29/04/2013, Rob Mac, SR Barcelona

El lanzamiento en Sudáfrica del WASP (siglas en inglés
del Partido Socialista y de los Trabajadores) el 21 de marzo de 2013 podría ser
un momento importante para el movimiento obrero internacional.

El WASP se formó después de la masacre de Marikana de
2012 y de importantes luchas de los mineros. El Congreso Nacional Africano
(CNA) y el sindicato minero NUM, las organizaciones tradicionales de lucha de
los trabajadores en Sudáfrica, han demostrado ser cómplices de estas
atrocidades junto al estado sudafricano. Estos asesinatos destaparon el mito de
que estas organizaciones aún representan a la clase trabajadora y, a su vez,
han acelerado los intentos de la clase trabajadora de formar nuevas
organizaciones que de verdad luchen por ellos.

Esto es cierto no solamente en el caso de los partidos,
sino también en el de los sindicatos, y las primeras conclusiones que pueden
extraerse de la formación del WASP, aunque aún no estén completas, son
importantes para todos los que luchamos por encontrar un liderazgo digno de la
clase trabajadora.

Recientemente han estallado muchas luchas en toda la
sociedad sudafricana que representan el despertar de su lucha. Para muchos la
lucha de los trabajadores negros para librarse del apartheid en los años 1970,
80 y 90 fue una inspiración. Sus organizaciones (CNA, NUM y el Partido
Comunista) eran símbolos de la lucha a nivel mundial. Muchos creían no
solamente que era posible acabar con el apartheid, sino que también creían que
era posible una verdadera revolución socialista liderada por la clase
trabajadora de Sudáfrica.

El proceso revolucionario en Sudáfrica había madurado en
los años 1980, pero al mismo tiempo, a escala mundial, la lucha por el
socialismo comenzó un periodo de declive y retroceso. Con este telón de fondo,
los líderes del CNA desmovilizaron la lucha por el socialismo y pactaron con la
clase dirigente blanca para mantener el marco del capitalismo pero eliminando
el apartheid. En esos momentos la transformación pacífica de Sudáfrica fue
aplaudida como un modelo de reconstrucción y reconciliación. La mayoría negra
de clase trabajadora aceptó este pacto como la mejor ruta hacia la emancipación
total y la idea de la necesidad de un cambio revolucionario socialista se
postergó. Una generación después, las condiciones de la mayoría no ha mejorado,
e incluso han empeorado. Se desarrollaron unas pequeñas clase media y clase
dirigente negra, que ha robado a la clase trabajadora sus aspiraciones y se han
convertido en corruptas y asquerosamente ricas. Esta situación ha existido
durante un tiempo pero ahora se ha agudizado las ideas de que los trabajadores
de Sudáfrica se organicen para luchar y de que el CNA no es adecuado pare esta
lucha, ya que se ha convertido en un instrumento para enriquecerse y solamente representa
los intereses de la clase dirigente.

Un componente esencial del desarrollo del WASP fue el rol
que jugó el pequeño partido DSM (CIT en Sudáfrica). Su capacidad para lanzar el
WASP se basó en su implantación en la clase trabajadora, su entendimiento de
las necesidades de la lucha y el llamamiento a la formación de un nuevo partido
amplio en el momento oportuno para maximizar sus oportunidades. La idea de que
nadie nos representa y de que todos los partidos y políticos están corruptos es
bien conocida en todo el mundo pero lo que se entiende menos son el proceso y
las raíces históricas que han causado que la mayoría de los partidos
tradicionales alrededor del mundo hayan degenerado.


Los años 1990 y el
cambio histórico en los partidos tradicionales de la clase trabajadora

En los años 90 hubo un gran debate entre los marxistas
sobre lo que estaba ocurriendo en la sociedad y en particular qué actitudes
debíamos tomar hacia los partidos tradicionales dentro de los que los marxistas
habían trabajado con frecuencia para transformarlos en herramientas de la lucha
de clases.

La Unión Soviética estalinista había caído, al igual que
muchos países satélite, y no había emergido completamente una revolución
política de los trabajadores. Aunque la Unión Soviética había degenerado en un
horror represivo y antidemocrático, aún representaba para muchos un bastión
contra el capitalismo. Junto con su caída, el capitalismo inició un periodo
prologando de crecimiento que dio alas a la propaganda capitalista de que el
socialismo estaba muerto.

El capitalismo fue restaurado en el este de Europa, y en
el oeste, muchos líderes obreros aceptaron completamente los mercados. Muchos
partidos comunistas desde entonces se han dividido, han degenerado, o
simplemente han desaparecido. Algunas secciones se movieron hacia el
capitalismo en la línea de los proyectos socialdemócratas, otros mantuvieron
una línea más dura de tipo estalinista, y otros buscaron rutas alternativas y
proyectos amplios de izquierda con diferente éxito.


Socialdemocracia

Muchas organizaciones tradicionales de los trabajadores,
en especial los partidos socialdemócratas, perdieron sus bases trabajadoras en
este periodo y han traicionado repetidamente a la clase trabajadora con su
seguimiento servil de la agenda capitalista. Estos líderes y sus partidos, que
antes apoyaban la idea de un futuro socialista mientras gestionaban el
capitalismo, se convirtieron en partidos abiertamente capitalistas. Muchos
sindicatos mayoritarios fortalecieron sus aparatos burocráticos y entraron en
pactos sociales y en colaboraciones con la clase dirigente.

En ausencia de una alternativa, algunos de estos partidos
tradicionales han mantenido por ahora su apoyo electoral, como el Partido
Laborista en Gran Bretaña, pero bajo la presión de la crisis otros han empezado
a resquebrajarse como PASOK en Grecia. Este también es posiblemente el futuro
de otros partidos como PSOE, e incluso hasta cierto punto el CNA. Lo que está
claro para muchos trabajadores es que estos partidos ya no son su vehículo de
lucha más probable.

La reaparición de la crisis económica del capitalismo ha
mostrado lo que son realmente el capitalismo y sus instituciones. Se han
impulsado las luchas de los trabajadores pero nuestras organizaciones
frecuentemente presentan carencias y están divididas. Nos hemos quedado con una
resaca de nuestras organizaciones del anterior periodo y una conciencia un
tanto confusa sobre cómo deberían ser y por lo que deberían luchar nuestras
organizaciones.

Desarrollos irregulares en la construcción de alternativas de los trabajadores

Hemos visto numerosos ejemplos de desapariciones de antiguos
partidos, escisiones de secciones enteras o individuos y de nuevas formaciones que
intentan llenar el vacío en la izquierda en todo el mundo: en Grecia podemos
observar la aparición de Syriza y la desaparición de Pasok; en Italia la
desaparición del poderoso Partido Comunista y el Partido de la Refundación
comunista, y cómo éste vacío ha sido llenado, por el momento, por un cómico; en
Francia hemos visto la subida y caída del Nuevo Partido Anticapitalista; en
Alemania, el auge de Die Linke, pero también del Partido Pirata. También hay
que apuntar que el vacío pueden llenarlo partidos populistas y la extrema
derecha, lo que es un verdadero peligro.

Este proceso no se da en una línea recta, tiene subidas y
bajadas, éxitos y fracasos. Cada experiencia nacional es única pero todos
tienen características similares y, por lo tanto, lecciones comunes. Algunas
veces las nuevas formaciones incluyen secciones o individuos de los partidos
tradicionales, pero la clave es la entrada de nuevas fuerzas. Sin embargo, es
muy poco probable que los partidos obsoletos que no nos representan comprendan
esta necesidad de un reagrupamiento y reformación amplios del movimiento de los
trabajadores y de la entrada de nuevas capas que quieran luchar contra el
capitalismo.  Otra clave es la de no quedarse
simplemente en proponer modelos revolucionarios y tener actitudes sectarias
hacia las nuevas formaciones o movimientos si no son perfectos, sino
involucrarse en ellos.

Los grupos alrededor del CIT han defendido durante mucho
tiempo la necesidad de nuevas formaciones amplias de izquierda, pero también la
de construir fuerzas verdaderamente marxistas para ayudar a su desarrollo. Por
eso, en Sudáfrica nuestra pequeña organización, pero con una historia de la que
sentirse orgulloso, fue capaz de ser el grupo que lanzó el WASP.


La clave del éxito:
un programa socialista

Que las nuevas organizaciones sobrevivan y prosperen
depende de un programa y de cómo éste refleje las necesidades de los
trabajadores. El WASP tiene un programa socialista muy claro y radical.

IU también es producto de un reagrupamiento de la
izquierda y tiene el potencial de convertirse en el núcleo de un nuevo partido
de masas, pero también puede perder esta oportunidad si no puede formarse un
programa combativo y socialista que pueda conseguir la unidad con los que están
a la izquierda de IU. El desarrollo de nuevas fuerzas fuera de IU, como el 15M
y las formaciones nacionalistas de izquierda, es muy importante, pero también lo
es qué programa y estrategia unitarios son necesarios para romper con el
capitalismo.

La reconstrucción de un partido de masas de los
trabajadores está avanzando, pero debemos seguir observando qué está pasando en
otros países para evitar sus errores, y también para celebrar los éxitos y
progresos.

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