John Hird, Socialismo Revolucionario Gasteiz

Català

España es miembro de la UE desde 1 de enero de 1986 y de la
moneda Euro desde el 1 de enero de 1999.

La incorporación a la UE de los países del sur de Europa
como España, Grecia y Portugal fue un intento de crear nuevos mercados para los
grandes poderes capitalistas europeos como Alemania y Francia. Este proceso se
ha repetido con la entrada de los países del este en los últimos años.

Es verdad que la idea o sueño de una Europa ‘sin
fronteras’ ha sido bienvenida en muchos países. Al mismo tiempo, el libre
movimiento de personas en el espacio Schengen, ha servido durante
mucho tiempo como una ‘válvula de seguridad’ en países con altos niveles de
desempleo como España. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, 2,18
millones de españoles estaban trabajando fuera del Estado Español en 2015.


Miles de jóvenes de países como Rumania,
Bulgaria, Grecia… han buscado trabajo y una vida nueva fuera de su país de origen.
Esto ha sido aprovechado por los partidos de la ultra derecha en la vieja
Europa, que han explotado la incertidumbre durante la crisis e incrementado el racismo
y un sentimiento anti-inmigrante. En Gran Bretaña el gobierno conservador ha
cedido a un referéndum sobre este tema con una pregunta: ‘¿QUEDARSE o SALIR?’

El estado de animo anti-UE en muchos
países es un reflejo de la crisis económica y política en Europa después de
nueve años de austeridad o, mejor dicho, de ‘pobreza planificada’ coordinada
por la UE. 

Todo esto ha creado una conciencia
confusa sobre el tema en gran parte de la clase trabajadora europea y la izquierda
necesita aclarar su comprensión y programa sobre el tema. En realidad la UE
siempre ha sido un club de los grandes poderes capitalistas en Europa. Desde el
reformismo se ha hablado de ‘El sueño de un Europa unida’ y como la institución
garantiza y protege los derechos de los trabajadores. Pero, ¿cuál es la
realidad? Los trabajadores españoles tienen las jornadas más largas de Europa. En
2012 la troika -formada por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo
(BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) pidió una jornada de SEIS días
en Grecia.

La experiencia de Grecia durante los
últimos años ha enseñado a la clase obrera la verdadera naturaleza de la UE.
Miseria sobre miseria en Grecia, amenazas a Irlanda y Portugal y recortes sin
fin en el Estado Español.

En mayo, la UE anunció que el nuevo gobierno
salido del 26-J tendrá que subir impuestos o reducir el gasto en más de 10.000
millones de euros. En realidad la UE esta amenazando a un posible gobierno de
izquierda para que no tome el camino de Grecia y no se resista a los recortes y
la austeridad.   

La UE es un proyecto antidemocrático
de neoliberalismo a escala continental. Un futuro gobierno de izquierda
entraría rápidamente en conflicto con la UE. Entonces es importante que tengamos
claro que la cuestión que se planteará será ‘¿REFORMA o RUPTURA?’

En 2015 escribimos: “El caso de Grecia
es sin duda el más significativo: la enorme determinación del pueblo griego fue
amargamente traicionada por el gobierno de Tsipras, no por falta de voluntad en
su lucha contra la austeridad, sino por la falta de una perspectiva clara de
ruptura que le llevo a capitular ante la antiguamente denominada Troika. Ante
la pregunta de “¿reformismo o ruptura?” la gran mayoría de líderes de la
izquierda responde honestamente RUPTURA. Pero esta cuestión, no es algo
abstracto, que se pueda simplemente responder teóricamente, sino que requiere una
concreción y vemos que a la hora de la verdad, a la hora de actuar, la falta de
fe en un sistema alternativo (socialista por necesidad) les lleva a optar por
el camino del REFORMISMO, aceptando una posición de mal menor y posponiendo los
cambios importantes para un futuro indeterminado.”

Es positivo que Alberto Garzón y otros
líderes de izquierda estén debatiendo sobre la posibilidad de salir del euro y la
UE. Es importante que la izquierda aprenda las lecciones de Grecia. No hay
posibilidad de ‘convencer’ a la UE de que no deberían imponer más austeridad.
La clase obrera francesa nos ha enseñado que la mejor manera de proteger los
derechos y condiciones es con su propia fuerza y organización.  

Si al alguien le queda alguna duda
sobre el programa neo-liberal de
la UE, la institución tiene la intención de firmar en
breve dos acuerdos comerciales de gran alcance: uno con Canadá (CETA o AIEC = Acuerdo Integral de
Economía y Comercio) y otro con EEUU (TTIP o ATCI = Asociación Transatlántica para el Comercio y la
Inversión).

En realidad el TTIP es un intento de institucionalizar el
neoliberalismo en Europa y en cierto sentido de ilegalizar medidas como la nacionalización.
Podríamos decir que con el TTIP los Estados Unidos y la UE quieren liberar a las
multinacionales de cualquier control democrático y prohibir a todos los efectos
el socialismo.     

Este es el plan de la UE y el capitalismo y no podemos
tenerlo mas claro. Sin embargo, como está pasando en Bélgica y Francia actualmente,
la clase obrera es capaz de poner obstáculos en el camino del neoliberalismo y
sus instituciones como la UE. Con un programa claro nuestra clase es capaz de
romper con la austeridad, los recortes sin fin y las divisiones causadas por la
desigualdad.

¡NO A LA UE NEOLIBERAL Y CAPITALISTA!

¡POR LA UNIDAD DE LA CLASE OBRERA EUROPEA Y EL SOCIALISMO!

Algunos puntos sobre TTIP

Solo las corporaciones serán invitadas a participar
en la redacción de nuevas leyes.
La llamada “cooperación regulatoria” permitirá que
representantes de grandes compañías y burócratas de ambos lados del Atlántico
influencien en los borradores de ley a los grupos de expertos antes incluso de
que estos sean debatidos en los parlamentos electos.

Un documental de la Sexta reveló que en el 92% de las
reuniones que la Comisión Europea ha mantenido en la fase preparatoria del
TTIP, sólo han sido escuchados los representantes de las empresas y que todas
las reuniones son secretas.

Los inversores podrán demandar a los estados.

El ICS (Investment Court System) – dará a los
inversores extranjeros (es decir, a las empresas canadienses y estadounidenses)
el derecho a demandar a estados europeos si creen que leyes o medidas de la UE
o de cualquiera de los estados miembros perjudican a sus inversiones y disminuyen
sus beneficios esperados.

Los estándares de calidad alimentaria y de protección
del consumidor pueden verse debilitados.

Los derechos y empleos de los trabajadores correrán
peligro.

Los Estados Unidos se niegan a reconocer derechos
básicos de los trabajadores.

CETA y TTIP aumentarán aún más las desigualdades.

Los ya privilegiados se beneficiarán más de la CETA y
el TTIP. Las grandes empresas obtendrán aún más ventajas con respecto a las
pequeñas y medianas empresas.

La liberalización y la privatización se convertirán
en caminos de un solo sentido.
El CETA y el TTIP harán aún más complicado y
posiblemente incluso imposible el renacionalizar instituciones antiguamente públicas,
como hospitales o recogida de basuras una vez que hayan sido privatizadas.

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