¡No a las grandes
coaliciones del régimen del 78! ¡
Por una alternativa
de los trabajadores!

22/03/2016, Socialismo Revolucionario

La crisis económica ha puesto de manifiesto el profundo
descontento de la mayoría de la población hacia las instituciones y los
representantes políticos. Al mismo tiempo, ha aumentado el interés por la
participación en la política y en la defensa de causas concretas, sobretodo en
las calles. Las dificultades económicas, que se han profundizado mediante la
política de recortes y austeridad implementada tanto por el PSOE como el PP,
revitalizaron las protestas y la búsqueda de una alternativa. El resultado de
las elecciones del 20D refleja este cambio social y ha dado el tan esperado
golpe al sistema bipartidista.

Se ha abierto un periodo de inestabilidad política y de
crisis de gobernabilidad. Sin grandes mayorías ya, los diferentes partidos dan
un espectáculo cansino de pactos e investiduras fallidas. Después de la
renuncia de Rajoy a la investidura, Pedro Sánchez anunció un acuerdo
pro-austeridad vergonzoso con Ciudadanos, que implica la continuidad de los
recortes y las políticas aplicadas durante los últimos años. Finalmente, no se
ha obtenido la mayoría suficiente para investir al secretario general del PSOE
presidente, pero el acuerdo sigue en pie y busca la suma de apoyos.

La oferta de la dirección de Podemos al PSOE por un
«gobierno de cambio» ha sido arriesgada. En primer lugar, en ningún
momento se respondió a la pregunta sobre como se actuaría ante una negativa de
la Comisión Europea a alargar los plazos de recorte del déficit. Sabemos que,
como ha sucedido en Grecia, las élites europeas harán todo lo posible por
aplastar cualquier tentativa de mejora social que no se ajuste a sus reglas
presupuestarias y a su fórmula de recortes. En segundo lugar, hemos de tener en
cuenta que el PSOE ha sido el primer partido en aplicar la política de recortes
y la reforma laboral del 2010. En toda Europa, la socialdemocracia ha abandonado
su antiguo programa y se posiciona sin ambages en el bando pro-capitalista. A
partir de ahora, a la dirección de Podemos le será mucho más difícil justificar
una negativa a entrar en una coalición con el PSOE en el futuro y haría mejor
en llamar a la movilización social como verdadera garantía de cambio.

Al mismo tiempo, la perspectiva de nuevas elecciones en
junio se hace cada vez más probable. Ante el atasco por falta de gobierno, la
presión política se consolida desde el exterior. La Comisión Europea insiste en
que una solución diferente a las variantes de la gran coalición podría «desacelerar la agenda de
reformas”. Pero, la inestabilidad política y la incapacidad de formar gobierno
es producto del fracaso de sus partidos y de su decisión política de hacer
soportar el peso de la crisis por los de abajo.

Curiosamente, el último sondeo del CIS señala que la primera
preocupación de la gente es el paro 78%, la segunda la corrupción 47,5% y muy
por debajo la preocupación ante la ausencia de gobierno, de un 1,4%. Facilitar
la tarea de formación de un nuevo gobierno de austeridad no es nuestra
responsabilidad, ni de las organizaciones de izquierda, ni de los trabajadores
y jóvenes. Debemos denunciar toda amenaza de ingobernabilidad de la parte de
los partidos y la clase dominante, ya sea utilizada en una campaña hacia nuevas
elecciones o para forzar la formación de una gran coalición.

Desde Socialismo Revolucionario damos un no rotundo al pacto
entre PSOE y Ciudadanos porque su contenido es humillante para la clase
trabajadora. Este consiste en una batería de medidas pro-empresariales y deja
intactas las reformas más reaccionarias del PP, simplemente añadiendo algunos
retoques y compromisos vacíos. El acuerdo se compromete de forma inequívoca con
el Plan de Estabilidad y Crecimiento de la UE, lo que significa reducir el
déficit por debajo del 3% para el 2017. En el 2015, el déficit en el estado
español fue uno de los más elevados de toda la Unión Europea, fue del 4,8%, y
su reducción significa un ajuste de 20.000 millones de euros. En el acuerdo se
dice que los derechos sociales deben ser blindados por la Constitución, pero la
nueva modificación del artículo 135, sólo se compromete a «determinar el
alcance» del significado de la «estabilidad social del Estado»,
sin entrar en más detalles, lo que no blinda estos derechos en absoluto.

En materia laboral no deroga ni la reforma del PP ni la del
PSOE, se sigue fomentando la contratación temporal y la subida del Salario
Mínimo Interprofesional es de un mísero 1%. Uno de los cambios más
significativos es el restablecimiento del acceso a la atención sanitaria
pública a todas las personas con residencia en el país, sin embargo, se abre la
puerta a la privatización de los servicios sanitarios. Las medidas contra la pobreza
energética y los desahucios son insuficientes y vagas. Se propone un plan de
choque de 7.000 millones de euros sin una estimación clara de las implicaciones
del programa. No deroga la Ley Mordaza, ni la LOMCE, ni la reforma de la ley
del aborto. Sobre la cuestión nacional, niega rotundamente la convocatoria de
un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier
territorio.

Esto muestra una vez más que el interés de estos partidos no
es resolver la urgencia social y los enormes problemas de precariado, trabajo
digno, paro, vivienda, sanidad, educación, derechos democráticos de los
pueblos, etc. La prioridad absoluta que estas cuestiones necesitan pasa por
encima de las reglas presupuestarias. Limitarse a aceptar las reglas del sistema
capitalista solo conduce a más de la misma receta austericida y no puede
ofrecer ninguna salida a las demandas de autodeterminación de territorios como
Catalunya. Una verdadera solución implica romper con el eje central del régimen
del 78, mediante medidas socialistas como el rechazo al pago de la deuda, la
desobediencia presupuestaria, la propiedad pública y democrática de la riqueza
y la recuperación de los pilares de la economía.

Todas las organizaciones de izquierda, incluyendo a Podemos
e IU, deben oponerse incondicionalmente a este acuerdo y posicionarse contra
toda las posibles variantes de una gran coalición. No podemos crear ilusiones
en un ningún tipo de cambio político real si este no va acompañado de una
relación de fuerzas suficiente desde la movilización social. Por eso, llamamos
a una movilización masiva capaz de ejercer la presión suficiente para forzar a
los partidos pro-austeridad a dar marcha atrás. En definitiva, ante el atasco
de formación de gobierno y la perspectiva de nuevas elecciones, es necesario
impulsar una candidatura única que aglutine a todas las fuerzas sociales contra
la austeridad, capaz de hacer avanzar el movimiento de los trabajadores con un
programa de ruptura capaz de llevar hasta el final sus reivindicaciones.

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