Sólo la refundación desde la base y
un giro a la izquierda contundente
pueden poner freno al colapso


17/02/2015, Socialismo Revolucionario

Català

La crisis por la que está pasando Izquierda
Unida parece cada vez más aguda. Al declive
electoral que vaticinan las encuestas se han
sumado una serie de batallas internas en casi
todos los territorios que por muy necesarias que
sean, a veces han sido también muy destructivas.
El último ejemplo más relevante es el madrileño,
donde hemos visto la marcha de la diputada y
candidata a la presidencia de la Comunidad de
Madrid, Tania Sánchez, y su entorno. 

Socialismo Revolucionario siempre ha sostenido que la llegada de la crisis actual
– y el nuevo periodo de gran conflictividad
y cambio social que ha traído – iba a
convulsionar el seno de las organizaciones
obreras tradicionales, tanto políticas como
sindicales. Después de un cambio de periodo
así, las direcciones burocráticas de las mismas
suelen intentar continuar como si nada hubiera
pasado. Así es como ha actuado la dirección
de IU, con la misma política de pactos con el
PSOE y rechazando a abrirse y refundar la
organización en base en los movimientos y
las luchas multitudinarias del último periodo
contra la austeridad. 

Para estos burócratas valen más sus
puestos en las instituciones que las necesidades
del movimiento para cambiar la sociedad. Una
prueba de ello es su rechazo a participar de
forma abierta en muchos de los procesos de
confluencia que se están llevando a cabo de
cara a las elecciones municipales. 

En cierta manera, el surgimiento de
Podemos y el declive de IU en las encuestas,
es el altísimo precio político de esa política
desastrosa. Podemos ha conseguido
presentarse como alternativa radical, para
romper con “lo de siempre”, lo cual para
mucha gente incluye a IU y la política de su
dirección que busca retocar el régimen de 78
en vez de desafiarlo de fondo. Esto ha servido
como catalizador de la crisis interna de IU,
por supuesto. 

Sectores críticos 

Por otro lado, un sector cada vez más
importante – principalmente compuesto de
activistas obreros, más jóvenes y vinculados
con la lucha callejera, no sólo institucional –
ha ido consolidándose y disputando dichas
políticas. SR ha formado parte de este
proceso, y hemos subrayado en cada ocasión
la necesidad de organizar ese sector al nivel
local y estatal para disputarle el control político
de la organización a esta dirección burocrática. 

La falta de esa coordinación y cohesión
organizada a nivel estatal ha dado lugar a
una situación en la cual muchos sectores
críticos, que agrupan a los mejores activistas
revolucionarios de la formación, se han
ido desarrollando de forma desigual y no
coordinada en función del territorio. En
Andalucía, se organizó una lucha muy fuerte
contra la entrada en el gobierno con el PSOE
en 2012, en Madrid se organizó un “49%”
que después se hizo con la mayoría y ganó
aplastantemente unas primarias abiertas contra
la dirección derechista, … 

Pero en ningún momento ha habido un
intento serio de montar una lucha coordinada
y organizada a nivel estatal para derrocar la
burocracia. En la primavera del año pasado,
hubo una gran oportunidad de montarla,
coincidiendo con la batalla sobre si Willy
Meyer iba a encabezar la lista a las elecciones
europeas. Esta oportunidad perdida jugó un
cierto papel en el debacle posterior y la relativa
marginalización de IU frente a Podemos. 

Esta falta de coordinación y perspectiva
estatal ha contribuido al hecho de que cada
vez más referentes críticos de la formación
deciden darse la baja, como es el caso de Tania
Sánchez, o incluso de Diego Cañamero. 

La nueva dirección de Garzón 

En el escenario actual, a pesar de lo que
pronostican las encuestas, sigue habiendo un
papel necesario importante para una formación
de izquierdas, principista y con raíces fuertes
en el movimiento obrero. Esa necesidad se
acentúa cuando entendemos la importancia
del debate que ahora mismo está teniendo
lugar sobre qué programa y qué estrategia
hacen falta para acabar con el régimen de
78, especialmente en torno a Podemos y el
discurso de algunos de sus dirigentes sobre
“moderar”, o sea, derechizar el programa del
cambio político. Una organización obrera
de izquierdas fuerte ha de tener un papel
importantísimo en dicho debate. 

Si IU puede o no cumplir con esta tarea
aún está por ver, pero para los que están
luchando por ello es un momento decisivo. El
cada vez más claro nuevo liderazgo de Garzón
puede ser un nuevo impulso para IU y ha de
ser aprovechado para purgar la organización
de los burócratas y elementos de “casta” que
existen en su seno. La consolidación de la
nueva dirección debe basarse en una lucha
política por un giro contundente a la izquierda,
llevando a la primera línea las políticas
rupturistas y olvidando los viejos pactos y
equilibrios entre familias. 

Una IU renovada, armada con políticas
revolucionarias, que luche por la confluencia y
la unidad de todos los partidos y movimientos
del movimiento obrero y popular y que lleve a
primera línea de debate una visión de clase y
rupturista tendría un gran papel en el próximo
periodo. Los sectores críticos no deben perder
la visión de esto, pero al mismo tiempo han
de ser consciente que la actual crisis que IU
está viviendo puede acabar enterrando a
la formación. Las claves para que ello no
ocurra están en la organización, coordinación
y politización de la lucha de quienes buscan
mantenerla. 

SR sostiene que la lucha por políticas
revolucionarias no se dará únicamente en IU,
o en Podemos o en otros sitios, sino que busca
la construcción de un polo revolucionario
transversal, que se dedique a la popularización
de una perspectiva socialista revolucionaria
para el conjunto del movimiento.


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