Lilly Revert, SR Motril, 09/11/2012

Las mujeres han
sido desde el principio de los tiempos lo que Marx (en algunos de sus trabajos)
denominaba el ejército de reserva del capitalismo.

En general no se ha
considerado así a las mujeres, ni por parte de los académicos revolucionarios,
ni tampoco dentro de los movimientos feministas. Pero si una se pone a
pensar un poco y a escuchar a todos los que nos aleccionan sobre el momento
actual de crisis y paro, veremos que es así como nos han considerado todos los
dirigentes, desde las sociedades patriarcales hasta las actuales (supuestamente
evolucionadas).

Pero, ¿qué son los
parados, sino la fuerza del trabajo, siempre dispuestos a producir «por un
poco menos», de lo que se les paga a los trabajadores fijos, eventuales o
«capacitados»? ¿Qué hemos sido las mujeres sino ese colectivo sobre
el que recae la mayor parte del trabajo doméstico no remunerado (cuidado
de hijos, enfermos y ancianos, etc,); cuyas actividades remuneradas se
consideran solamente como complementarias de las del marido, por lo tanto, más
precarias y peor pagadas; y que entran más decididamente en el mundo del
trabajo cuando el «macho se va a la guerra»? 

Mirar la historia
es comprobar esta triste realidad que aún hoy sigue vigente en muchos países y
en muchos segmentos de la población de este país. Por tanto, es hacia ese
rincón hacia donde se nos quiere llevar de nuevo con las medidas del gobierno
del Estado español y con las indicaciones que este gobierno recibe de las
patronales europeas, agrupadas en sus corporaciones industriales. 

Por otro lado, si
observamos con un poco de sentido común la realidad, vemos que la vida de cada
persona depende, no tanto de sus acciones individuales, como de sus acciones en
relación con el mundo en el que vive y con el resto de humanos con quienes se
relaciona.

El título de este
artículo da lugar a algunas preguntas: mientras hay 6 millones de parados, ¿es
posible convivir en paz? ¿Cabe la conciliación familiar cuando uno o dos
miembros, o todos incluso, de muchas familias, no obtienen los recursos básicos
de subsistencia? ¿Es posible que se den relaciones de respeto e igualdad de
sexos en esta situación? La repuesta a las preguntas es: ROTUNDAMENTE, NO.

En los últimos
siglos, cuando las clases explotadas tomaron conciencia de las causas de la
explotación, aparecieron movimientos que han pretendido conseguir el pleno
empleo y, a la vez, que el trabajo de las mujeres sea visible. Pero, desde
hace unos años, se inicia la vuelta atrás en las dos direcciones. Aumenta el
paro en hombres y mujeres y aumenta la desigualdad en los empleos. Además,
desaparecen más empleos seguros y mejor pagados, en comparación con empleos
peor remunerados y considerados.

Llegados a este
punto podemos ver que en cada casa, la mujer vuelve a ser el sustento de hijos
e hijas en paro, sigue llevando el peso de las labores del hogar y el cuidado
de los mayores, que la llevan a una tercera o cuarta jornada, si tiene algún
empleo. La situación se ve además agravada con los recortes realizados en
servicios públicos como educación, sanidad y dependencia. Estos no hacen más
que cargar más labores, que debería cumplir el estado en los hombros de las
familias, sobre todo de las mujeres, con ejemplos que van desde el cuidado de
los dependientes hasta la preparación de comidas para que los niños lleven al
colegio, lo que dificulta aún más el acceso de las mujeres a un trabajo, y
empeora aún más las condiciones de trabajo que estarán dispuestas a aceptar.

Con todo esto,
¿cuál es el objetivo del sistema capitalista que dirige nuestras sociedades?

En el capitalismo,
la riqueza que creamos entre todos los que trabajamos, solo nos llega a los
trabajadores a través del salario con el que nos «pagan» una parte de
las mercancías que producimos. Por tanto, la plusvalía del capitalista aumenta cuanto
más desciende el salario y por eso buscan permanentemente que los salarios
desciendan. Y la mejor de todas estas fórmulas es dejar fuera de la producción
a un número muy alto de trabajadores y trabajadoras. A ese paro forzoso es al
que llamamos EJÉRCITO DE RESERVA DEL CAPITALISMO.

La desigualdad en
el acceso al trabajo y las peores condiciones para las mujeres son dos palancas
que mantienen a las sociedades crispadas y que facilitan la explotación por
parte de los capitalistas.

Por tanto, solo nos
queda unir la lucha por la liberación de las mujeres a la lucha por el
Socialismo igualitario. 

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