todas las familias desahuciadas en una vivienda digna.
- Expropiación y socialización, bajo control democrático de los trabajadores, de los bancos y sector financiero. Nacionalización sin indemnización a los grandes accionistas, garantizando los ahorros de la gente trabajadora.