18/06/2015, Viky Lara, SR Gran Canaria. 

Català

Los técnicos de mantenimiento de la
red de Movistar se encuentran en huelga desde el pasado 7 de abril,
es decir, desde hace ya más de 2 meses, aunque su lucha apenas ha
aparecido en los medios de comunicación.

Menos se ha hablado aún de las
condiciones de los trabajadores y cómo se ha generado esta
situación, ya que estos trabajadores no prestan servicios ni son
pagados directamente por Movistar, sino por subcontratas. Mirando
exclusivamente a sus beneficios, por supuesto, Movistar ha estado
modificando los contratos con estas empresas a la baja, lo que a su
vez ha repercutido en peores contratos y condiciones para sus
plantillas. Además, tanto Movistar como las empresas subcontradadas
no pagan por horas sino por servicios realizados, lo que está
forzando a realizar muchas más de 40 horas a la semana para llegar a
un salario mínimamente digno. La contratación bajo la forma de
autónomos también es muy común para ahorrarse cuotas en seguridad
social y otros gastos, lo que está forzando a los trabajadores a
realizar jornadas aún más esclavas, llegando a trabajar de lunes a
domingo además de tener que hacerse cargos de gastos como
transporte, herramientas, etc.

Hasta ahora se ha conseguido llegar en
las negociaciones a compromisos como elevar los baremos de pago. Sin
embargo, los trabajadores amplian sus demandas para poder llegar a
unas condiciones mínimas en sus empleos: una baremación realista,
que consiga que una jornada de 40 horas semanales tenga un salario
digno; el mantenimiento en futuros contratos de las plantillas
actuales, incluyendo contratos para los actuales autónomos; subidas
en futuros contratos de al menos el IPC en lugar de los anteriores
contratos a la baja; y que el trabajo de fin de semana y festivo se
regule para que se compense con mayores retribuciones y descansos en
días laborables.

A largo plazo además aspiran a que sea
Movistar directamente el que contrate, para acabar con la explotación
que suponen las subcontrataciones en bucle. Esta última demanda es
importante ya que los trabajadores subcontratados técnicos, y los de
otros departamentos como de atención al cliente, se enfrentan a
condiciones de trabajo especialmente precarias, y a salarios muy
bajos que no les permite salir en muchos casos de la pobreza.
Mientras tanto, Telefónica, empresa matriz de Movistar, se sitúa
como la empresa de telecomunicaciones más importante de Europa y
quinta en el mundo, y presume de estar en constante crecimiento. Y
estas situaciones no se dan solamente en Movistar, sino que se
reproducen en todas las empresas del sector, por lo que una victoria
de los trabajadores de Movistar, tendría una gran repercusión y
daría confianza a otros trabajadores de este sector, y también de
otras empresas que utilizan la subcontratación para abaratar costes
y aumentar el margen de beneficios a costa de los trabajadores.

Situaciones como la subcontratación y
la precariedad laboral dividen a las plantillas, haciendo que muchas
veces las trabajadoras y trabajadores nos sintamos aislados y sin
motivación para luchar por unas condiciones de trabajo que de todas
formas – en muchos casos – terminarán en pocas semanas o meses.
Esto ha tenido también repercusión en esta huelga, con un
seguimiento desigual y que no se ha dado en todas la provincias del
estado debido a las diferentes empresas prestando servicios en
diferentes zonas geográficas. Sin embargo, los técnicos de Movistar
están recibiendo la solidaridad de otros trabajadores de Telefónica
que podrían realizar paros en solidaridad, de colectivos sociales y
también de partidos de izquierda. Fue por ejemplo, muy significativa
la solidaridad que recibieron de figuras como Ada Colau a raíz de su
ocupación en el Mobile World Congress y el intento de reprimirlos.
Está claro que ha sido la lucha incansable durante ya dos meses la
que podrá dar una victoria a los trabajadores de Movistar, y estos
piden, generosamente, que se sumen ahora todos los trabajadores que
puedan a la huelga, para conseguir buenas condiciones para todo el
estado español.

En la raíz de la explotación que
sufren estos trabajadores podemos encontrar la privatización de
Telefónica, que no ha servido, junto con la entrada de otros
operadores, para mejorar la competencia y los servicios como
vaticinaba la propaganda neoliberal, sino para beneficiar a una élite
con buenas conexiones además con el poder político. La famosa
«puerta giratoria» está, por lo tanto, bien engrasada en
Telefónica, que ha fichado a figuras de la corrupción política
como Iñaki Undargarín y Eduardo Zaplana. Actualmente, en el Consejo
de Administración de Telefónica se sientan Rodrigo Rato, y el
marido de la vicepresidenta del gobierno Sáenz de Santamaría.

Para eliminar este pozo de corrupción
y de privilegios para la clase dirigente, es necesario que las
empresas de telecomunicaciones, así como la de otros sectores clave
de la economía como banca, energía y transporte, sean tomadas en
manos públicas. Pero esto no para que decidan sobre ellas burócratas
del estado sino para que su gestión se realice de forma democrática
y transparante por asambleas de trabajadores y representantes del
resto de la sociedad. De esta forma estas empresas se pondrían al
servicio de la sociedad, en lugar de exprimirla para su beneficio, y
se podrían conseguir salarios y condiciones de trabajos dignas para
sus plantillas, el fin de la subcontratación y precariedad en estos,
y de lacras como la pobreza energética.

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