Necesitamos
políticas socialistas, no pactos con la Troika

Català

Sascha
Stanicic (SAV, CIT en Alemania) entrevistó el 2 de marzo a Nikos
Kamellis, concejal de Volos por Xekinima (CIT en Grecia)


¿Cómo
describirías el pacto entre la Unión Europea y el gobierno de
Syriza?


Claramente
es un paso atrás comparado con lo que Syriza y Alexis Tsipras decían
antes de las elecciones.

El
tema principal es el de la deuda. El acuerdo firmado por el
gobierno griego dice que éste (en realidad la clase trabajadora
griega) pagará la suma total de la deuda, es decir, 320.000 millones
de euros o más del 170% del PIB griego. Antes de las elecciones,
Syriza dijo que la deuda debía ser reducida drásticamente a través
de una conferencia internacional como la que tuvo lugar en 1953 y
redujo la deuda externa alemana.

El
segundo asunto más importante es que el nuevo gobierno pactó que
todas las políticas que sean implementadas en los próximos meses
tendrán que ser aceptadas y acordadas con la troika (Unión Europea,
Banco Central Europeo y FMI), que desde ahora no se llamarán «la
troika» sino «las instituciones». Además el gobierno
se compromete bajo contrato a no aplicar ninguna política para
eliminar leyes derivadas de anteriores memorandos, que eran leyes de
recortes salvajes. Esto significa que el gobierno estará bajo un
continuo chantaje de la troika y que «el Programa de Salónica»
está bajo cuestión. Éste es el programa de medidas inmediates para
los sectores más pobres de la sociedad que Syriza presentó y aprobó
en una reunión en Salónica en septiembre de 2014. El único punto
positivo es que las medidas de austeridad que acordó el anterior
gobierno y la troika el otoño del año pasado no seguirán hacia
adelante.

¿Había
una alternativa para Tsipras y Varoufakis aparte de ceder a la
presión de Schäuble y compañía?

¡Sí,
había una alternativa, había otra opción! La gran mayoría de la
población griega estaba a favor de una «línea dura». Por
eso se organizaron manifestaciones masivas en todo el país, incluso
en las islas pequeñas, a favor del gobierno y contra el chantaje de
la troika y especialmente del gobierno alemán. En las encuestas,
hasta el 70 o el 80% de los griegos apoyaban al gobierno en su
«batalla». Xekinima, junto con otras fuerzas, e incluso con
algunos parlamentarios de Syriza, propuso a Tsipras que debería
volverse hacia el pueblo griego y convocar un referéndum con las
opciones «euro y políticas de recortes» o «políticas
contra los recortes, por la clase trabajadora y dracma». Estamos
convencidos de que si esta cuestión se planteara a los griegos, la
gran mayoría de los pobres y los trabajadores griegos hubieran
elegido romper con el euro. Por supuesto, al mismo tiempo, explicamos
que el regreso del dracma no sería en sí mismo una solución a la
crisis del capitalismo y que para poner la economía en la senda del
crecimiento y al servicio de la gente trabajadora se necesitan que se
implementen inmediatamente políticas socialistas.

¿Cómo
vio estos desarrollos? El apoyo al gobierno creció fuertemente
después de las elecciones, ¿pero ahora esto cambiará?

Una
gran parte de la sociedad griega aún apoya al gobierno porque lo
comparan con el anterior gobierno de Nueva Democracia y PASOK, uno de
los más represivos contra la clase trabajadora y más odiados de la
historia reciente. La gente se siente aliviada porque no hay nuevas
medidas de austeridad en el horizonte. Al mismo tiempo está claro,
especialmente en las capas más radicalizadas, que el gobierno se
está rindiendo bajo la presión de las clases dirigentes alemana,
europea y griega. El gobierno no implementará inmediatamente las
medidas que habían prometido antes de las elecciones y están
intentando llegar a acuerdos con sus enemigos de clase. Así que
grandes secciones de la sociedad están confusas y parcialmente
decepcionadas y esto se ve claramente en la ausencia de una
participación masiva en las últimas manifestaciones.

¿Qué
propondrías como políticas de un gobierno griego de izquierda?


El
gobierno debería tomar medidas inmediatas contra la crisis
humanitaria, la profunda y masiva pobreza en la que la mayoría está
viviendo. También debería continuar, como prometió, con el regreso
de los convenios colectivos, el incremento del salario mínimo a
alrededor de 670 euros netos al mes (después de sustraer los pagos
de seguros sociales e impuestos a 751 euros) y abolir el gravoso
impuesto sobre la vivienda para las familias de clase trabajadora que
no pueden pagarlo y están en riesgo de perder sus casas. Estas
medidas, aunque básicas, serian recibidas con entusiasmo por la
sociedad griega.

Al
mismo tiempo, Tsipras debería explicar quién es el verdadero
responsable de la deuda (banqueros, capitalistas, la clase dirigente
griega, alemana y de toda Europa) para parar los pagos
inmediatamente. Después, deberían implementar políticas
socialistas como la nacionalización de la banca y los sectores
claves de la economía, bajo el control y la dirección social y de
los trabajadores y una inversión pública masiva para poder planear
la economía y hacer que ésta crezca. La economía debería ser
«protegida» de los especuladores y los saboteadores del
capital griego y europeo, a través de los controles de capitales y
del comercio exterior.

Está
claro que Tsipras no está eligiendo este camino. Por eso la presión
desde abajo, de la clase trabajadora y otros movimientos, es crucial.
Las fuerzas de la izquierda que entienden esta perspectiva y no están
de acuerdo con el enfoque sectario y ultra-izquierdista del KKE
(Partido Comunista de Grecia) y ANTARSYA (izquierda radical
anticapitalista) se enfrentan a tareas cruciales e históricas. Por
otra parte, tienen que unirse, discutir, coordinarse y explicar la
necesidad de políticas socialistas a capas más amplias de la
sociedad, para empezar a construir una alternativa política masiva
revolucionaria y socialista.

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