03/09/2012, Victorino Roux, SR Murcia

En la playa o en la montaña, en
el camping y en los tradicionales chiringuitos a pie de playa. Cuesta trabajo
encontrar un sitio dónde no se hable acaloradamente de política en este mes de Agosto,
el más acalorado, en términos políticos, de la reciente historia española.
Resulta imposible desconectar de la crisis y sus terribles consecuencias
sociales y económicas. Una tensa calma parece haberse adueñado del país. El
gobierno no parece dispuesto a ceder y ha aprovechado el periodo estival, en el
que los centros educativos se paralizan y muchas familias se toman unos días de
descanso, para afrontar nuevos y más drásticos recortes.  Sin embargo, las multitudinarias
manifestaciones del pasado 19 de Julio anuncian un nuevo ciclo de luchas, mucho
más intenso y ambicioso, a la vuelta del verano. 

El número de manifestantes en las
calles, similar al de los grandes días de ebullición del Movimiento 15M en Mayo
de 2011, demuestra que la indignación ciudadana se mantiene y conserva intacto
su poder de convocatoria. Pero no se trata sólo de una cuestión de cifras. Esta
masa creciente de ciudadanos se ha vuelto más decidida y organizada. Muchas de
las ilusiones que acompañaron a las primeras protestas masivas la primavera
pasada se han desvanecido. Hoy son muy pocos los que aún creen en la capacidad
del sistema económico para corregir su destructiva deriva o en una intercesión
del gobierno ante un movimiento espontáneo de clamor popular. La vía reformista
ha quedado así definitivamente descartada.

Por otra parte, el movimiento
también ha ganado en pluralidad y cohesión. El 19 J marcharon por primera vez juntos
en muchas capitales españolas  asambleas
enteras de indignados y sindicatos y organizaciones políticas de la izquierda. A
los ya habituales protagonistas de las protestas (Jóvenes desempleados y
trabajadores del sector público amenazados por los recortes como médicos,
enfermeros y profesores) se sumaban además algunos colectivos sumamente
simbólicos: bomberos y policías de paisano llamaban también a levantarse contra
el gobierno, adquiriendo un papel central en las marchas convocadas.  Sus lemas no dejaban además lugar a dudas:
«Somos la policía del pueblo, no de los políticos», rezaba la
pancarta de los policías madrileños. Los bomberos, por su parte, transportaban
sobre sus hombros una enorme guillotina de cartón-piedra, destinada, según sus
creadores, a «cortar chorizo». Rajoy, sintiéndose tal vez aludido,
decidió crear pocos días después su propio cuerpo de seguridad para enfrentar
momentos de crisis.

Este ambiente de lucha se ve
acompañado por un baile de fechas, nuevas movilizaciones que serán sin duda
masivas. El 15 de Septiembre, la llamada «Cumbre social contra los
recortes», auspiciada por los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT y de la
que forman parte más de 150 organizaciones, llama a una Marcha a Madrid. Antes,
el 12 de Septiembre, los trabajadores del sector público celebrarán su propia
jornada de lucha. Estas acciones serán a su vez la antesala de una «huelga
general ciudadana» a mediados de Octubre, una convocatoria destinada no
sólo a los trabajadores sino también a los parados y pequeños propietarios. En
el País Vasco la huelga general tiene ya una fecha fijada: los sindicatos ELA y
LAB llaman a la huelga general el próximo 26 de Septiembre. Por si fuera poco,
a estas convocatorias se suman las iniciativas de varios grupos de Facebook. La
más popular llama a «ocupar el Congreso» el 25 de Septiembre.

Al comienzo de la crisis
Socialismo Revolucionario llamaba a sindicatos y movimientos sociales a fijar
una agenda de lucha sostenida contra los recortes, hasta derribar al gobierno
de los banqueros si fuera necesario. El tiempo parece habernos dado la razón y,
forzados por los acontecimientos, los grandes sindicatos se preparan para esa
lucha de larga duración que nosotros considerábamos vital. Ahora sólo queda
romper con otra ilusión habitual entre la izquierda más tibia: hoy como ayer no
podemos esperar que nos saquen de la crisis los mismos que nos han abocado a
ella. Este gobierno se ha mostrado sordo e insensible ante las manifestaciones.
Sería ingenuo creer que las movilizaciones de este Otoño van a obligarlos a
rectificar o a convocar un referéndum sobre los recortes. La dirección de los grandes
sindicatos sigue profundamente equivocada en este punto y, con ello, hace
perder el tiempo y la energía a unas bases sindicales cada vez más combativas.

Por todo ello llamamos a la
población a organizarse y actuar con un objetivo claro: acabar con este
gobierno títere de la banca y el gran capital. Para conseguir esta meta será vital
potenciar la organización de las luchas desde la base: llevar las asambleas a
los centros de trabajo (esto es, una organización sindical desde abajo),
coordinar el trabajo de las distintas asambleas de barrio, sumar esfuerzos con
todas las fuerzas políticas y sindicales que como Socialismo Revolucionario
combaten el capitalismo y armarnos con un análisis realista acerca de lo que
está pasando y las tareas que aguardan al movimiento.

Sólo juntos podemos plantearnos
retos que ayer parecían quiméricos pero que hoy contarían con el apoyo
incondicional de una gran mayoría social opuesta al régimen capitalista: una
huelga masiva de 48 horas, acciones de boicot contra los grandes bancos y
empresas responsables de la crisis como las realizadas por el SAT, medidas de
presión contra las instituciones políticas que han dejado de representar a los
ciudadanos y ciudadanas de este Estado… Urge en definitiva construir un
verdadero contrapoder democrático al calor de un programa de acción
radicalmente revolucionario.  En este
pulso entre la clase trabajadora y el gran capital nuestro éxito será
proporcional a nuestra voluntad de luchar y nuestra habilidad para
organizarnos.

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