Por el
internacionalismo y la solidaridad


14/02/2014, Antero Reis. Socialismo Revolucionario

Català

¿Por qué Francia y por qué ahora?¿Cuál es el sentido de
un atentado como el de Charlie Hebdo
por unas viñetas sobre Mahoma publicadas hace tiempo, al fin y al cabo no
fueron las primeras viñetas aparecidas en medios europeos, justo cuando el
Frente Nacional de Marine Le Pen aparece como la fuerza política francesa con
mayores perspectivas electorales a pesar de (o por eso mismo) su discurso
xenófobo, antimusulmán y de repudio contra cualquier diferencia? No deberíamos
caer en teorías conspiratorias que insinuaran pactos secretos o en tejemanejes
de servicios secretos que buscasen incitar justo esa reacción xenófoba para
justificar una absurda «guerra de civilizaciones», una vuelta a las cruzadas
medievales: con frecuencia los radicalismos identitarios se retroalimentan y
buscan el enfrentamiento entre pueblos o razas, el nosotros y el ellos sin más
consideración.

Es cierto que las viñetas en cuestión pudieron reflejar
una manera de ver al otro de un modo ofensivo y desde una atalaya supremacista
–nosotros, los europeos laicos y cultos, democráticos y civilizatorios, nos
reímos de las creencias y valores ajenos en nombre de la libertad de expresión
y sin importarnos la ofensa a las personas-, pero también lo es que ni de lejos
eso justifica el criminal acto de asesinar a los dibujantes y trabajadores de
la revista en cuestión. Sobre todo porque los asesinados en París ni siquiera
son responsables del racismo, del neocolonialismo, de la agresión imperialista
o de las criminales guerras contra Irak, como no lo fueron las víctimas de las
bombas de Atocha, hace unos años, muchos de los cuales, sin duda, rechazarían e
incluso se manifestarían contra la guerra de Bush-Aznar-Blair.

Lo que sí busca al atentado de París en Enero –como el de
Atocha, como el de Londres poco después, como el de las Torres Gemelas, el
primero de esta naturaleza, el ataque a la población civil- es reforzar ese
discurso del nosotros y ellos, un enfrentamiento entre naciones, pueblos y
civilizaciones, una forma de entender el mundo como bloques en el que el otro
se convierte en enemigo porque pertenece a otro pueblo, tiene otra lengua u
otra religión. Nosotros, blancos y europeos, debemos rechazar a los árabes que,
nos dicen, odian nuestra manera de vivir y quieren imponernos su presencia y
aprovecharse de «nuestro» sistema, y a ellos, los árabes, les dicen otro tanto,
que deben rechazar a los blancos europeos porque levantamos fronteras, les
excluimos y nos burlamos de ellos.

Mientras, «nuestro dirigentes políticos», en connivencia
con las grandes multinacionales, les declaran la guerra, les bombardean con
argumentos que se saben inventados y no tienen problemas en pactar con algunos
de «sus» dirigentes políticos, muchos de ellos verdaderos sátrapas que veranean
en nuestras costas mientras los trabajadores de esos países trabajan de sol a
sol. Una vez más hemos de rechazar las guerras por imperialistas y criminales,
y hemos de incluir en este rechazo los actos terroristas indiscriminados,
también por criminales además de racistas. Hemos de recordar la posición del
movimiento obrero antes de la Primera Guerra Mundial: no a la guerra entre
pueblos porque los trabajadores de cualquier país no son nuestros enemigos,
sino que lo son los burgueses que los y nos explotan. Por desgracia muchas
organizaciones obreras de entonces olvidaron las consignas del
internacionalismo al igual que las olvidan hoy, olvidan que hemos de luchar por
su libertad y la nuestra.

Rechazamos el racismo y la xenofobia de muchos partidos
que alzan su voz hoy en Europa, como el Frente Nacional francés, del mismo modo
que  nos oponemos al fundamentalismo que
atenta de forma indiscriminada contra nuestros pueblos o persigue en sus países
a quienes no comparten sus valores identitarios. Frente a todos ellos, abogamos por el internacionalismo y el socialismo en todos
los países.

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