Carles Puigdemont, nuevo presidente de la Generalitat.
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menorcaaldia.com.

  Català



Continuación de las políticas antisociales y bloqueo del procés 


15/01/2016, Declaración de Socialismo Revolucionario

El acuerdo suscrito por
Junts pel Si y por la CUP
para la formación de un nuevo gobierno de la Generalitat supone una
nueva vuelta de tuerca al camino recorrido por el anterior gobierno de Artur
Mas que implica no salir de la situación de bloqueo a la que se ha llegado
durante lo que llevamos de procés. En cierta forma, para CDC supone una
insistencia en una táctica que ya se ha demostrado que sólo lleva a vías
muertas y retóricas declaraciones formales materialmente vacías seguidas de
recursos al constitucional. En más de tres años no se ha dado ni un solo paso
tangible ni hacia un proceso constituyente ni hacia la creación de ningún tipo
de estructura de estado, ni por supuesto se ha visto ningún tipo de avance en
materia social. Esto no es casual y responde básicamente, como hemos repetido
numerosas veces desde La Brecha,
a la falta de voluntad real por parte de CDC y de las clases a las cuales
representa de llevar el proceso hasta las últimas consecuencias y a la
manipulación del mismo en su propio beneficio. En un sentido más amplio
responde a las propias contradicciones de la burguesía y a su incapacidad para
resolver las tareas democráticas que el pueblo trabajador demanda.

Fuera del tema nacional,
el acuerdo que ha hecho a Puigdemont presidente, no supone ningún tipo de
cambio con respecto a las políticas económicas y sociales (antisociales)
llevadas a cabo por los anteriores gobiernos de Artur Mas.

En definitiva, vamos a seguir viviendo un teatral
tira y afloja entre los gobiernos de Madrid y Barcelona al mismo tiempo que se
siguen aplicando severos recortes en los niveles de vida de las clases
populares mientras el régimen busca como encaminar la “salida” de la crisis
mediante una reforma constitucional entre las élites.

La aceptación del acuerdo
por parte de la CUP significa de facto
su subordinación al actual liderazgo burgués que ha instrumentalizado un
proceso genuinamente popular. Pero sobre todo, dicha subordinación significa la
renuncia a luchar por la construcción de un liderazgo alternativo que dispute a
la derecha la hegemonía del proceso. Este nuevo liderazgo sólo puede ser
entendido manteniendo una política de clase independiente y eso es totalmente
incompatible con dar estabilidad parlamentaria a cualquier tipo de gobierno del
capital. Al mismo tiempo, dicho liderazgo sólo puede ser exitoso si está basado
en la clase trabajadora organizada, luchando conscientemente por un programa de
ruptura con el capitalismo que acabe con la situación de crisis y miseria
actual a través de la movilización sostenida y la desobediencia civil. De la
misma manera que el resto de demandas democráticas, el derecho de
autodeterminación y la plena soberanía solamente son posibles por esta vía.

Además, la construcción
de esa alternativa ha de llevarse a cabo desde un punto de vista totalmente
internacionalista, lo que implica no sólo la solidaridad sino el
establecimiento de relaciones orgánicas con las organizaciones de clase del
resto del estado.

En última instancia, la
decisión de la CUP
responde básicamente a la falta de dicha perspectiva. En cierto modo, es esa
misma falta de perspectiva la que llevó a Tsipras a capitular ante la Troika. Más allá de
una honesta retórica revolucionaria, es a la hora de darle contenido material
cuando una organización demuestra su política. Tanto en Grecia como en Cataluña
como en el resto de países azotados por la crisis hace falta la construcción de
una alternativa claramente revolucionaria que dibuje una salida de la crisis
basándose en un programa de ruptura con el capitalismo y que tenga claras
cuales son las medidas que ha que tomar.

A parte del error
político de subordinarse a la hegemonía burguesa del proceso, la total sumisión
extra a la que el acuerdo ha condenado a la CUP sólo se explica por las múltiples
contradicciones internas en las que se cementa la organización. Contradicciones
que ya estaban ahí pero que han ido apareciendo especialmente durante el
proceso de negociación con Junts pel Si. Dicho proceso ha supuesto un desgaste
muy grande para la CUP y de él sale claramente debilitada. Aún así sigue disponiendo
de una buena posición en el sentido de
que sigue teniendo en su mano la ruptura del acuerdo, la convocatoria de
elecciones y el acercamiento a las otras fuerzas de izquierdas para hacer
frente al liderazgo burgués.

La victoria de En Comú
Podem en Cataluña en las elecciones generales del pasado 20 de diciembre es el
mejor indicio del potencial que hubiera tenido y del impacto que tendría en unas
nuevas elecciones catalanas una única candidatura de izquierdas armada con un
programa realmente rupturista tanto en lo económico, como en lo social y
nacional.

En todo caso, la
legislatura se prevé intensa y corta y pronto habrá más oportunidades en el
plano electoral. Pero más allá de éste, hay que empezar a trabajar en la
construcción de un frente único desde la base dotado de una verdadera
perspectiva de transformación social par dar solución a las demandas del pueblo
trabajador catalán.

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