16/03/2020 Articulo de Lutte Socialiste, Alternativa Socialista Internacional en Belgica

– INVERSIÓN PÚBLICA MASIVA EN EL SISTEMA DE SALUD

– NACIONALIZACIÓN DE LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA

– POR UNA PLANIFICACIÓN DEMOCRÁTICA DE LA GESTIÓN DE LA CRISIS

Cientos de miles de infecciones, miles de muertes, confinamiento. Todas las contradicciones y debilidades del sistema se ven exacerbadas por la crisis del coronavirus. Los recortes presupuestarios en la salud y los servicios públicos han hecho más difícil las posibilidades de responder a la crisis. La globalización del proceso de producción tiene consecuencias económicas mundiales, lo mismo ocurre con el virus. Si dejamos el manejo de la crisis a la clase capitalista y a sus partidos, son los trabajadores los que pagarán el precio más alto.



Ya hemos visto esto con las medidas tardías tomadas contra la propagación del virus.

El gobierno chino ha intentado ocultar la crisis durante unas pocas semanas cruciales. No ha sido de otra forma en nuestro país: la gravedad del peligro fue cuestionada primeramente. La razón principal era económica: el mundo de la política defendía los intereses de las grandes empresas. Incluso allí donde el confinamiento es completo, como en Italia, el trabajo continúa cuando el virus obviamente no se detiene en las puertas de una fábrica. En China, las autoridades fueron mucho más rápidas en volver a poner en marcha la producción que en tomar medidas contra la propagación del virus. En un régimen capitalista los beneficios son lo primero, incluyendo cuando se trata de la salud pública.

Los años de recortes presupuestarios en el sector de la salud y en los servicios públicos, incluida la atención a los ancianos, dificultan la consecución de un plan eficaz que se centre en las necesidades de la población. Las Imágenes de caos en los servicios de emergencia en Italia hablan por sí mismas. La notable dedicación del personal de enfermería es testimonio de la solidaridad que caracteriza a la clase obrera. Las enfermeras trabajan literalmente hasta que caen de la fatiga mientras que el contacto diario con pacientes infectados tiene grandes riesgos: del 3 al 5% del personal sanitario en los hospitales del norte de Italia están infectados. Sin embargo, estos trabajadores de la salud se entregan para trabajar duro y hacer frente a la crisis. Nosotros lo vemos con cada desastre: la masa de la población y los trabajadores se supera a sí misma para ayudar a otros.

Qué contraste entre este compromiso y la solidaridad del personal y la codicia de las grandes empresas y de capitalistas, que no dudan en especular con el precio de los productos de protección (máscaras protectoras, gel hidroalcohólico, guantes). El valor bursátil de las acciones de Orapi, la empresa francesa líder del mercado europeo de productos de limpieza industrial, aumentó en un 30% durante la caída del mercado de valores. Las acciones de los principales supermercados como Wall Mart han quedado relativamente indemnes, ya que los especuladores asumen que la gente se va a precipitar. En lugar de desarrollar un plan eficaz de distribución de alimentos en

las regiones más afectadas, los beneficios especulativos se acumulan sobre la base del caos. Las compañías farmacéuticas están compitiendo para ser las primeras en desarrollar una vacuna y ganar el premio gordo. Serían más eficaces la colaboración y el intercambio de información, pero es contrario a la competitividad y a la ley del mercado.

La crisis del coronavirus revela el fracaso del capitalismo. Este sistema está enfermo: el

sistema de salud está en crisis, las compañías farmacéuticas están compitiendo, no hay un plan eficaz para hacer frente a la crisis. El Banco Nacional de Bélgica ha liberado una reserva de mil millones de euros para los bancos del país. Ellos están protegidos contra las pérdidas resultantes de la crisis del coronavirus. Los trabajadores y el sector de la salud en general no reciben esa atención. No se trata de la cuestión de invertir millones en la salud.  No se trata tampoco de la protección para aquellos que se quedan temporalmente sin empleo. El movimiento obrero debe organizarse para que esto cambie: imponer una planificación de la gestión democrática de la crisis, para que no sean los trabajadores los que sufran y paguen la cuenta de este sistema enfermo.

Este sistema capitalista incapaz de proteger nuestra salud debe ser derrocado urgentemente. Necesitamos un remedio eficaz contra este sistema enfermo. Es por eso que nosotros luchamos por una sociedad socialista en la cual los sectores claves se colocarán entre las manos de la colectividad para que una planificación racional y democrática de la economía  centrada en las necesidades de la mayoría de la población sea posible.

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