50 años por las ideas socialistas y la lucha de los trabajadores

05/11/2014, Peter Taaffe, secretario general del Partido Socialista. Original publicado en El Socialista (periódico semanal del Partido Socialista – CIT en Inglaterra y Gales)

Cuando comenzamos la publicación de Militant, el predecesor de The Socialist, en octubre de 1964, pocos de nuestros adversarios políticos esperaba que continuáramos la publicación durante 50 años, y que además se convertiría en un factor importante en las batallas posteriores del movimiento obrero.

Durante este período hemos sido testigos y participado en movimientos colosales de la clase obrera en algunos de los más grandes acontecimientos de la historia. El magnífico 1968 con la ocupación de las fábricas por diez millones de trabajadores en Francia (la mayor huelga general de la historia); la ola revolucionaria de los trabajadores portugueses, españoles y griegos, en la década de 1970, que sin contemplaciones desmantelaron las brutales dictaduras en sus países.

Nos unimos en las manifestaciones de masas en Londres y en otros lugares contra la ocupación de Checoslovaquia por los estalinistas rusos, también en 1968. Yo y otros Jóvenes Socialistas movilizamos contingentes de jóvenes que demandaban democracia obrera en Checoslovaquia y el armamento de la clase obrera.

Francia

En estos eventos, que registramos y analizamos asiduamente en nuestro periódico, los trabajadores franceses lucharon por el poder. Y podrían haberlo logrado. El aparentemente ’poderoso’ régimen semi-dictatorial del presidente De Gaulle estaba completamente paralizado por la acción de masas de la clase obrera. Pero, al igual que en muchos momentos de la historia de las organizaciones de masas de la clase obrera, el Partido Comunista y los llamados líderes «socialistas» actuaron como un enorme freno en el momento decisivo, lo que descarriló el movimiento y salvó al capitalismo.

Esto en un momento en que los capitalistas mismos parecían haber perdido la esperanza en su sistema. En un momento dado, de Gaulle huyó de Francia desesperado; «El capitalismo ha muerto en Portugal», se lamentó el diario The Times en 1975. En verdad, estaba casi «muerto», el 75% de su riqueza y poder económico había sido tomado a través de la nacionalización de los bancos a raíz de la movilización de masas y la derrota de un intento de golpe de estado derechista. Esto dio lugar a que el poder político real se concentrara en las manos de los trabajadores en las fábricas y los soldados revolucionarios radicalizados en los cuarteles.

Y no solamente Europa se vio afectada. El poder más fuerte del planeta, la América capitalista, se convulsionó y prácticamente paralizó a través de los acontecimientos de la guerra de Vietnam y la rebelión resultante de las tropas reclutados. Junto a ellos se encontraban los jóvenes en el movimiento de masas contra la guerra que, combinado con las revueltas de los afroamericanos, detonó la oposición y las manifestaciones, lo que resultó en elementos de una crisis pre-revolucionaria para el imperialismo estadounidense.

Estos eventos y muchos más fueron registrados y comentadas en Militante, que encontró una respuesta preparada entre un público más y más amplio de la juventud y los trabajadores. Esto llevó a la expansión y desarrollo de Militant de mensual a un periódico quincenal en 1971, a uno semanal el siguiente año y, finalmente, a uno de de 16 páginas. Nos vimos obligados a volver a las 12 páginas más tarde, debido a la situación desfavorable tras el colapso del estalinismo en 1989-91, pero continuamos a publicando un periódico semanal y construyendo nuestras fuerzas, a veces en las situaciones objetivas más difíciles. 

A partir de una organización basada en gran medida en principio en unas pocas áreas, como Liverpool, Londres, Glasgow y Gales del Sur, se estableció el marco de una organización nacional con una base cada vez mayor en todas las regiones de Gran Bretaña. Esto fue seguido por el crecimiento de nuestra influencia a escala mundial a través del Comité por una Internacional de Trabajadores (CIT), fundado en 1974.

Lo que le faltaba en tamaño fue más que compensado por el entusiasmo de nuestros partidarios juveniles, la nitidez de nuestro análisis y la explicación de nuestro programa, que alcanzó al pueblo y los trabajadores jóvenes más desarrolladas políticamente.

En la década de 1970, pero sobre todo en la década de 1980, nos dirigimos a un público masivo. Militant, en términos de número e influencia en el movimiento obrero, fue la más exitosa organización marxista / trotskista en Europa occidental desde el momento de la Oposición de Izquierda de Trotsky en la década de 1930.

Liverpool

Ninguna otra organización marxista logró conectar con la clase obrera en los movimientos de masas como lo hicimos en la lucha épica en Liverpool entre 1983 y 1987 o en la lucha contra el impuesto por cabeza (Poll Tax). Hemos escrito dos libros – «Liverpool, una ciudad que se atrevió a luchar» y «El auge del Militante» – que se ocupan de estas luchas.

Algunos, no todos ellos a la derecha del movimiento obrero, han tratado de restar importancia al papel crucial que el liderazgo del Militante y sus partidarios desempeñaron en la batalla de Liverpool. George Galloway, un prominente, si bien errático diputado izquierdista, primero bajo la bandera del Laborismo y luego como independiente, veladamente optó por atacar la estrategia del Ayuntamiento de Liverpool y separarse del movimiento de masas de la ciudad. Estuvo de acuerdo con el ataque de Neil Kinnock al presupuesto de las necesidades que permitió al Ayuntamiento forzar concesiones de Thatcher y construir miles de casas, centros deportivos, parques, etc.

Nada menos que la misma ’Dama de Hierro’, Margaret Thatcher, indirectamente demolió las críticas de Galloway al Militant y los inmortales 47 concejales que se mantuvieron firmes hasta el final y finalmente la derrotaron. Su discurso inédito, preparado para la Conferencia del partido Tory (conservador) en 1984, y cancelada por el atentado del IRA a su hotel, (ver la edición del 16 al 22 de octubre 2014 de The Socialist) ponía a Liverpool y la ’tendencia Militant’ al nivel de los mineros como «el enemigo interno», comparables al general Galtieri, que ella derrotó en la guerra de las Malvinas.

Los representantes de la clase dominante, a través de la costumbre y la tradición, son entrenados para ser implacables en la guerra de clases. Aunque Thatcher llegó a partir de un origen de clase media baja – la hija de un tendero – ella encarnaba estos rasgos, sobre todo cuando concentraba las riendas del poder en sus manos.

Mineros

Thatcher fue derrotada por los mineros en 1981, cuando dejó de lado temporalmente el programa de cierre de pozos. Pero, junto con su camarilla, como Norman Tebbit, «un turón semi-domesticado», utilizó las reservas masivas de carbón para infligir una derrota a los mineros. Pero esto no fue sin la connivencia de los dirigentes sindicales de derecha.

Siguió la misma táctica en relación con Liverpool; primero en retirada cuando la relación de fuerzas estaba en contra de ella, a continuación, cuando Liverpool fue aislado por la capitulación de otros consejos municipales de «izquierda» – dirigidos por David Blunkett en Sheffield y Ken Livingstone del Gran Consejo de Londres – tomó venganza. Con el visto bueno del inefable Neil Kinnock, líder del Laborismo, se quitó de sus puestos a los concejales de Liverpool a través de los tribunales.

Kinnock entonces agravó el golpe con la expulsión de los líderes de la lucha, Derek Hatton, Tony Mulhearn y otros, del Partido Laborista. Tom Sawyer, un funcionario a tiempo completo de la Unión Nacional de Empleados Públicos, que tomó parte en la fundación de Unison, dijo en la Ejecutiva Nacional del Partido Laborista en febrero de 1986: «Desafío a cualquiera a que me diga cómo se puede ir a Liverpool y derrotar a Militant con argumentos».

El impuesto de capitación (Poll Tax)

Thatcher encontró a un rival más de digno en la batalla contra el impuesto «por cabeza» o «poll tax». Militant, a través de la Federación contra el «poll-tax de toda Gran Bretaña, movilizó 18 millones de personas para no pagar el impuesto: «No se puede pagar, no se va a pagar». Sin embargo, la victoria no fue fácil de lograr. 34 partidarios militantes fueron encarcelados y cientos presos a nivel nacional.

El fallecido Terry Fields, diputado laborista y partidario de Militant adquirió proporciones grandiosas para la clase obrera, tanto a nivel nacional y particularmente en Liverpool, al igual que sus compañeros diputados de Militant, Dave Nellist y Pat Wall. Dave y Terry se negaron a pagar la «poll-tax» – Pat lamentablemente falleció mientras la campaña iba subiendo – y Terry fue encarcelado. Esto, increíblemente, fue luego utilizado por la dirigencia derechista vengativa del Partido Laborista para expulsarlo.

Sin embargo, Terry y cientos como él, que fueron encarcelados y victimizados, lograron alcanzar lo que los líderes sindicales y la dirección cada vez más desacreditada del Partido Laborista no consiguieron hacer. La campaña por el no pago del impuesto lo desafió y, en el proceso, derribó a Thatcher, reduciendo a la ’Dama de Hierro’ a un ‘documento archivado’.

Este fue un punto de inflexión en el desarrollo de Militant. Crecimos a pasos agigantados en toda la década de 1980. Esto se vio reflejado a veces de la manera más inusual. Por ejemplo, el ahora caído en desgracia Jeffrey Archer, en su novela «Primero entre Iguales», trataba de un diputado laborista imaginario bajo la amenaza de la izquierda: «Su Comité de Dirección General, que ahora incluía cinco partidarios de la tendencia Militant, presentó una moción de no confianza a sus miembros”.

La Unión Nacional de Periodistas en su publicación mensual en ese momento también alimentó la impresión de que Militant estaba en todas partes: «La televisión central estaba filmando el piloto de una nueva serie de comedia – un gran grupo de actores sostenían banderas y pancartas en la celebración de un simulacro de manifestación en el medio de las calles cuando una persona se acercó y trató de venderles copias de ’Militant’»

Expulsiones

Cada ataque contra nosotros, ya sea desde el ala derecha del Partido Laborista o de la prensa capitalista venenosa y otros medios de comunicación, sólo sirvió para ampliar nuestro apoyo e influencia. La expulsión del Partido Laborista de los cinco miembros del Consejo de Redacción de Militant en 1983 – Peter Taaffe, Lynn Walsh, Clare Doyle, Keith Dickinson y Ted Grant – acabó por crear aún más interés en nuestras ideas, contactos y la influencia.

Estos cinco estaban entre los principales miembros de Militant en esta etapa. Otros, como Alan Woods, han afirmado recientemente que habían jugado un papel central en la fundación de Militant (ver ’Real History of Militant’ en Marxist.net). Con ello pretende aumentar su reputación como un participante clave en el trabajo de Militant, Liverpool, la campaña contra la «poll-tax», etc. Él no jugó ningún papel en estos grandes eventos cuando Militante crecía espectacularmente a casi 8.000 miembros, ya que pasaba la mayor parte de su tiempo fuera de Gran Bretaña, en España, donde jugó un papel en la construcción de la sección española del CIT.

Ted Grant jugó un papel histórico como continuador de una tradición marxista que ayudó a orientar con éxito a la nueva capa de trabajadores y jóvenes que entró en nuestra órbita a finales de 1960 y 70.

Sin embargo, su enfoque dogmático lo puso en colisión con la inmensa mayoría de los que construyeron Militant, y continuaron haciéndolo después de que él se separó de nosotros en 1992 sobre la cuestión del Partido Laborista.

Sus partidarios lograron ganar el apoyo sólo del 7% en una conferencia nacional para sus ideas. Sostuvimos que era necesario trabajar temporalmente fuera del Partido Laborista con el fin de ganar las mejores capas luchadoras de la juventud en particular. Los trabajadores estaban siendo expulsados ​​del Partido Laborista por el ’delito’ de luchar contra la «poll-tax». 

Laborismo

En oposición a esto, Ted Grant y Woods dogmáticamente afirmaban que esto estaba rompiendo con una «tradición de cuarenta años» – su propia percepción unidimensional del enfoque del Militant – que las masas en Gran Bretaña se volverían «una y otra vez» hacia el Partido Laborista para transformarlo. Más de 20 años después seguimos a la espera de que su pronóstico sea corroborado. Una cosa que sí sabemos es que el Partido Laborista perdió casi 5 millones de votos entre 1997 y 2010, y organizativamente ahora es una cáscara vacía. Tanto es así que este pequeño grupo ni siquiera menciona ahora la «necesidad de transformar» el Laborismo en su material escrito.

Hemos refutado este enfoque árido en la teoría, pero la vida y los acontecimientos prueban aún más. De hecho, tras el reciente referéndum escocés llegaron a la conclusión de que el laborismo en Escocia está ‘acabado’ y ahora funcionan de forma «abierta». Pero deshonestamente esconden el hecho de que se han visto obligados a cambiar su posición por completo.

En el primer número de nuestro periódico, al comentar sobre el papel de la dirección del Laborismo en 1964, se escribió: «Al mostrarse a sí mismos como líderes» seguros y responsables, no fundamentalmente diferentes de los conservadores, los dirigentes laboristas han sido un juguete en las manos de los conservadores». Esto es mil veces más el caso hoy en día, con Miliband y Balls servilmente imitando todo, incluyendo los recortes salvajes salvajes que proponen Cameron y Osborne. 

El movimiento obrero en Gran Bretaña ha sido objeto de las mismas presiones del capitalismo en crisis de Europa y el mundo. Construimos una posición de poder sobre la base de jóvenes en Liverpool, a través de las huelgas de los aprendices en 1960 y 1964, y también en el Partido Laborista en sí a través de su sección de la Juventud Socialista.

En esa etapa, el Partido Laborista todavía proporcionaba un gran campo de acción para los trabajadores, los socialistas y los jóvenes para hacer pivotar el Partido Laborista a la izquierda, sobre todo a nivel local. De esta manera, se convirtió en un instrumento, en algunas zonas, por lo menos, para los trabajadores en lucha. Y, como consecuencia de esta labor paciente y constante, construimos una posición importante dentro de él.

Sin embargo, el giro general hacia la derecha dentro del movimiento obrero militante nos obligó a tratar de organizar a los trabajadores y los socialistas fuera del Partido Laborista. Incluso cuando se hizo evidente que este era el caso, a finales de 1980 y principios de 1990, todavía erróneamente se alentaba la idea de que se podría regresar al Partido Laborista cuando fuera llenada por trabajadores que entraran a la lucha. Sin embargo, bajo la batuta de Blair y luego Brown y Miliband, el Partido Laborista se ha movido más hacia la derecha y ahora no es diferente a los conservadores o liberales demócratas. Se trata de una versión británica de los demócratas en los EE.UU., firmemente aferrado a un sistema capitalista bipartidista.

Hay muy poca expectativa de que el laborismo cambie si consigue reptar y colarse en el poder, e incluso esto no está garantizado. De ahí la necesidad de que nos planteamos la idea de un nuevo partido de masas de la clase obrera, lo que fue rotundamente condenado por aquellos que tercamente insisten en aferrarse a los restos maltrechos del Partido Laborista.

Militant le debe sus éxitos no a una interpretación rígida de las ideas marxistas. Sí, siempre hemos defendido decididamente las ideas generales y métodos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, pero siempre hemos mostrado una gran flexibilidad en las tácticas.

Nuevas convulsiones

La década de 1990, después del colapso del estalinismo, fue un tiempo inmensamente difícil para los socialistas y el movimiento obrero en general. Esto se utilizó para desacreditar el «socialismo» y la economía planificada y desplazar el eje ideológico hacia la derecha. Sin embargo, desde la caída del Muro de Berlín hemos visto la quiebra del capitalismo, junto con guerras interminables – Oriente Medio, los Balcanes, etc. – combinado con la crisis económica mundial devastadora en curso. Éstos hechos prepararon el camino para las convulsiones que vimos en la revolución egipcia y en otros lugares.

La crisis económica es tan grave en Gran Bretaña que incluso «el Laborismo más jóven quiere perder las elecciones» [Evening Standard, 2 de Octubre 2014]. El derechista Laborismo ahora tiene miedo del poder, de heredar el ’regalo envenenado’ después de las elecciones generales del próximo mes de mayo. Esto, afirman, podría desacreditar al «laborismo por una generación». Sin embargo, ya está desacreditado a los ojos de millones de trabajadores.

Como en el pasado, sólo el Partido Socialista en Gran Bretaña ha aplicado con éxito los métodos del marxismo y trazado el camino a tomar. El sentido de la marcha es claramente hacia un nuevo partido de trabajadores de masas, que a su vez puede preparar las fuerzas que pueden hacer realidad el objetivo del socialismo en Gran Bretaña.

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