¿Es
Andalucia un ejemplo?

¿Coalicionismo
o independencia de clase? ¿Austeridad light o políticas
socialistas?

25/10/2013, Socialismo
Revolucionario. Publicado originalmente en el número de «La Brecha» de octubre

En
el último consejo político federal de Izquierda Unida, Cayo Lara
hizo un especial hincapié en la cuestión del gobierno. Con toda la
razón del mundo, explicó como era imposible exigir – como
correctamente viene haciendo IU – la dimisión del gobierno del PP,
si no se plantea una alternativa de gobierno viable y contundente:
«Tenemos que ser conscientes de que si pedimos que la derecha,
el Gobierno, se vaya, hay que trabajar por una alternativa en serio.
¿Estamos dispuestos a ello?», llegó a decir. Con esta
afirmación y otras parecidas, se abre una discusión muy bienvenida
y necesaria: ¿cuál es la alternativa de gobierno que plantea la
izquierda, principalmente IU? En este debate, los marxistas
revolucionarios tienen mucho que decir.

La
izquierda como fuerza política propia de las luchas obreras y
sociales


Hasta
ahora, el principal reflejo político de la crisis ha sido dual: por
un lado, un hundimiento del apoyo popular al bipartidismo, este pilar
tan valorado del sistema post-transición. Por otro lado, vemos un
crecimiento (por ahora, principalmente electoral) de la izquierda
alternativa, es decir las organizaciones que se colocan como
referentes políticos de las luchas obreras y sociales y que
abanderan sus reivindicaciones más importantes.

Este
crecimiento de la izquierda – principalmente de IU, pero también de
otros fenómenos que corresponden a realidades nacionales y
regionales como la CUP catalana, la Bildu vasca y la AGE gallega – es
un proceso potencialmente muy esperanzador para todos los que
luchamos para que estas luchas consigan llevar a cabo un cambio de
sociedad. Pero como todos los procesos vivos, también pueden acabar
decepcionando. Un elemento determinante de cómo va a acabar todo
esto, es el enfoque, actitud y posicionamiento que adoptemos ante la
cuestión del gobierno.

Un
programa para gobernar

El
crecimiento de IU refleja que en las actuales luchas obreras y
sociales, muchos se están orientando a IU como herramienta política
de dichas luchas. La cuestión es cómo llegar a ser la herramienta
necesaria. Desde nuestro punto de vista, la herramienta que realmente
necesita el movimiento obrero y los movimientos sociales es una
fuerza de masas con fuerte implantación en sus luchas, que lleve a
ellas un programa político capaz de sacarnos de esta pesadilla de
crisis capitalista y que lo popularice en su seno. Pero un programa,
por muy bonito que sea, no vale para nada si no puede ser
implementado. La izquierda alternativa no propone su programa para
que el gobierno del PP lo implemente – esto seria puro utopismo. Para
llevar a cabo un programa al fin y al cabo, uno tiene que estar
gobernando.

Y
por cierto, el crecimiento de la izquierda alternativa coloca la
cuestión de una lucha por el gobierno sobre la mesa. Según algunas
encuestas recientes, IU supera el 15% de intención de voto. En
encuestas que preguntan por «intención directa» de voto,
IU muchas veces supera al PSOE. Cuando la izquierda se acerca en
términos de apoyo al bipartidismo – que se distingue por su
monopolio de gobierno – se le abre la posibilidad de superarlo, lo
que solo se puede hacer disputándole su monopolio de gobierno. Más
concretamente, si IU quiere dar el ‘sorpasso’ definitivo al PSOE,
sólo lo podrá hacer si convence a la gente de que tiene un plan
para instalar un gobierno que represente a sus intereses que es
DIFERENTE y MEJOR que el plan de gobierno que tiene el PSOE. La
izquierda, como fuerza política propia de la clase trabajadora en
lucha, se tiene que colocar en el «arco de la gobernabilidad»,
presentando la perspectiva de un gobierno de los trabajadores sobre
la mesa. Hasta aquí parecemos estar en sintonía perfecta con las
palabras de Cayo Lara.

¿Es
Andalucía un ejemplo?

Pero
a la hora de concretar más, se abren grandes contradicciones. Muchas
veces en las últimas semanas, este discurso de destacados líderes
de IU sobre la gobernabilidad, ha ido seguido por la citación del
actual gobierno andaluz como ejemplo en este sentido, de que IU puede
ser también «partido de gobierno». Aquí se refiere por
supuesto a la coalición en la que IU, en minoría, comparte el
gobierno de la comunidad con el PSOE.

Para
SR, esto es más bien un ejemplo de lo que no hay que hacer. Dicho
enfoque sobre la cuestión de gobierno se aleja de la lucha como
herramienta para acabar con la austeridad y no satisface las
reivindicaciones de los movimientos que IU pretende representar.
Sostenemos que la perspectiva de repetir la experiencia andaluza a
nivel estatal en una coalición PSOE-IU es una posición que se tiene
que combatir en el seno de IU y del movimiento obrero, ya que la
consideramos desastrosa para IU, y los movimientos que pretende
representar.

En
primer lugar, como explicamos anteriormente, la política de gobierno
de IU tiene que tener como base fundamental el programa que luchamos
por implementar. En el programa actual de IU se destacan: una
oposición frontal a los recortes, un rechazo a los dictados de la
troika y al pago de la deuda ilegítima, una oposición a la
monarquía parásita y una defensa del derecho a decidir de los
pueblos. Aún si sostenemos que este programa tiene que ir mas allá,
y que estas medidas parciales tienen que ser complementadas por
políticas de transformación económica y social -principalmente la
nacionalización bajo control democrático de los bancos y pilares de
la economía-, lo reconocemos como un programa capaz de aglutinar a
los trabajadores, parados y jóvenes en
lucha
contra la austeridad y abrir un debate sobre cómo acabar
definitivamente con los recortes y el poder de la troika.

Pero
en Andalucía, estamos viendo una expresión que no se corresponde
con este enfoque, que no ve a este programa como fundamental en la
política de gobierno de IU. Es más bien un enfoque que ve en este
programa una mera oferta electoral para ganar votos y luego entrar en
un gobierno para implementar medidas contrapuestas. Hemos asistido al
escandaloso escenario de una IU fortalecida tras una campaña
electoral que se destacó por su discurso anti-recortes, entrando en
una coalición que pocos días después anunció el mayor paquete de
recortes de la historia de la comunidad.

La
«justificación» política de esta actuación se basa en
dos ramas fundamentales: el “malmenorismo”, y el argumento de
recortes «por obligación legal». Ambos argumentos son más
que dudosos pero habrá que enfrentarse a ellos en el importante
debate que se avecina sobre la política de gobierno a nivel estatal.

Intentaremos
tratar los principales argumentos a favor del coalicionismo:

«Hay
que entrar en un gobierno con el PSOE para bloquear el paso al PP.”

En
primer lugar, este argumento arranca de una visión fatalista que ve
inevitable unos resultados electorales que dan al bipartidismo
capitalista el protagonismo, una perspectiva que tenemos una
oportunidad de oro de imposibilitar consiguiendo acelerar nuestro
crecimiento alrededor de un proyecto creíble de gobierno. Además,
es una afirmación que simplemente no es cierta. En el debate sobre
la política de gobierno de IU en Andalucía tras las elecciones, se
defendieron varias opciones opuestas a la entrada en la coalición
con el PSOE, pero que en ningún caso suponían dejar gobernar al PP.
Desde SR, defendimos entonces una política de apoyo a la investidura
del PSOE, precisamente para cerrar el paso al PP, pero para después
pasar a la oposición dejando claro que IU no comparte la política
de recortes defendida por el PSOE, poniéndose al lado de los que
luchan en su puesto de trabajo o en la calle contra ella. Entrar en
el gobierno, es asumir responsabilidad directa de las políticas que
el gobierno implementa, es votar a favor de ellas y defenderlas.
Cuando se trata de una política de recortes sin precedentes, ésta
sí que tiene que ser una cierta línea roja para la izquierda
consecuente. El rechazo a todos los recortes anti-obreros tiene que
ser una piedra angular de la política y de la actuación de IU y del
movimiento obrero en el periodo actual.

«No
nos queda otra opción ya que los recortes son por obligación legal»


Es
verdad que un elemento del gran giro neo-liberal internacional de las
últimas décadas ha sido la casi ilegalización de cualquier
política económica que no sea de derechas, incluyendo los dictados
de la Unión Europea. Pero sería abominable imaginar que el
movimiento obrero se retirase de su tarea de defender los intereses
de los trabajadores porque lo impide la legalidad capitalista.

Además,
un gobierno autonómico realmente dispuesto a plantar cara a la
austeridad del gobierno central estaría en una muy buena posición
para hacerlo, dado los muchos instrumentos políticos y económicos
que tiene.

Revindicamos
el ejemplo de Liverpool, el ayuntamiento británico que desafío a
Thatcher entre 1983 y 1987 rechazando los recortes y exigiendo
recursos para financiar las necesidades de su población trabajadora.
A través de la insumisión, y la movilización de la clase obrera de
la ciudad en tres huelgas generales, consiguió no solo anular los
recortes, sino ganar decenas de millones de fondos más de la dama de
hierro (en una lucha liderada por «Militant», los marxistas
del CIT en esta época). Un gobierno que goza de las competencias del
andaluz podría hacer frente al gobierno central, negándose a
aplicar recortes y movilizando a la clase obrera, lo que sería una
fuerte inspiración al nivel estatal.

¿Un
ensayo para todo el estado?


La
actuación de IU en Andalucía ya ha hecho un cierto daño a la
autoridad y credibilidad de IU como fuerza política de la lucha
contra los recortes en algunos ámbitos. Pero un gobierno autonómico
es una cosa, y el gobierno del estado otra. El impacto de una
política parecida a nivel estatal supondría un fracaso definitivo.
El PSOE, como fuerza política, está comprometido con la austeridad,
y no disputa el poder de la troika en su dictado de políticas
económicas a los gobiernos de Europa. Bajo las condiciones actuales
de crisis capitalista profunda, la idea de un gobierno liderado por
el PSOE que rompe con la austeridad, que anule los recortes del PP y
deje de atacar a los trabajadores, es un sueño utópico.

Bajo
las condiciones actuales, un pacto de gobierno con el PSOE a la
andaluza significa un «memorando de entendimiento» con la
troika, y dar apoyo a políticas de ataque frontal a los
trabajadores. Mejor dicho, significaría una política que
enfrentaría IU al movimiento obrero en lucha. Los que queremos
preservar a IU como referente político de la lucha obrera tenemos
que luchar enérgicamente contra una perspectiva así, ya que se
trata de una cuestión crucial. Basándonos en el ejemplo de «IU
por la base» en Andalucía, que consiguió agrupar a más de
noventa asambleas de base contra la entrada de IU en el gobierno de
la Junta, apelamos a la construcción de una izquierda estatal dentro
de IU que agrupe a todos aquellos que se oponen a esta orientación
coalicionista y que defienden una política de independencia de
clase.

En
Italia, hemos asistido al hundimiento del Partido de la Refundación
Comunista (PRC) tras su apoyo a los gobiernos de Prodi. La pérdida
de un referente político de masas como puede ser IU, sería un gran
paso atrás para el movimiento obrero, y levantaría el peligro de
fragmentación y marginalización política de la izquierda
alternativa, e incluso abriría potencialmente la puerta a la entrada
a fuerzas políticas de extrema derecha que pueden capitalizar a su
favor la radicalización social en ausencia de una izquierda fuerte.

Para
sobrevivir, un gobierno de izquierdas necesita acabar con el
capitalismo


La
crisis sirve para aclarar las contradicciones de clase en la
sociedad. En épocas de crisis, se reduce el terreno intermedio, y la
lucha de clases es «o ellos o nosotros». Así también se
tiene que plantear la cuestión del gobierno. Al fin y al cabo, o el
gobierno será nuestro, o será suyo.

Un
gobierno suyo, sea liderado por el PSOE o el PP o cualquier otro,
será un gobierno de austeridad y de obediencia a la troika. Un
gobierno nuestro -de los trabajadores- será todo lo contrario: se
caracterizará por dar la vuelta a toda la política de austeridad y
recortes y reorientar la política económica hacia el servicio de
los intereses de la sociedad. Anularía los recortes y tomaría el
control de la riqueza para crear empleo y recuperar los niveles de
vida. Se negaría a pagar la deuda odiosa de los banqueros y
especuladores y echaría a la troika. Un gobierno de este tipo sólo
es posible si nos basamos en nuestras propias fuerzas: las del
movimiento obrero y las fuerzas políticas de clase.

El
sistema capitalista -por mucho que nos hablen de «brotes
verdes»- nos ofrece una perspectiva pésima, de largos años de
desempleo masivo, empleos precarios y sufrimiento. Es ésta la única
perspectiva que tiene el capitalismo en crisis, y los partidos de
gobierno que defienden el sistema capitalista son los encargados de
administrar esta miseria. Así que sacarnos de esta situación supone
desafiar este sistema a fondo. La tarea de preparar un gobierno
alternativo a los gobiernos de austeridad
es una tarea que supone preparar una alternativa al sistema
capitalista.

Un
gobierno de izquierdas, lejos de poder confinarse a implementar una
política «keynesiana» de medidas parciales que son muy
necesarias pero no desafían el capitalismo como sistema -como la
subida de impuestos a los ricos-, tendría que ir mas allá.
Cualquier gobierno que intenta plantar cara al Ibex35, a la UE y la
Troika se enfrentará con una respuesta hostil por parte del sistema
capitalista español e internacional. Por ejemplo, el rechazo a pagar
la deuda ilegítima, un prerrequisito básico para poder destinar
recursos a donde hace falta, no seria «tolerado» por el
capitalismo en ningún caso. Ni la grabación de fuertes impuestos en
las grandes fortunas. En respuesta a estas políticas progresistas,
los capitalistas utilizarían sus arma más poderosa, su poder
económico.

Nos
enfrentaríamos a una «huelga de capitales», al cierre de
empresas y a una fuga de capitales, como siempre nos dicen. Ante un
escenario así, un gobierno de izquierdas, o capitularía o tendría
que ir más allá, nacionalizando, bajo control obrero, la banca, las
grandes empresas y todas aquellas que despidan a trabajadores en masa
e introduciendo controles en el movimiento de capitales para evitar
su fuga. Estas nacionalizaciones, integradas en un plan económico
democráticamente elaborado por los trabajadores a través de órganos
de democracia obrera sentarían la base para construir una sociedad
socialista. El socialismo -la propiedad, control, y planificación
democrática de la economía- permitiría la apertura de una nueva
etapa en la historia, en la cual el esfuerzo humano y sus frutos se
dedicarían exclusivamente al desarrollo de la sociedad y sus
condiciones de existencia.

Basándonos
en nuestras propias fuerzas, con un frente único de IU con el resto
de la izquierda alternativa -incluyendo a la izquierda nacionalista-
y los movimientos sociales alrededor de un programa claro de mínimos
-rechazo a todos los recortes, al pago de la deuda, programa masivo
de inversión publica, nacionalización de la banca y las grandes
empresas y derecho de autodeterminación-, estaríamos en disposición
de luchar electoralmente por un gobierno de izquierdas, abriendo paso
a una transformación socialista de la sociedad, en la cual la clase
trabajadora organizada y consciente sería
la protagonista principal. 

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